El duro escollo de los 'bohórquez'
Cuarta de abono de la Maestranza de Sevilla
El valenciano Román, triunfador de la tarde tras cortarle una oreja al tercero Curro Díaz, con su vitola de torero de culto, una víctima más del envío ganadero El manchego Rubén Pinar, muy firme, sufrió un mal lote
Quinta, Bohórquez y Cubero
Las imágenes Curro Díaz, Rubén Pinar y Román en la cuarta de abono
Ficha de la corrida
Plaza de toros de la Real Maestranza Ganadería: Se lidiaron toros de Fermín Bohórquez, magníficamente presentados, menos el cuarto, pero de mal juego generalizado.
TOREROS: Curro Díaz, de verde y oro, ovación y saludos en ambos. Rubén Pinar, de grana y oro, ovación y saludos en su lote. Román, de turquesa y oro, oreja y palmas.
CUADRILLAS: Destacaron en banderillas Juan Carlos García, José María Amores y Raúl Ruiz.
INCIDENCIAS: La plaza se cubrió en menos de la mitad de su aforo. Tarde ventosa. Debutaba en el palco en corrida de Feria Macarena Pablo-Romero.
CORRIDA de teloneros como aperitivo a lo que está por venir con la vuelta de los murubes de Bohórquez para lidia a pie y tres toreros que andan a machetazos para abrirse camino. Dos de ellos curtidos en mil batallas y un tercero, Román, que se faja con lo que sea con tal de poner los dos pies en el cupo de toreros que van a las ferias. Un cartel no demasiado atractivo y que se vio reflejado en la pobre concurrencia que registró la plaza. Todo ocurría a través de una tarde primaveral y, por ende, ventosa para que el protagonismo lo copara el mal juego de la corrida de Fermín Bohórquez.
Y como lo primero es lo primero guardemos un orden lógico y así nos encontramos con un torero al que algunos han llegado a calificar como torero de culto. Es innegable que el linarense Curro Díaz atesora calidad en sus telas y así lo plasmó en el recibo a Bullidor, negro y tremendamente serio que mostraba un alarmante pitón derecho. A golpe de verónica fue llevándolo hasta los medios con lucimiento y ese sello de artista que tiene este torero. Brindó a una plaza a la que volvía después de mucho tiempo y enjaretó un inicio brillante, muy torero, para arrancar por redondos que el toro tomó cada vez peor. Intentó el natural y el toro lo cogió de mala manera, saliendo indemne de milagro. Acabó con aquello de estocada caidilla.
El cuarto se llamaba Nítido y fue el de presentación más cortita, sobre todo por lo que atañe a su culata. No le da opción alguna de estirarse a la verónica y muestra bastante brusquedad en sus embestidas. No obstante, le regala a Curro dos o tres embestidas buenas que el linarense aprovecha para torear con la mano izquierda. No tiene continuidad aquello, el toro se ha desfondado y Curro coge la espada de verdad para matarlo bien de media estocada en buen sitio. Puede decirse que un torero que tan bien cae no ha tenido suerte con esta oportunidad de torear en Sevilla, por lo que mucho nos tememos que vaya a tardar en volver por aquí. Una pena, ya que es uno de esos toreros que nunca sobran y que siempre son muy agradables de ver. Han pasado veinte años de su presentación en Sevilla y tampoco podrá decirse que han sido muchas las oportunidades.
Ejemplo similar el del segundo torero de la terna, el albacetense Rubén Pinar. Abanto el bonito castaño Capiroto, muy serio y fino de cabos. No colabora en el capote con su matador, distraído se sale suelto de la suerte. Blandea a la salida del caballo que monta Punchano y le da ocasión a Román para quitar por gaoneras, o como se las quiera llamar. Le brinda a un señor de barrera, pero los buenos deseos van a quedarse en sólo eso, deseos. El toro no transmite, embiste al paso, Pinar está siempre por encima y lo mata de una magnífica estocada. En quinto lugar le correspondió Mosquetero, negro y con romana, pero no vale nada. Está como anclado en el albero y Pinar lo intenta todo sin posibilidad alguna de éxito. Una magnífica estocada fue como este manchego se fue de Sevilla.
...y Román, ese animoso vitalista siempre al borde de la cornada y que recibe la simpatía que él mismo da. Conecta con la gente por su imagen de jugador perpetuo a la ruleta rusa. Bulle sin cesar, lo intenta todo con su capote, que no es el de Curro Puya precisamente, entra en quites sin perdonar ni uno y cuando llega el tercio culminante ya existe una comunión torero-público que le hace percibir muy buenos réditos. Su primero, de nombre Pensador, no dejó de berrear durante toda la lidia y Román, tras brindarle su muerte a la plaza, empezó llevándolo muy largo y citándolo también de largo. Así, la conexión entre torero y público entró en ebullición para que se convirtiese en algo rayano en el paroxismo cuando el valenciano tiró de bernadinas en las que se mascaba la tragedia. Lo mató de estocada y como quien da lo que tiene no está obligado a más, a su esportón fue a parar una oreja. En el que cerraba la tarde, de nombre Andaluz, Román se fue a portagayola y, a pesar de sus dosis de voluntad, el toro no colaboró. Echaba la cara arriba, Román quiere pero si el torero compone, el toro se las avió para descomponer. Mato de pinchazo hondo y hasta otra, se fue entre aplausos y colorín colorado...
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