Toros

Tarde triunfal bajo la liturgia ya clásica del 'poncismo'

FERIA de las mercedes de pozoblanco Ganadería: Seis toros de Albarreal, de Huelva, encaste Domecq. Bien presentados, muy parejos, de condición noble en general pero muy escasos de fuerza. El tercero tuvo algo más de motor. Primero y sexto, los peores. TOREROS: Enrique Ponce: aplausos y dos orejas (aviso). David Mora: aplausos y dos orejas. López Simón: dos orejas (aviso) y aplausos. INCIDENCIAS: Primera de abono de la Feria de la Virgen de las Mercedes de Pozoblanco. Más de media entrada en tarde calurosa. La cuadrilla de David Mora se desmonteró tras banderillear al quinto. Los tres diestros salieron a hombros a la conclusión del festejo por la Puerta del Gallo de este centenario coso de los Pedroches.

Exitosa tarde de toros en Pozoblanco en el debut de Antonio Tejero como empresario del centenario y remozado coso de los Llanos. Tarde marcada por la buena disposición de la terna, que acudió a la plaza con enorme voluntad de triunfo y gran compromiso, pero que se quedó a medio vuelo en lo artístico por la falta de fuerza que evidenciaron los toros de Albarreal, de bella estampa y con tendencia a la embestida pero que se vinieron abajo después de pasar por el caballo. Un ejemplo más de uno de los graves problemas que padece la cabaña ganadera, que en su búsqueda del toro noble e ideal para la muleta da lugar demasiado a menudo a reses de fuerza escasa y con tendencia a rodar por el albero antes de tiempo. Animales que, dada tal condición, necesitan de una lidia cuidadosa, muy técnica, en la que Enrique Ponce, toreo de enorme veteranía y no menor inteligencia, destaca. El de Chiva volvió pues a hacer lo de tantas tardes y en su segundo cuajó una faena de dos orejas ante un toro por el que nadie daba un duro. Mora y López Simón le siguieron por el mismo camino tras demostrar que son buenos aprendices de la liturgia poncista: que consiste precisamente en tomarse en serio el oficio todas las tardes y salga lo que salga por chiqueros.

La liturgia poncista también tiene otras claves, todas de clásica raigambre, y una de ellas es el valor de la lealtad. Y por eso, por profesionalidad y lealtad, acudió ayer el maestro con ganas casi juveniles al coso pozoalbense. No hay que olvidar para entender el asunto que Tejero fue durante muchos años banderillero de Ponce y el torero quería ayer, en esta nueva etapa de empresario del que fue su subalterno, darle un empujón en esta nueva andadura. Anduvo pues el valenciano más que voluntarioso en su primero, un toro ayuno de fuerzas que se quedó en el caballo y al que, eso sí, despachó rápido con una gran estocada.

La liturgia del poncismo apareció sin embargo en su segundo, cuarto del festejo. El animal, como el resto de la camada, salió con brío y Ponce lo toreó a la verónica en los medios. Tras pasar por el caballo -puyazo leve como el resto- evidenció los mismos problemas que sus hermanos de camada. El de Chiva comenzó ahí esa labor que tan bien conoce y que consiste en ir ahormando el toro hasta sacar lo mejor del animal. Dos tandas pues sin ligazón, apenas dibujadas, para lugar meterse al público con otras tres que fueron de menos a más, aunque sin poder bajar nunca la mano, y que acabaron con un arrimón. Gran estocada otra vez en los terrenos del tendido 1 y dos orejas algo benévolas como colofón a una faena que acabó con Ponce y Tejero abrazándose emocionados en el callejón.

David Mora, al igual que López Simón, debutaba en Pozoblanco y allí demostró que, tras su larga ausencia, es torero más que capaz y de esencias. A su primero lo intentó torear en la distancia, pero en vista que las fuerzas no daban para más optó por una faena en las cercanías que pecó de larga. Falló a espadas y fue aplaudido por su voluntad. En su segundo, por el contrario, Mora levantó el vuelo y cortó dos orejas a un toro extraño, que daba síntomas de mansedumbre pero que luego se enrabietó en la muleta y le permitió al madrileño dejar los derechazos más hondos de la tarde. La faena fue de más a menos sin embargo, y si Mora la levantó fue porque recetó otro espadazo que surtió rápido efecto. Dos orejas y felicidad para un tipo que se la merece por lo mucho sufrido y por ser torero de gran verdad.

La terna la cerró el también madrileño López Simón, número 1 del escalafón y que llegaba a Los Pedroches tras una temporada repleta de éxitos. Al de Barajas se le vio comprometido y ya en su primero, con el que rindió tributo al inolvidable Paquirri, logró destapar lo mejor de sí. Verónicas pegado a tablas como recibo y luego una faena de muleta citando de frente y consiguiendo momentos de belleza indudable ante el que quizá fue el toro más entero y completo del festejo. Acabó López Simón rodilla en tierra, entregado, en comunión con el público. Dos orejas de una Presidencia que bajo ese baremo tuvo que andar luego generosa el resto del festejo. En el sexto, sin embargo, no pudo el madrileño encontrarse pues el toro, que salió como un avión de toriles, se cansó de inmediato y apenas pudo resistir de pie el resto de la lidia. Estocada algo tendida y aplausos para cerrar una tarde en la que la fiesta mostró virtudes y carencias, pero de la que uno sale con la sensación de que Pozoblanco puede haber encontrado un camino fértil bajo los designios de Antonio Tejero. Habrá que esperar, pero el rigor y la seriedad de lo que ayer se planteó merecen paciencia y continuidad.

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