El acoso del modelo envolvente

Sevilla FC | Informe técnico

El 4-3-3 de Lopetegui basa su éxito en la presión muy arriba, los dobles interiores o su inmejorable físico

El 2-5-3 en fase ofensiva es un martillo pilón

Julen Lopetegui toca el balón en la sesión de ayer.
Julen Lopetegui toca el balón en la sesión de ayer. / Antonio Pizarro
Jesús Alba

02 de enero 2020 - 08:13

La intensidad y la presión desde muy arriba es el Santo Grial del modelo Lopetegui, un entrenador que ha logrado convertir a su Sevilla en un equipo totalmente reconocible que envuelve a sus rivales desde fuera para matarlos por dentro y que sale muy alegre al campo de batalla sabedor de tener una de las mejores retaguardias de la Liga Santander.

Salvo contados acercamientos a otros esquemas con una defensa de tres centrales o, por alguna situación puntual, a alguna variante de su patrón de base, el entrenador guipuzcoano es muy fiel a su 1-4-3-3 y la figura de los dobles interiores, o lo que es lo mismo, dos falsos extremos que se meten hacia dentro para dejarle los pasillos a los laterales y dos centrocampistas que lo mismo hacen de escuderos de Fernando –el ancla que hoy no estará– que se ponen el traje de mediapuntas, de extremos o, si hace falta, hasta de delanteros.

A la impecable aplicación de un modelo que ha demostrado que funciona se une la calidad de una plantilla que tiene el sello de Monchi. ¿Qué podía salir mal? Una condición física que posiblemente llegue a picos que ningún club en España pueda igualar, y lo que le ha permitido ganar muchos partidos en los minutos finales, es otro de los secretos de este equipo que está ya metido en zona Champions con dos partidos menos que la mayoría de rivales.

Sin balón

El primer mandamiento de la religión Lopetegui es la presión coordinada desde arriba y, por supuesto, morder con intensidad en los momentos posteriores a la pérdida. Primero orientar la presión, tarea que realiza el nueve, demarcación clave para el funcionamiento general del bloque y en el que el técnico puede elegir entre la potencia de En-Nesyri (ideal para espacios largos, tanto para atacarlos como para presionar) o el punto de fijación que ofrece De Jong si a Lopetegui le interesa encerrar a los centrales en su área. Si es al revés, si le interesa sacarlos, tirará de En-Nesyri, que además ahora está viendo puerta con facilidad.

De esa presión inicial viene todo lo demás: coordinación para alternar vigilancias con presión atosigante a la mínima duda por parte del extremo o del interior y el consiguiente acompañamiento del lateral y del pivote. Dos laterales con recorrido para que no decaiga la intensidad defensiva y que están obligados a muchos repliegues y dos centrales rapidísimos para barrer todo lo que haya quedado, que también se encarga de filtrar un ancla como Fernando o, en el caso de hoy, Gudelj, con más recorrido aunque con menos pausa.

Igual que el 4-3-3 envuelve a los rivales para el ataque, al final avaba cazando a sus presas robando muy cerca del área contraria.

Con balón

Ese 4-3-3 se convierte en un 2-5-3 que acaba martilleando a su rival a base de insistencia y que alcanza picos de posesión de los más altos de la Liga. Los extremos a pierna cambiada (Suso y Ocampos) buscan el interior para hacer dos contra uno tanto con los interiores como con los laterales. Al final, el Sevilla consigue crear una superioridad numérica que le permite llegar con muchos efectivos arriba.

Lo mejor

Un equipo que presionando y atacando es un martillo pilón.

Lo peor

La salida de balón se resintió cuando el rival lo presionó con dos puntas. La defensa en zona de la estrategia cae en muchos desajustes.

Youssef En-Nesyri.
Youssef En-Nesyri. / Daniel Rosell

La gacela de Fez por fin perfecciona su técnica

Ojo, no se equivoquen. Todos los delanteros (salvo los megacracks a los que no tiene acceso el Sevilla) entran y salen de rachas distintas y contradictorias. El hecho de que Youssef En-Nesyri (Fez, 14-6-97) haya acertado en un par de duelos con los porteros no quiere decir que de repente se haya convertido en infalible. Sí que le han dado confianza para pulir esos defectillos que le dan ese tremendo margen de crecimiento que tiene y para hacer lo que sabe y ello se está traduciendo en goles, lo que celebran Lopetegui y todos los aficionados del Sevilla. Lo que sí garantiza en cada partido es un gran trabajo en la intimidación a los centrales. Con una tremenda potencia y velocidad en la presión, esta labor defensiva es más eficaz en espacios abiertos, los mismos que el marroquí ataca con su espectacular amplitud de zancada, una pesadilla para técnicos que apuestan por jugar con la defensa adelantada. Parece que ha mejorado en los controles (uno de sus hándicaps en su llegada al Sevilla) y cada vez se entiende mejor con los compañeros, así como en la intuición para el remate dentro del área. Ha hecho goles de cabeza, también atacando el primer palo, en uno contra uno..., una amplitud de registros que ha elevado la efectividad del equipo.

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