Crónica

La tarde nació torcida en toriles

Fotos de la segunda novillada de la feria de San Miguel de Sevilla

Fotos de la segunda novillada de la feria de San Miguel de Sevilla / Antonio Pizarro

PASABAN de largo las dos horas de festejo y, por si faltase poco, el insufrible tedio iba a contar con la propina de la cogida. Y es que sólo le faltaba la sangre para el epílogo de un espectáculo ciertamente infumable. En el ciclo entraba una novillada de triunfadores y para eso llegaba un encierro de Rocío de la Cámara de buena presentación, pero sin nada dentro que mereciese la pena. Presentación más que digna desde el espectacular sardo que abría plaza hasta Moranco, el peligrosísimo sexto que iba a mandar a la cama al banderillero Juan Rojas.

Tres ilusionados y muy capaces noveles en el cartel y tres ilusiones chafadas por el juego de los novillos. Sin que humillase uno solo, parados o queriendo coger, el ganado le puso imposible la tarde a tres novilleros de buen bagaje en los que Calerito y Diosleguarde sabían a qué sabe hacer el paseo en Sevilla para que el murciano Jorge Martínez llegase como debutante.

Bien conocido de la afición el trianero de nacimiento y aljarafeño de adopción Calerito, puede afirmarse que sale de la prueba con el crédito intacto. Rebrincado y, como todos sus hermanos, con la cara alta el sardo, hizo lo que pudo el novillero. Incluso se fue al pitón contrario en la intentona al natural, pero aquello era misión imposible. Con toda la ilusión del mundo le había brindado a la plaza seguramente con la ilusión por encima de lo que la cabeza le dictaba. Lo mató de pinchazo, estocada y descabello siendo aplaudido.

En su segundo hay un momento en que parece que va a hacerse la luz, pero es un hecho fugaz. Saca a los tendidos del marasmo con su capote y tiene el aporte de unas chicuelinas de Manuel Diosleguarde.

Nuevamente brinda, esta vez al rejoneador Andrés Romero, y aunque sufre una voltereta al tercer pase de tanteo, Calerito se muestra muy firme y hasta logra que, al fin, la música suene. Se acopla con la diestra y hasta consigue enjaretar una serie al natural que será lo mejor del tedioso festejo. Una media y un descabello será el colofón de una obra premiada con la vuelta al ruedo.

Muy buenas sensaciones ha vuelto a dejar en la Maestranza el salmantino Manuel Diosleguarde. Tiene un empaque que se multiplica por el toreo vertical que practica, pero también fue a estrellarse en el muro siempre insuperable de la falta de casta. Su primero cogió por dos veces en el quite a Jorge Martínez, y con un valor sereno y un concepto del toreo muy a tener en cuenta tuvo que ser él quien pusiera lo que no ponía el novillo. Saludó tras matar con brevedad y en el quinto fue un más de lo mismo, por lo que merece una repetición.

Jorge Martínez nunca olvidará las penurias que pasó la tarde de su debut en Sevilla. Con un lote aún peor que los de sus compañeros, el murciano pasó las grandes duquelas. Con el berreón primero estuvo muy por encima y se lo quitó de enmedio con brevedad. No podía hacer otra cosa y, al menos, no se eternizó. Para rematar la tarde, le salió Moranco, una prenda que cogió al banderillero Rojas y que no le dio ni una sola opción al murciano. Habían pasado casi dos horas y media y hay que ver lo duro que es el ladrillo maestrante cuando por los chiqueros sale un lote de semovientes como los que soportaron tres ilusionados principiantes.

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