Sardinas a la brasa y cócteles en un anclado barco de madera
No se trata de un espeto cualquiera, utiliza madera de caoba para asegurar que el pescado quede lo más sabroso posible.
En la playa de Santibáñez, sobre las arenas cercanas al tramo final de la carretera que conecta Cádiz con San Fernando, hay un barco pesquero anclado entre las dunas. No se encuentra encallado ni esperando volver a la mar poblado de pescadores para desempeñar su función. Se trata de un chiringuito ideado por el empresario Fernando Mesones Peña. Los clientes que se embarcan en este original establecimiento navegan entre comida tradicional de la provincia, sabrosos espetos de pescado, cócteles naturales y melodías de grupos musicales que comienzan a tocar con los últimos rayos del atardecer.
Pero ésta no es la primera aventura del emprendedor de Torrelavega, un chicuco del siglo XXI que dejó muy joven Santander para comenzar su aventura empresarial en Cádiz y al otro lado del Atlántico, en Argentina y Paraguay. A Fernando le gusta estar con las manos en harina dentro de los negocios que lleva y no a la sombra, algo que ocurre con frecuencia en los cargos directivos. Cuenta su experiencia en Uruguay, llevando el restaurante La Marisquería. "Ofrecíamos marisco fresco de la zona, lo que hizo que el restaurante se fuera haciendo bastante popular. Había días que no me quedaba más remedio que cerrar porque tenía que acompañar al pescador que me traía el marisco a faenar por la alta demanda que tuvimos. Me di cuenta de que no quería llevar un negocio que me tuviera que obligar a cerrar para poder traer suficiente género. Deseaba un lugar apetecible para la clientela y para mí, y estar seguro de que el servicio a todos mis clientes rozara la excelencia".
Ésta es la filosofía que envuelve su última creación, el chiringuito El Barco. "Tenemos quince mesas. Y podríamos tener más pero en este espacio no busco sacar la mayor rentabilidad económica, sino crear un lugar cómodo para los clientes y para quienes trabajamos en él". Durante los fines de semana, es el propio Fernando quien prepara al atardecer un espeto de sardinas malagueño, aunque también los hay de lubina, dorada o gambones, todos productos de la tierra. No se trata de un espeto cualquiera, utiliza madera de caoba para asegurar que el pescado quede lo más sabroso posible. Quienes lo han probado aseguran que no tiene nada que envidiar a los de la tierra de Picasso. Pero si el pescado no es lo suyo, no se preocupe. Platos tradicionales como patatas aliñadas o pimientos caramelizados complementan la oferta culinaria. Antes de la cena, algunos clientes degustan cócteles completamente naturales que elabora su hermano, Santos Mesones, coctelero con muchos años de experiencia. Y es que todo queda en familia.
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