España presume de epopeyasLa vocación de atrapar los recuerdos familiares
Una muestra ensalza en Fibes los hitos de Nadal, Gasol, Contador o las selecciones de fútbol y baloncestol Luis Miguel Rufino y Macarena Oviedo han creado la editorial Escribalia, en la que escriben por encargo biografías familiares de gente corriente e historias de empresa
España presume poco o nada. Quizás vaya en nuestro carácter no sacar pecho de las conquistas y de los triunfos; sin embargo, nos afanamos en dilapidarnos a la mínima que podemos para echarnos tierra entre nosotros. Cosas de la idiosincrasia. Es cierto que poco podíamos vanagloriarnos hace 20, 30 y 40 años de las gestas del deporte español. Eran habas contadas, gotas en el océano, las figuras deportivas españolas en el ámbito internacional. Federico Martín Bahamontes, Ángel Nieto, Manolo Santana, Severiano Ballesteros o Fermín Cacho supusieron excepciones a una regla no escrita que venía a decir que siempre que un español se medía a otro u a otros, jamás saboreaba las mieles de la victoria.
Estadounidenses, franceses e ingleses han magnificado históricamente las hazañas de sus medallistas olímpicos, mundiales, de sus campeonísimos. Aquí había poco que celebrar y, si sonaba la flauta, España echaba el freno de mano en el festejo y en la loa al deportista triunfante.
Los tiempos cambiaron para bien y nuestro país se situó en el mapa de las heroicidades deportivas, acaso imbuido por la inercia de los Juegos de Barcelona, aunque ya en 1991, un año antes, despertó una bestia ciclista que respondía por Miguel Indurain para convertirse en hegemónico en su disciplina con cinco Tours consecutivos, amén de los éxitos de Arantxa Sánchez Vicario o Sergi Bruguera en Roland Garros para indignación de los chovinistas galos.
Aquellos hitos sumados a cuentagotas empezaron a ser el pan nuestro de cada día. Con el nuevo siglo llegaron mayores y mejores triunfos, y durante una década España se consolidó en lo más alto del deporte. Rafael Nadal se erigió como el gran baluarte patrio, subiéndose al carro estrellas como Alberto Contador y Pau Gasol, este último líder incuestionable de la generación dorada del baloncesto español. El punto culminante de las proezas está reservado para la selección de fútbol, ganadora de las Eurocopas de 2008 y 2012, con el Mundial de Sudáfrica entre ambas.
Una época tan brillante por fin tendrá su reflejo en un espacio donde ser admirado y estudiado por las nuevas y viejas generaciones. Todas estas proezas pueden disfrutarse en una interesante iniciativa que se abrió el pasado viernes en Sevilla con una muestra itinerante englobada como Museo del Deporte. Hasta el 15 de enero podrán los sevillanos, y cualquier interesado, visitar la exposición en el Palacio de Exposiciones y Congresos, para contemplar más de 400 objetos vinculados a la historia del deporte que marcaron una época, acompañados de fotos para revivir las epopeyas e infografías que aportan información estadística para entender la dimensión de los triunfos. La colección cuenta con 15 antorchas olímpicas y, entre otros reclamos, un bólido de Fórmula 1, la bicicleta de Indurain conocida como Espada, una raqueta de Nadal y unas zapatillas de Usain Bolt.
Hay una imagen familiar entrañable que se dibuja de forma recurrente en todos los hogares: esa abuela, esa madre o ese patriarca contando aventuras y desventuras de otro tiempo ante la mirada absorta de sus vástagos. Con todo lujo de detalles, fechas y nombres propios, la historia se desarrolla verbalmente durante años, pero, irremisiblemente, la ley de la vida se impone y esas apasionantes anécdotas se quedan en el cajón del olvido. Una editorial sevillana, Escribalia, ha nacido con la vocación de impedir que ese conjunto de historias íntimas de una familia se difumine y permanezca impreso en negro sobre blanco para toda la eternidad.
El escritor y economista Luis Miguel Rufino tuvo la idea cuando escuchaba a su madre hablar del pasado: "Toda esta sabiduría y todo este conocimiento de la familia se perderá, porque a mí me lo puede contar, pero se me olvidará, porque no lo he vivido". Así, Rufino y su socia, Macarena Oviedo, se reúnen varias veces con la familia, graban la historia y, posteriormente, la ordenan de manera coherente para crear una biografía en forma de libro con una tirada de entre 50 y 100 ejemplares. "De alguna forma, somos producto de lo que nuestros antepasados han ido construyendo. Nuestros hijos no tienen ni idea de que, cuando éramos jovencitos, en los pueblos sólo había una centralita con un teléfono, por poner un ejemplo", apunta Macarena. Escribalia también cuida las fotografías que se publican en la biografía, haciendo un trabajo de investigación para identificar a todos los protagonistas en los pies de foto, además de elaborar un árbol genealógico, bucear en el origen del apellido y reproducir los ecos de sociedad donde se publicó la boda de los abuelos, entre otros servicios. Rufino y Oviedo asumen el trabajo que quizás al propio cliente le gustaría realizar, pero que nunca encuentra el tiempo para acometer: escribir una historia larga, bien escrita, trufarla con fotos y producir un libro de calidad.
Es un trabajo ímprobo, con una sintaxis limpia y una ortografía perfecta, al que dedican entre 300 y 400 horas delante del teclado. Además, Escribalia firma, si el cliente quiere, una cláusula de confidencialidad que impide la incorporación de un ISBN y de un depósito legal para que el libro no se pueda comercializar y quede sólo en el círculo familiar, así como la cesión total de los derechos y la autoría al protagonista de la historia.
Se trata de un producto artesano, hecho a medida y de máxima calidad. "No puede haber un regalo más bonito para una persona que entregarle su historia editada en un libro", subraya Rufino, quien hace hincapié en el rigor que sigue a la hora de plasmar en papel las distintas entrevistas que realiza a los familiares, los cuales le dan el visto bueno al texto final. "Nosotros escribimos lo que el cliente nos cuenta, aunque a veces suavizamos algunas anécdotas o situaciones para que, sin distorsionar la realidad, el producto final sea lo más armónico y entrañable posible", cuenta Rufino. Hasta la fecha, Escribalia ha publicado tres biografías familiares con un éxito notable y tiene en proyecto una apasionante historia de un hombre que vivió el horror de un campo de concentración nazi, "aunque el objeto de Escribalia es escribir biografías y memorias de gente corriente, de héroes de lo cotidiano, como usted o como yo", en palabras de Rufino. "También contamos la historia de empresas familiares, de ese abuelo que, en tiempos difíciles, con tesón y valentía, fundó el negocio que aún gestiona la familia. Nuestra labor es que ese legado no se pierda y que las futuras generaciones de la familia, así como los trabajadores, proveedores y clientes, conozcan cómo se fraguó y creció la empresa", añade el editor.
Así, Escribalia realiza storytelling de empresas en libros de máxima calidad, tanto en el contenido como en la forma, y edita libros para profesionales de cualquier gremio. "Hay heladeros buenísimos en Sevilla y podrían perfectamente contar sus técnicas de producción y su historia en un libro, por ejemplo", pone de relieve Luis Miguel Rufino.
La sede de Escribalia se ubica en el número 4 (4º izquierda) de la calle Canalejas y el teléfono de contacto es el 618566227. Para más información, consultar la página web escribalia.es.
Colección de piezas únicas del Betis y del Sevilla
No han pasado por alto los organizadores del Museo del Deporte que en la capital hispalense hay que tener muy en cuenta a los dos equipos futboleros de la ciudad; de hecho, quienes se acerquen a Fibes disfrutarán de un espacio con piezas únicas e históricas del Betis y del Sevilla, cedidas por coleccionistas privados. Los sevillistas podrán deleitarse con la camiseta que lució Diego Armando Maradona en la temporada 92-93 y con un balón de la última Liga Europa firmado por los campeones; los béticos contemplarán una zamarra de 1931 o la elástica que vistió Joaquín en el título de Copa del Rey de 2005. Los socios de ambos clubes tendrán un descuento del 50% en el precio de la entrada a Fibes.
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