Exultante actuación de El Cid en Logroño, con dos orejas de peso

Brillan Morante de la Puebla, que pasea un trofeo de su primero, y el local Diego Urdiales, que marró con el descabello, en una buena tarde de toros y toreros

El Cid muestra la oreja de su segundo ayer en Logroño, tras su redonda actuación.
El Cid muestra la oreja de su segundo ayer en Logroño, tras su redonda actuación.
Juan Miguel Núñez (Efe) / Logroño

21 de septiembre 2010 - 01:00

Toros. De "El Pilar", muy bien presentados, serios y con cuajo. Toros importantes, segundo y tercero; y aunque algo flojo también el sexto; el primero se movió pero sin clase; al cuarto le faltó fondo; y el quinto, el más deslucido. TOREROS: Morante de la Puebla, estocada (oreja); y cuatro pinchazos, bajonazo y descabello (silencio). Diego Urdiales, estocada y siete descabellos (gran ovación tras dos avisos); y pinchazo, estocada y dos descabellos (ovación tras dos avisos). El Cid, estocada (oreja y fuerte petición de otra); y estocada y descabello). Incidencias. En cuadrillas, Alcalareño puso un gran par al sexto, saludando montera en mano, e invitando a compartir la ovación a David Saugar. También destacó con los palos en el quinto Víctor Hugo Saugar. Tres cuartos.

Buena tarde de toros y toreros. Las tres orejas del marcador no reflejan la intensidad de la corrida. Logroño tiene una vieja aspiración para ser plaza de primera, y tardes como la de ayer son las mejores credenciales para ello.

De impecable presencia, los toros de El Pilar tuvieron mucha plaza. Corrida seria, honda y con mucho cuajo. Bien proporcionada y, definitivamente, con trapío. El juego, de lo más variado.

De los toreros, mucho y muy bueno. Morante cortó una oreja del primero por una faena de fogonazos a la que le faltó continuidad, el mismo defecto que tuvo el toro. Morante, que apechó con el peor lote, no tuvo toro en el cuarto, con la cara alta y aplomado. Hizo el intento por los dos pitones, pero sólo para dejar claro que lo que no puede ser no va con él.

Sin embargo, Morante iba a tener una actuación estelar en la tarde, en su turno de quites en el sexto, al plasmar tres chicuelinas de ensueño, de airoso, lento y ajustado vuelo de capote. Un pasaje que por sí mismo daba a la tarde carácter trascendental. Pero el quite iba a tener su correspondiente réplica por parte de El Cid, que sin pensárselo se fue a plasmar dos lances y media de ahí queda eso. Finalmente se dieron la mano los dos toreros y la plaza se venía abajo en el aplauso.

Y no fue esto lo único importante del Cid, sobre quien giró la importancia de la función tomando como referencia su vibrante faena a su primero, bravo como pocos, y en consecuencia muy exigente. Lo importante del Cid es que estuvo exacto de principio a fin, desde los majestuosos lances a la verónica en el saludo hasta la estocada, todo muy despacio y con una enorme precisión.

Incansable el toro, repetidor, e inmaculada estética en las suertes del torero, dándole al animal sus ventajas en tiempos y espacios para que aquello resultara una lucha auténtica de poder a poder. A la faena no le faltó de nada, ni le sobró, intercalados salerosos remates entre series, cambios por delante, trincheras, de pecho y hasta un airoso desplante. No se entiende que el presidente se cerrara en banda para no dar la segunda oreja.

Y en el sexto otro recibo a la verónica de mucha enjundia. El toro había llevado mucho con tanto toreo de capa y los dos puyazos que en Logroño son preceptivos. Pero El Cid lo administró muy bien. Faena de magisterio, de donosura en lo fundamental y en los adornos de cierre. Cortó una oreja más, dos en total. El reglamento riojano no contempla que con dos trofeos sueltos se pueda salir a hombros. El Cid había estado para más que una Puerta Grande.

Urdiales se fue de vacío tras torear con arrogancia y suficiencia a su enrazado primero. Faena a más desde una tanda por la derecha de exquisito temple y mucha ligazón. El descabello cambió a dos avisos lo que eran dos orejas. El quinto desarrolló en la muleta, complicado. Urdiales hizo una porfía larga y de poco poso.

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