TV-Comunicación

Oprah y Cosby, profetas de Obama

  • Las series de afroamericanos no comenzaron a ser exportadas hasta finales de los años 70

Una cantante de jazz, Ethel Waters, fue la primera estrella de la televisión de piel negra. Protagonizó en la CBS Beulah, un folletín radiofónico adaptado a la naciente tele y que duró tres temporadas de 1950 a 1953, donde una abnegada madre de familia intentaba resolver las cuitas de la vecindad. Más allá de esa serie los afroamericanos, mermados en derechos en la vida civil,  no tenían cabida en el emergente medio de masas. Sin embargo hoy una presentadora negra,  nacida en las entrañas del estado sureño de Mississippi, Oprah Winfrey, que por supuesto apoyó al flamante presidente Obama, es más que un ídolo , es una matrona máxima, que cobra cerca de 300 millones de dólares al año. Es la figura mejor pagada del espectáculo y de los medios de comunicación. Al cabo de más de medio siglo, la comunidad afroamericana fue curtiéndose en luchas. Ganó peso político y económico, y las cadenas y anunciantes se interesaron en crear programas orientados al pujante colectivo.  Pero pasaron decenios para que se forjaran programas de referencia.

La primera telecomedia protagonizada por negros que dio la vuelta al mundo fue entrados los  70, Los Jefferson,  un matrimonio mal avenido, a lo Pepa y Avelino de Escenas de matrimonio. Poco después llegaría un niño negro adoptado por una familia blanca, Arnold, un ser excepcional entre seres políticamente correctos, típico de las sitcom yanquis. Arnold estaba encarnado por un actor con dolencias renales que le impidieron crecer. Gary Coleman siguió haciendo de niño bien pasada la adolescencia. Antes habían llegado a España los dos primeros detectives negros, Shaft y  Christie Love.

Pero el humor fue la puerta por la que los actores negros entraron con fuerza por los hogares. Por el  rejuvenecido Saturday Night Live de la NBCdesfilaron Eddie Murphy, Arsenio Lupin (el que llevaba smoking y zapatillas blancas, que copió Emilio Aragón en VIP), entre otros, mientras que el actor Bill Cosby iba fabricando sus éxitos televisivos en distintos géneros. Su telecomedia de mediados de los 80, El show de Bill Cosby (1984-1992), como el doctor Huxtable, fue el retrato social con el que Estados Unidos exportaba al mundo no sólo “la integración”, sino también  la “evidente mejoría económica” de las familias afroamericanas. Habían superado al sarcástico mayordomo Benson (Robert Guillaume), secuela de Enredo de la gran Susan Harris. Cosby fue el baluarte al que prosiguieron otras series “de negros para negros y blancos”, como Cosas de casa (la de Steve Urkel) o El príncipe de Bel Air, para gloria de Will Smith, archirepetidas  en nuestros canales. La última en explotar el filón fue Disney con Cosas de hermanas o Raven. La victoria de Obama no es casualidad según el televisor.

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