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¿Te gusta el olor de la gasolina? Esta es la explicación científica

¿Te gusta el olor de la gasolina? Esta es la explicación científica

¿Te gusta el olor de la gasolina? Esta es la explicación científica / PIXABAY

¿Nesquick o Cola-Cao? ¿Coca-Cola o Pepsi? ¿Burger King o McDonalds? tortilla de patatas ¿con o sin cebolla? Muchos son los debates que se establecen en la sociedad cada cierto tiempo en cuento a gustos o manías personales se refiere.

También en torno a la gasolina, uno de esos primeros olores que nos marcan en la vida cuando asistimos con nuestros padres a repostar y desconocemos qué es eso que huele tanto y que para unos es insoportable y para otros extrañamente adictivo. Esos gustos vienen determinados por nuestros sentidos. El olfato, en este caso, es un sentido puramente químico. El olfato humano detecta más de un billón de olores

Nos ayuda a recordar a personas, momentos o lugares. ¿Te gusta el olor a la gasolina? No eres el único al que le pasa y existe una explicación científica para ello.

La realidad es que por cada persona que encuentra agradable el olor a gasolina, es probable que existan otras tantas que lo encuentren nauseabundo. Eso sí, a aquellas personas a las que les gusta el olor a gasolina les gusta mucho. La razón está en un ingrediente 'mágico' de la gasolina, el benceno. La gasolina es un cóctel químico compuesto por muchos ingredientes, incluidos descongeladores, lubricantes, agentes antioxidantes y cientos de compuestos químicos conocidos como hidrocarburos. De todos esos compuestos, el benceno es el responsable del olor a gas de la gasolina.

Inhalar benceno de forma frecuente y prolongada no es recomendable aunque nos suscite placer, ya que es una sustancia química peligrosa

El benceno tiene un olor naturalmente dulce al que la mayoría de las narices son particularmente sensibles. Es tan picante que la nariz humana puede detectarlo si solo hay una parte por millón en el aire que respiramos. También se evapora rápidamente, aunque su olor permanece y no es nada recomendable, ya que se trata de una sustancia química peligrosa. ¿Por qué engancha tanto el benceno? Hay dos teorías principales:

La gasolina y los recuerdos de la infancia

Nuestra nariz puede evocar recuerdos vívidos en el pasado. Desde el punto de vista científico el olfato es el único sentido que no atraviesa el tálamo antes de llegar al prosencéfalo. Además, el haz de nervios que detecta las moléculas de olor, el bulbo olfatorio, tiene una alta densidad de conexiones cerca de la amígdala y el hipocampo, que participan en la respuesta emocional y la formación de la memoria, respectivamente.

Tal vez su cerebro vinculó el olor a gasolina con los recuerdos felices de la infancia de viajes por carretera en verano o salir en la lancha motora en la playa

Es posible que hayamos formado un recuerdo poderoso y agradable que se adjunta al olor a gasolina, o específicamente, al benceno. Tal vez su cerebro vinculó el olor a gasolina con los recuerdos felices de la infancia de viajes por carretera en verano, salir en la lancha motora en la playa o pasar tiempo en el garaje mientras papá y mamá arreglaban alguna parte del coche. Cuando capta ese aroma a benceno, puede desencadenar una sensación acogedora y nostálgica vinculada con un recuerdo sobresaliente.

La gasolina y la vía de recompensa del cerebro

El olor a gasolina activa la vía mesolímbica en el cerebro El olor a gasolina activa la vía mesolímbica en el cerebro

El olor a gasolina activa la vía mesolímbica en el cerebro / PIXABAY

La segunda teoría respecto a por qué nos gusta el olor a gasolina se centra más en el efecto físico que tiene el benceno sobre los receptores nerviosos que detectan el olor. El benceno y otros hidrocarburos, cuando se inhalan, tienen un efecto supresor sobre el sistema nervioso, lo que resulta en una sensación de euforia temporal.

Produce una sensación placentera que no se diferencia del alcohol ni de muchas otras drogas. Eso se debe a que el proceso biológico de adormecer los nervios activa la vía mesolímbica, también conocida como vía de recompensa del cerebro. Un actor clave en la neurobiología de la adicción, con el que se corre el riesgo de lo que empiece como una gracia de niño chico termine convirtiéndose en problema de salud, por lo que hay que procurar evitar inhalar ese tipo de olores de forma voluntaria y continuada.

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