Las uvas de Marisa ya tienen 25 años

"Éstos son los cuatro cuartos... Notarán que el sonido es totalmente diferente, los cuartos a las campanadas... Aquí comienzan las doce campanadas ..." Y tras esas palabras de Marisa Naranjo llegó un silencio de tracas y petardos en la Puerta del Sol. Tres cuartos de la audiencia española que seguía la retransmisión de TVE se había quedado con las uvas en la mano después de sonar las campanadas que daban paso a 1990. "Han terminado (sic) 1989. Espero y deseo que hayan tomado las uvas sin precipitación y de acuerdo a como hayan sonado", se disculpaba ininteligible la veterana presentadora canaria que creyó que los campanazos eran los dichosos cuartos que anteceden al anuncio de la hora.

Los años 90, los que daban la bienvenida a las cadenas privadas, entraron con muy mal pie en los canales públicos. Y eso era sólo el principio de los desatinos que llegarían sucesivamente a RTVE. Las boquitas de los contribuyentes españoles trinaban por la garrafal metedura de pata de Marisa Naranjo . Las llamadas y cartas (entonces no existían ni los emails ni los sms) inundaron RTVE y todos los periódicos.

Tras el error de Marisa , que entonces contaba con 45 años y cerca de dos decenios apareciendo como presentadora de continuidad en los dos canales de TVE, se asomaba la imprevisión y tacañería de la pública, que dirigía Luis Solana. Hasta entonces el momento cumbre del 1 de enero se había abordado un tanto a regañadientes, pagándose a desgana las horas extras de los reducidos equipos y recurriendo a una leva casi forzosa de los presentadores. Daniel Vindel, otro rostro de la TVE en blanco y negro, había sido el antecesor de Marisa Naranjo , y no gustó su última intervención, trufada con mensajes que fueron interpretados de nostálgicos. En 1989 se buscó a otro que llevara a cuestas el marrón del bullicio y el frío en el balcón de la academia Cima, desde donde se apostaban las cámaras de TVE en la Puerta del Sol.

Lo que sucedió con Marisa Naranjo es que la pobre tuvo que oír 'a pelo' las campanadas en medio de la juerga colectiva en el ombligo del mapa de carreteras. No tenía ni siquiera un monitor, por lo que tuvo que guiarse de su desafortunada intuición para orientar a unos espectadores que todavía siguen dudando entre los cuartos y las campanadas . En Andalucía sólo atinaron entonces los espectadores de Canal Sur, que se tomaron las uvas ante la cordobesa plaza de Las Tendillas. Para la bienvenida de 1991 TVE, que ya tenía que enfrentarse a las privadas, tuvo que ponerse las pilas para evitar nuevos errores, y que en la pública, por ahora, no se han vuelto a producir (sí, por ejemplo, en Telecinco, con Laura Valenzuela; o en Antena 3 con Irma Soriano).

Para que no volviera a producirse una metedura de pata en tan estelar momento, las cadenas envían a algunos de sus rostros de referencia, con ensayos hasta la extenuación, y sin regatear presupuesto. Quienes fueron llamados a enmendar al año siguiente la pifia de Marisa Naranjo fueron el dúo Martes y Trece, enlazando con su especial Venga el 91. Nerviosos, acongojados (utilicen si quieren un adjetivo más llano), los humoristas supieron explicar con desenfado didáctico la diferencia entre los cuartos y las campanadas y prácticamente llevaron de la mano a los espectadores en el trance de dar la bienvenida, con correcta tradición, a 1991. Después de pillar casi una pulmonía, Josema y Millán declinaron repetir la proeza y al año siguiente fue el gran Joaquín Prat, junto a Anita Obregón, el encargado de cruzar el umbral del nuevo año. Tras la muerte de Prat, fue Ramón García, con su capa, quien se encargó de guiar, sin error, el tránsito en la Puerta del Sol. Este año, precisamente, Ramontxu vuelve a casa por las campanadas y esperemos que no meta la pata como Marisa. 25 años después la tecnología evitará que se vuelva a producir esta papeleta.¿O no?