A Lola Barrera no le hace falta el atrezzo de payaso para desprender la ilusión del circo. Desde que hace 18 años conociera al que hoy es su marido, ha perseguido con fuerzas el que siempre fue su sueño, "ser artista", y, además, frente al público más exigente, los pequeños de la casa. Miembro del grupo de animación infantil Imagínatelo, desde hace tres años lleva el bastón de mando de Cirklas, una sala-museo del circo enfocada a las clases extraescolares para niños de 3 a 12 años, "aunque en este tiempo he comprado que los adultos se lo pasan tan bien como ellos". En los 260 metros cuadrados que mide esta carpa instalada en Umbrete, los visitantes descubren el mundo circense a través de una exposición de objetos vinculados con la profesión, de un escenario donde distintos personajes cobran vida o un carromato antiguo donde se realiza el taller de maquillaje y se cuenta la historia del circo a través de los rostros más conocidos del mismo. Ya en la zona de actividades, los niños realizan pruebas de equilibrio, malabares, etcétera. La visita a este mundo mágico dura una hora y media. "Nuestro objetivo es acercar el espectáculo del circo a los pequeños, transmitirles esa ilusión". Hasta el momento, este fin parece haberse hecho realidad, "ya que a todos se les llena la cara de alegría cuando ven cómo está decorado -todo hecho con nuestras manos-". Las cifras también avalan el buen hacer y el carácter didáctico de este museo, que el año pasado ya visitaron unos 2.000 escolares.