Defendiendo a un morfotipo

El partido del Sevilla | Análisis

Lopetegui reforzó el pasillo interior para no ser castigado por la tipología de jugador explosivo que predomina en Francia y que destaca en el Lille

Invirtió el triángulo del medio para evitar el uno contra uno del rival

Así jugaron los futbolistas del Sevilla: el chaleco antibalas de Fernando

Informe técnico.
Informe técnico. / Departamento Infografía
Jesús Alba

21 de octubre 2021 - 06:34

Julen Lopetegui reforzó a su equipo por dentro de salida y lo hizo más aún en el tramo final. Quizá le hubieran ido al Sevilla mejor las cosas en Europa con esta fórmula que buscaba frenar los contraataques de raza, fuerza y velocidad que los futbolistas del fútbol francés tienen en clara diferencia con los españoles. Si ante rivales como el Dortmund (Halaand) o el Salzburgo (Adeyemi) el equipo nervionense se hubiese desprotegido menos en ese pasillo en el que suele coincidir Fernando a menudo solo, quizá estaríamos hablando de otra cosa.

Lopetegui invirtió para ello el triángulo del centro del campo y arropó al brasileño con Delaney, dejando esta vez el vértice del mismo hacia abajo con la mayor movilidad de Óliver Torres en zonas intermedias, a modo de enganche con balón y saltando en la presión en paralelo con Rafa Mir fundamentalmente en los reinicios del rival, como manda el modelo del guipuzcoano para esa función del ocho o del diez, sobre todo el diez (hablamos de posición, no de dorsales).

En ataque fue un Sevilla más reconocible, como antaño, con los Suso y Ocampos haciendo daño hacia dentro, sobre todo en una primera parte en la que tuvo hasta seis ocasiones medianamente claras y ocho acercamientos.

Defensa

Lopetegui cambió al completo el centro del campo con respecto a Vigo, tres futbolistas nuevos, pero con una disposición también distinta, con dos pivotes en paralelo y Óliver más suelto para darle comida a los extremos.

Con ello contuvo el Sevilla esa explosividad del Lille que tanto temía. Ese tipo de futbolista, con sangre africana y músculo fibroso y potente, no aparece en la Liga española. Por algo ningún partido es igual y, ni mucho menos, las competiciones son todas las mismas y se compite igual.

En defensa, sin Koundé de nuevo, el Lille trató de sacar a los centrales con la posición de Yilmaz. Gourvennec le quitó la referencia a Diego Carlos y trató de atraerlo para que entraran por ahí los hombres rápidos, pero el Sevilla no cayó en la trampa.

Ataque

Buen balance ofensivo, aunque de más a menos. Suso y Ocampos fueron los de la temporada pasada o la segunda mitad de la anterior. Hicieron daño los dos hacia dentro, el gaditano más en paralelo buscando su pegada y el argentino más en diagonal para acabar en el área. Por dentro, Óliver era el cerebro haciendo un gran trabajo y Rafa Mir el poste al que no acabaron de encontrar.

En la segunda parte faltó precisión. Sin duda el desgaste se notó y los centros se perdieron. Después, con los cambios, Lopetegui buscó arropar más aún los pasillos interiores esperando que el Lille apretara en las transiciones y el partido se abriera.

Virtudes

Si los más críticos le afeaban a Lopetegui que fuera del control inicial a ir a por los partidos en los tramos finales, la ecuación se invirtió. Buscó emoción el Sevilla desde el principio y acabó abrazando el control para no perder cualquier posibilidad de clasificación.

Talón de Aquiles

Las lesiones forzaron dos cambios y cada vez más son una merma.

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