Toros

Un triunfo redondo de Varea, que indulta un novillo de Los Maños

  • La labor del novillero castellonense propició el indulto, hecho insólito en la plaza de toros de Zaragoza, de un 'santacoloma'

El novillero castellonense Varea, que cortó tres orejas, obtuvo un triunfo redondo en el festejo de ayer de la Feria del Pilar, propiciando incluso el indulto de un noble novillo de la ganadería local de Los Maños, hecho insólito en esta plaza en las últimas décadas.

La segunda novillada con picadores de la feria del Pilar resultó otro gran espectáculo. Si el lunes compitieron en la primera los punteros del escalafón y brilló la hondura de Ginés Marín, ayer también se produjeron muy buenas noticias en el ruedo de la Misericordia. Y casi todas ellas llegaron en el mismo momento, en ese tercer turno de la lidia en el que salió al ruedo el novillo Quejoso, un animal de dulces y lentas embestidas, al que cuajó de principio a fin el novillero castellonense Varea.

Se empleó con bravura el novillo de salida y en dos entregados puyazos a los que acudió con alegría, hasta que el local Miguel Cuartero pudo saborear en un excelente quite a la verónica sus ya ralentizadas embestidas.

Tras un gran tercio de banderillas de su cuadrilla, Varea se dispuso a torearlo al mismo ritmo pausado, casi dormido, al que embestía el utrero, y añadiéndole la chispa que compensó la falta de un punto mayor de emotividad del animal.

Lo toreó siempre con clase y elegancia el novillero de Almazora, sin exigirle demasiado al principio pero ya con más exigencia y entrega de mitad de faena en adelante, cuando la plaza se puso en pie y no dejó de jalear tan absoluta conjunción de toro y torero.

Una serie de naturales fue especialmente honda, igual que el remate con poncinas que precedieron a una unánime y clamorosa petición de indulto para Quejoso.

Y, ante las dudas del presidente, siguió toreando Varea, si cabe con más temple y más ajuste hasta que asomó por la delantera del palco el pañuelo naranja, en un hecho del que no existe memoria reciente en esta plaza de siempre tan dura.

Pero aún redondearía Varea su buena actuación al cortarle una oreja al sexto, un novillo rajado y reservón que, aunque sin emplearse, acabó tomando una muleta que siempre le tuvo encelado con temple y precisión técnica, en una demostración de su capacidad y proyección: triunfó el novillero castellonense con el bueno y con el malo.

A cada uno de los tres novilleros les cupo en suerte un utrero con posibilidades del encierro de la ganadería zaragozana de Los Maños, que congregó a muchos partidarios en los tendidos.

David de Miranda le hizo una faena larga y de poco pulso al segundo, que se movió mucho pero sin demasiado gobierno en las telas del onubense, que en cambio se aplicó con más acierto ante el reservón quinto, al que hizo seguir su muleta más de lo sospechado.

El zaragozano Miguel Cuartero se mostró inseguro, y breve, con el complicado novillo que abrió plaza. Y, aunque logró muletazos de tanta cadencia como su quite a Quejoso, no llegó a aprovechar al también noble y entregado cuarto, en una faena plagada de altibajos, en la que se alternaron los pases limpios y los enganchones.

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