Hell is Us o cómo ganarse el respeto del jugador sin llevarle de la mano y animándole a superarse
El Loot de Txeron
El título de Rogue Factor es un rara avis de manual que va a contracorriente de la industria apostando por una exploración sin ayudas, muchos puzles, un apartado visual sobresaliente y un combate alejado de los Soulslike
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Cuando Jonathan Jacques-Belletête, director creativo de Hell is Us, declaró hace unos meses que su objetivo era diseñar un título "a la vieja escuela que devolviera la exploración al primer plano y, sobre todo, respetara la inteligencia del jugador", no estaba intentando vendernos el juego (que también), sino que estaba resumiendo a la perfección el espíritu de un proyecto profundamente arriesgado en la industria actual tan acostumbrada a llevar en volandas al jugador. En tiempos donde la mayoría de los juegos nos guían con marcadores de misión y debemos lidiar con mapas repletos de iconos, Hell is Us decide ir por el camino contrario y lanzarnos a un mundo hostil sin guías y sin ayudas externas. Aquí, la premisa es clara: si quieres descubrir qué hacer y cómo avanzar, tendrás que observar, recordar y explorar (y bregar un poco también).
Hell is Us
Género: Acción Lanzamiento: 4 de septiembre Desarrolladora: Rogue Factor Plataformas: PC, PlayStation 5, Xbox Series X|S Textos: Español Voces: Inglés Precio: 50€
Este planteamiento convierte a la producción de Rogue Factor en una experiencia que exige más atención por parte del que empuña el mando o el teclado y el ratón. No se trata de seguir una flecha en pantalla o un icono, sino de interpretar lo que ves, escuchar lo que te cuentan los NPC y prestar atención a cada pista visual, sonora o escrita que encuentres. No serán pocos los jugadores que, como me ocurrió a mí, pasarán un tiempo dando vueltas y recorriendo zonas previamente exploradas hasta dar con ese pequeño detalle que se les había escapado para seguir avanzando. Y sí, puede parecer frustrante para algunos, pero forma parte del ADN del juego que no es otro que devolvernos la sensación de estar realmente en un territorio desconocido, donde equivocarse de camino o no saber lo que hay que hacer es parte de la aventura. Porque si algo me ha dejado bien claro Hell is Us tras ver los créditos bailar en pantalla tras más de 40 horas de juego, es que no pretende complacer a todos, pero para quienes se entregan a su propuesta, la recompensa es una experiencia inmersiva y diferente. Un rara avis de manual.
Pero empecemos por ubicarnos. El escenario de Hell is Us es Hadea, un misterioso país ficticio aislado del mundo y devastado por una guerra civil, dividido por tensiones humanas a las que hay que sumar una calamidad sobrenatural: la llegada de criaturas monstruosas, inexplicables e inmunes a cualquier arma moderna. Este choque entre el horror bélico y lo sobrenatural construye una atmósfera singular, donde lo real y lo fantástico se entrelazan y donde las preguntas ganan de goleada a las respuestas. Pero calma, todo se termina esclareciendo.
Aquí no eres un héroe convencional armado hasta los dientes, sino Rémi, un antiguo miembro de las fuerzas de paz que regresa al país donde nació pero del que fue sacado clandestinamente por sus padres cuando era niño con el objetivo de descubrir por qué lo hicieron y reunirse con ellos y que solo cuenta con dos aliados inseparables: un dron multifuncional y un conjunto de armas cuerpo a cuerpo forjadas para enfrentarse a estas monstruosidades. Y sí, quizá no sorprenda por su originalidad argumental, pero sí por la coherencia entre su mundo, su tono y la propuesta jugable. La narrativa acompaña, sin robar protagonismo a la exploración ni al combate. Y el contraste funciona muy bien a nivel temático: mientras las armas de fuego y la tecnología moderna son inútiles frente a estas criaturas, las armas cuerpo a cuerpo se erigen como el único recurso eficaz y para ello podremos portar hasta cuatro diferentes entre espadas, hachas y lanzas.
Afina tu instinto
La exploración es, sin duda, el corazón de Hell is Us. El juego prescinde de todo lo que hemos dado por sentado en el diseño moderno: no hay mapas más allá de una tablet en la que guardamos toda la información que vamos encontrando, ni marcadores que indiquen dónde ir. La progresión depende de la memoria, la observación y, en cierta medida, del instinto. Esto genera una sensación de inmersión difícil de encontrar en otros títulos actuales.
El mundo se divide en grandes zonas semiabiertas a las que vamos accediendo a medida que avanza la trama y a las que accedemos haciendo uso de un vehículo blindado. Cada región está llena de secretos, misiones secundarias y puzles que no siempre podemos resolver en nuestra primera visita. En este sentido, la estructura recuerda mucho a los metroidvania, ya que el backtracking es esencial: volveremos una y otra vez a lugares ya explorados para acceder a nuevas áreas, abrir puertas antes inaccesibles o completar misiones pendientes gracias a objetos y conocimientos adquiridos posteriormente.
Y como te imaginabas, no todo es combate en Hell is Us. Los puzles ocupan un papel central en la experiencia y, en algunas áreas, llegan a representar hasta el 70% del contenido. Hay zonas que son prácticamente laberintos de acertijos y enigmas ambientales, mientras que otras apuestan por combates más intensos. Esta variedad mantiene un ritmo interesante, evitando la monotonía. Resolver un rompecabezas complejo y, acto seguido, enfrentarse a un enemigo colosal, genera un contraste que mantiene la tensión.
Lo fascinante es que cada descubrimiento se siente personal. Si encuentras una cueva oculta, un enemigo especial o una misión secundaria intrigante, no será porque el juego te señaló con una flecha dónde mirar, sino porque prestaste atención. Esa satisfacción, que muchos títulos han diluido con marcadores omnipresentes, aquí vuelve a cobrar todo su valor.
El combate es duro pero no es un Soulslike
Aunque muchos de primeras (y aquí me incluyo yo) podrían pensar que Hell is Us es un soulslike más, lo cierto es que han pinchado en hueso. Su combate bebe de algunas mecánicas de títulos como Bloodborne —el sistema de recuperación de vida al conectar golpes recuerda mucho al de FromSoftware—, pero aquí no hay niveles de personaje, hogueras o monedas que recolectar. La progresión se da en las armas, que mejoran tanto en nivel (con el uso en combate) como en grado (mediante el herrero que desbloqueamos más adelante).
Las armas disponibles —espada a una mano, mandoble, hachas dobles y lanza— permiten diferentes estilos de juego. Cada una tiene sus habilidades especiales, llamadas Signos, que podemos equipar para obtener ventajas en batalla. A esto se suma el dron, con su propio árbol de habilidades, que añade opciones de movilidad, defensa y ataque.
Los enemigos, por su parte, destacan por un diseño coherente con la narrativa: criaturas que comparten un estilo visual homogéneo, pero con variaciones significativas en patrones de ataque, alcance y agresividad. Algunos son veloces y agresivos, otros actúan como tanques y otros atacan a distancia. Esta diversidad obliga a cambiar de estrategia constantemente, evitando la repetición. Eso sí, hay muy pocos tipos de enemigos. Y cuando lleves unas cuantas horas jugando la sensación de sorpresa se diluye.
Mención especial para la barra de vida y la de estamina que están vinculadas por lo que cuanta menos vida tengamos menor será nuestra resistencia para atacar, esquivar o bloquear. Esto añade un componente estratégico adicional, obligando a cuidar la salud no solo por sobrevivir, sino por mantener opciones en combate en las que también está presente el fijado de los enemigos.
Y si los botiquines se agotan, entra en juego una mecánica muy divertida: tras conectar golpes, se llena una barra gris que, si pulsamos el botón en el momento exacto, nos permite recuperar salud. Esta idea refuerza el estilo de combate ofensivo y premia la precisión y nos recordará mucho a lo que experimentamos con Bloodborne.
Por otro lado, Hell is Us no es un título que castigue injustamente. Su dificultad es ajustable en cualquier momento con tres niveles además de permitir parámetros extra para personalizar la experiencia. Aquí los más valientes pueden activar la reaparición de enemigos tras morir, emulando un soulslike tradicional, aunque esta no es la experiencia por defecto y yo no he optado por ella. Lo interesante es que el reto crece de manera orgánica: cada zona añade nuevos elementos, enemigos más desafiantes y puzles más complejos, de manera que la curva de aprendizaje resulta muy satisfactoria.
El juego también entra por los ojos
El equipo de Rogue Factor ha apostado por Unreal Engine 5 para darle vida al juego y éste luce espectacular. La iluminación, los escenarios y la atmósfera visual alcanzan un nivel sobresaliente que lo coloca entre los títulos más llamativos de la actual generación. Desde ruinas envueltas en niebla hasta bosques iluminados por atardeceres vibrantes, cada localización transmite una sensación de belleza decadente. El nivel de realismo es muy alto y solo baja un par de peldaños en los modelados de los personajes.
Nosotros hemos podido probar este título en Playstation 5 Pro y, como la mayoría de títulos, ofrece la posibilidad de jugarlo en modo Calidad o Rendimiento, optando en nuestro caso por esta última. Y en ese sentido el juego corre en todo momento a 60fps sin interrupciones.
Y si en lo visual el título enamora, en lo sonoro no se queda atrás. La banda sonora cumple su función acompañando bien los momentos de exploración, combate y resolución de puzles. En cualquier caso, su función es más la de ser un soporte atmosférico que un protagonista secundario y cumple con creces.
Eso sí, el juego no viene doblado al castellano y deberemos conformarnos con el inglés. Eso sí, viene totalmente traducido y no he tenido ningún problema para seguir la historia o las encomiendas secundarias.
Conclusión
Hell is Us es un juego que se atreve a ir contracorriente. No es un soulslike, ni quiere serlo; tampoco es un mundo abierto abarrotado de iconos y coleccionables. Es una experiencia que apuesta por la exploración genuina, los puzles y un combate estratégico con personalidad propia. Si disfrutas de juegos que respetan tu inteligencia y tu tiempo, que te invitan a perderte y a descubrir sin guías externas, Hell is Us puede ser una de las experiencias más gratificantes de los últimos años. Visualmente es deslumbrante, jugablemente es exigente y cuenta con un diseño de niveles que premia la curiosidad. Si quieres dejar de sentir la sensación de ir de la mano, este juego te la soltará en Hadea y ya no querrás desprenderte del mando.
Hemos podido realizar esta reseña gracias a una clave de Hell is Us para PS5 que nos ha enviado Nacon España.
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