La última línea de defensa para las personas sin hogar
Asuntos sociales
Los trabajadores sociales del Ayuntamiento recorren a diario las calles para ofrecer los recursos municipales a los indigentes. El objetivo es sacarlos de la calle y que se reinserten en la sociedad.
El frío se echa sobre la ciudad. Son casi las ocho de la tarde, y el equipo de trabajo de calle de la Unidad de Intervención Social en Emergencias Sociales y Exclusión Social (Umies) del Ayuntamiento recorre las calles del centro en una labor de observación para atender a personas en situación de exclusión social y sin hogar. En la unidad móvil viajan dos trabajadores sociales, Ignacio García Cumbreras y Carlos Caro; Francisco Calabozo, director de la Umies; Mercedes Adalid, directora de Emergencias Sociales; y Dolores de Pablo-Blanco, delegada de Familia, Asuntos Sociales y Zonas de Especial Actuación. La ruta, que acabará muy bien, comienza en el Centro de Acogida Municipal (CAM), situado en la calle Perafán de Rivera. El destino, la Encarnación y sus alrededores.
"Las zonas más sensibles son el Casco Antiguo, Triana y la Macarena. Es donde hay mayor densidad de personas que están sin hogar". Pese a que se podría pensar lo contrario, es muy difícil que una persona que vive en la calle quiera abandonarla. El factor más determinante, como aseguran los trabajadores sociales, es el de los años que lleve sin hogar, viviendo en la calle. Son ellos los que ponen más reparos. El trabajo del equipo es intentar captarlos para que vayan al CAM, por ello, todo lo hacen pensando en los usuarios. "Todo tiene una orientación hacia ellos. Les mostramos que no les hacemos ningún favor. Les intentamos dar el mejor servicio. El equipo va y hace una valoración. Si vemos que hay emergencia, se atiende. En caso contrario, no", relata Paco Calabozo.
La campaña de frío comenzó el día 25 de noviembre y se extenderá hasta el 25 de febrero. Previamente, se ha realizado un reconocimiento para detectar las necesidades, por lo que hay ya mucho trabajo avanzado. Lo más complicado es siempre el primer contacto con la persona sin hogar: "Hay que sacarlo fuera de su entorno, por lo que hay que ser muy respetuosos con su espacio. Primero vamos y nos presentamos. Vamos generando confianza y se van acostumbrando a nosotros. Así le ofrecemos los recursos que tenemos para ellos. Lo normal es que de entrada los rechacen. Les vamos haciendo un seguimiento".
La Umies es el último eslabón de la cadena para las personas que lo han perdido todo. Las personas que están acogidas en el CAM tienen un problema de exclusión social grave. Ellos los estudian y les ofrecen una respuesta en función de las necesidades de cada uno. El objetivo es que salgan adelante. "Debajo nuestra ya no hay nada más. Somos un recurso especializado. Cuando la persona se encuentra más normalizada se deriva a los asuntos sociales habituales. Estamos consiguiendo que haya personas que dejan la calle. Eso es muy importante", resalta el director.
El equipo ya ha llegado a la calle Laraña. Primero buscan a Josefa, una mujer que duerme en un cajero de la Encarnación. Como todas las personas sin hogar tiene una historia detrás: llegó junto a su madre, que ya falleció, y sus tres perros desde Vigo hace años. Traía el poco dinero que había conseguido tras malvender su vivienda. Los trabajadores sociales la conocen desde hace tiempo, pero no han conseguido captarla para el CAM. "Tiene problemas con otra persona que quería usar el cajero donde ella duerme. Nos dijo que estaba pensando cambiar de sitio. Había visto otro en la Plaza Nueva". Efectivamente, Josefa no está allí. Para ella sus tres animales son muy importantes. Por ello, la última solución que le han planteado para que se traslade al CAM es llevar a los perros al Zoosanitario, donde los cuidarán. "No se quiere separar de ellos. Hay veces que ha venido al CAM para ducharse pero con la condición de dejar a los perros en la puerta amarrados para que el vigilante estuviera pendiente de ellos. El otro día también la acompañamos al hospital a hacerse unas pruebas y uno de nosotros se tuvo que quedar fuera con los perros", comenta uno de los trabajadores sociales.
El trabajo de la Umies va mucho más allá de ofrecer techo y comida -que no es poco- a estas personas. Estudian de manera individualizada cada caso y ofrecen una respuesta concreta. "A lo mejor hay personas que tienen derecho a una pensión y no lo saben, o incluso tiene dinero en el banco", aclara Paco Calabozo.
La segunda parada es la Plaza del Cristo de Burgos. Allí tienen localizadas a varias personas. Una de ellas es Jesús, una personas de edad avanzada que por el día aparca coches y por la noche duerme en los soportales de la calle Imagen. Es la segunda vez que lo visitan. "La semana pasada intentamos acercarnos para crear vínculos y presentarle nuestros recursos. No se quiso venir. Le respondimos que nos pasaríamos a verle todas las semanas", comenta Carlos. A Jesús le gusta la pintura y quiere enseñarle los dibujos a los trabajadores sociales. "Se nos ha abierto con los dibujos. Es una persona muy amigable y sociable". La delegada, Lola de Pablo-Blanco es clave en el encuentro. Le propone a Jesús que acepte probar la campaña de frío por una noche. A ver qué tal. Sorpresivamente, acepta. La alegría es enorme en todo el grupo. No es habitual que esto pase.
De vuelta al CAM, en la unidad móvil, Jesús, que además ha regalado una prenda que le sobra para que se la pueda utilizar otra persona que la necesite, va alegre: "Yo siempre estoy contento. Si no empiezo a morirme. La risa es lo que te da la vida. Cuando llega una persona amargá me quita a mí la vida". Un trabajador social ya ha informado que vuelven con Jesús. Se le ha reservado una habitación individual para esa noche".
Ya se ha dado el primer paso, que es muy importante, ahora continúa un trabajo de estudio para ver cuáles son las necesidades de Jesús y para tratar de buscar una salida. "Veremos si tiene la documentación completa, si tiene tarjeta sanitaria...", puntualiza Paco Calabozo. Durante el camino de regreso, el director de la Umies relata la importancia que tiene este servicio: "Somos la última línea de defensa. Si el Ayuntamiento no destinara dinero a este servicio nadie les atendería. Nuestro objetivo es que den un salto hacia arriba. Ellos nos son personas sin techo. Son personas que están sin techo. El matiz es importante, porque atraviesan una situación transitoria".
Cuando se anuncian olas de frío, la Umies redobla sus esfuerzos. Aumenta en 15 el número de plazas del CAM y el equipo de calle visita a las personas más vulnerables. Se les ofrece dos tipos de respuesta: el recurso residencial, y si no lo acepta, aplican medidas paliativas. "Los visitamos y les damos mantas y bebidas calientes. Les facilitamos medidas de protección. También les hacemos un seguimiento para tratar de salvar la emergencia".
De vuelta en el CAM, el director de la Umies, Paco Calabozo, se queda con Jesús para preparar su ingreso. Uno de los trabajadores, Nacho, se marcha a visitar a personas concretas con las que está trabajando. En la unidad móvil ahora son Carlos y Alejandro los que emprenden una nueva ruta de observación. "Tenemos unas 130 o 140 personas localizadas con las que trabaja el equipo de calle. También hay grupos de personas sin hogar y hacemos rutas de prostitución, asentamientos, etcétera".
Otra vez en el centro. Ahora el objetivo es localizar a Josefa por la Plaza Nueva, pero una llamada de activación desde el CAM cambia los planes. Un usuario que estaba alojado finalizó ese día su estancia. No lo sabía y se ha presentado. "Lo atendieron en el Centro de Orientación e Información Social (Cois) y se le asignó una plaza hasta hoy. Hemos comprobado que hay plazas disponibles en el centro nocturno de baja exigencia Virgen de los Reyes. Allí tendrá ducha, cena, alojamiento y desayuno. Le recomendamos que acuda de nuevo al Cois para que estudie su situación actual. Está trabajando y se le seguirán planteando los recursos necesarios para que pueda ahorrar dinero y alquilarse una habitación, por ejemplo".
Las personas que están acogidas en el CAM responden a un proceso de atención social integral. "Esto no es un albergue", puntualiza la delegada, Lola de Pablo-Blanco. "En Sevilla cualquier situación de emergencia social va a ser respondida las 24 horas de los 365 días del año. Atendemos sobre el terreno y damos una respuesta multidisciplinar". En el CAM las personas acogidas tienen una zona de ocio, comidas y camas. Hay normas, pocas, aunque las existentes hay que cumplirlas. Durante la estancia se evalúa cómo la persona responde a la intervención para que consiga salir de esa situación. "La estancia aquí tiene que ser positiva. Cada uno tiene que colaborar", resume la delegada.
El Centro de Acogida Municipal cuenta con un total de 185 plazas, de las que 165 son para atención social con pernocta y 20 para atención social diurna y sin pernocta. A través de esta intervención se les procura a los usuarios los servicios de acogida, alimentación completa (desayuno, almuerzo, merienda los domingos y cena), alojamiento-pernocta, higiene, ropería, lavandería, consigna, o atención psico-socio-educativa. Durante la campaña de frío se acondicionan otras 40 plazas para pernoctar en camas de campaña. Además de cama, se le ofrece a los usuarios alimentación, aseo, ropa y lavandería. En el CAM también hay 35 plazas reservadas a emergencias sociales.
Por otro lado, también se habilitan 20 plazas para pernoctar en hamacas en el Centro Miguel de Mañara, un acondicionamiento que se formaliza a través de una subvención concedida a la Familia Vicenciana a través del Programa Sevilla Solidaria. Igualmente, hay disponibles otras 40 plazas en el Centro de Baja Exigencia Virgen de los Reyes. La estancia en ambos recursos (CAM y Centro Miguel de Mañara) inicialmente es de 1 a 7 días, pudiéndose prorrogar, según estimen los profesionales.
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