El Juli retoma el bastón de mando

Primera corrida del abono de la Maestranza · Domingo de Resurección

El madrileño abre la Puerta del Príncipe tras cortar tres orejas en dos faenas en las que prevalece la disposición, el dominio, la ligazón y una gran seguridad con la espada.

El Juli sale a hombros por la Puerta del Príncipe de La Maestranza. / Juan Carlos Muñoz
El Juli sale a hombros por la Puerta del Príncipe de La Maestranza. / Juan Carlos Muñoz
Luis Nieto / Sevilla

31 de marzo 2013 - 20:42

Lío en los corrales. Hasta 17 toros tuvieron que examinar los veterinarios para completar el primer encierro de la temporada en la plaza de la Maestranza, ya que la corrida de Garcigrande-Domingo Hernández -uno de los hierros predilectos de Morante, El Juli y Manzanares- tuvo que enviar dos remesas de ejemplares por falta de trapío de varios de ellos. En el último reconocimiento examinaron cinco astados de Parladé (propiedad de Juan Pedro Domecq), de los que se aprobaron tres (uno que se lidió en primer lugar y otros dos destinados a sobreros). Luego, al entrar en la plaza, lluvia y comienzo del espectáculo con algunos minutos de retraso y guerra de paraguas hasta que dejó de caer agua en el segundo toro, cuando el protagonista de la tarde, Julián López El Juli se hizo presente y comenzó su recital.

El torero madrileño arrasó por disposición. Recibió de rodillas frente a toriles, con sendas largas cambiadas, a sus dos oponentes -ante el segundo tragó muchísimo-, prevaleciendo la técnica y la ligazón en función del mando. Variado con la capa y la muleta y contundente con la espada. Tres trofeos y triunfador indiscutible en la apertura del abono, con la salida a hombros por la mítica Puerta del Príncipe. En su primera entrega abrió con un despliegue capotero soberbio -chicuelinas, cordobinas y sobre todo verónicas en las que cargó la suerte- y se mostró con el hambre de un novillero de antaño, con una faena larga, que creció hasta enroscarse al toro en una serie inverosímil, y que remató de estoconazo para recibir la primera oreja de la temporada en Sevilla.

En el segundo acto pisó el albero con la firmeza del consumado director de orquesta, que con oído fino y atento, consigue los mejores compases y melodías. Porque el diestro aprovechó siempre todas las embestidas del gran quinto toro, Tramposo, con el que en ningún momento jugó con trampas ni ventajas. Ya en los inicios lo recibió a portagayola, aguantando el tipo de rodillas. Y lanceó de pie con soltura, antes de que Niño de Leganés, su banderillero, fuera arrollado y prendido por dos veces en un par.

El Juli comenzó su faena en el platillo y con la diestra obligó mucho al toro de Domingo Hernández, que embistió muy bien. Las series fueron ovacionadas con enorme fuerza por el público y la muleta se convirtió en golosina y látigo a la vez para el animal. Temple y una muleta que por momentos barría la arena entre oles. Muletazos largos y hondos. Dentro del trasteo hubo momentos álgidos, como cambios de mano y excelentes remates, desde pases de pecho hasta del desprecio o trincherillas. La obra fue creciendo y llegó un momento en el que con los pies atornillados y en una losa, el torero dominó al toro a su antojo y le hizo enroscarse al astado alrededor de su cuerpo, convertido en eje. Si todo ello tuvo mérito, mayor fue el que en la mayoría de los pases las agujas del toro le pasaron próximas a los muslos. Mató de una gran estocada y el presidente sacó los dos pañuelos blancos a la vez. Doble premio. Hubo parte del público que insistió solicitando también el rabo, entre tanto sonaban palmas por bulerías. Quizá hubiera sido excesivo, ya que lanceando perdió la capa en una verónica.

Morante, con un mal lote, no estuvo bien. Al inválido primero lo despachó de inmediato entre pitos. Con el flojísimo cuarto, que perdía las manos cuando le obligaba, no pudo lucirse, salvo en un par de verónicas de bellísimo trazo.

Manzanares realizó una primera faena excesivamente larga -sonó un aviso antes de entrar a matar- en la que prevaleció la estética y el temple, aunque con muchos pasajes desceñidos. Con el complicado sexto realizó un trasteo de menos a más en el que destacó en un par de tandas al natural y estuvo muy desacertado con los aceros, lo que es noticia en el diestro alicantino.

Por distintas razones, en la atípica temporada 2012 ningún torero se encaramó en la cumbre. El triunfo de El Juli, que el año pasado no fue contratado en Sevilla, tras encabezar el G-10, le coloca en este momento como máximo protagonista para hacerse con el bastón de mando en la temporada 2013.

Ficha del festejo:

Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla.

Ganadería: Tres toros de Garcigrande (segundo, tercero y cuarto), dos de Domingo Hernández (quinto y sexto) y uno de Parladé (primero). De presentación y juego variado. Primero, inválido; segundo, noble y con escasas fuerzas; tercero, manejable, aunque con algunos problemas; cuarto, flojísimo y sexto, rebrincado. Destacó el quinto, de muy buen juego, con calidad y fondo.

Toreros: José Antonio Morante de la Puebla, de verde y oro. Casi entera y descabello (pitos). En el cuarto, media (silencio). Julián López El Juli, de azul y oro. Estocada (oreja). En el quinto, estocada (dos orejas). José María Manzanares, de gris y oro. Pinchazo y estocada (saludos tras ovación y aviso). En el sexto, dos estocadas, dos pinchazos y tres descabellos (silencio tras dos avisos).

Incidencias: Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Tradicional Corrida del Domingo de Resurrección. Lleno de No hay billetes. El banderillero Niño de Leganés fue operado por el equipo del doctor Octavo Mulet de una herida por asta en el muslo derecho, trayectorias de 10 y 20 centímetros, que contunde el nervio ciático en una extensión de 30 cm. En miembro inferior izquierdo en su tercio inferior y cara interna presenta una cornada cerrada que se explora evacuando hematoma. Pronóstico grave.

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