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"Me fui de casa con 15 años para ser portero". Bruno von Mann sabe lo que es pelear desde joven por sus sueños. Sean cuales sean. El primero fue el de llegar a futbolista profesional. Algo que peleó en su país natal, Brasil, y más tarde en Sevilla, donde reside desde hace más de una década. Lora del Río, Écija, Sanlúcar la Mayor o Mairena del Alcor fueron algunas de las localidades que vieron al guardameta brasileño defender sus porterías. Una trayectoria que le permitió conocer bien la provincia y a sus gentes. No obstante, no fueron años fáciles. "Las cosas no salieron bien y estuve un año y medio sin competir", recuerda Bruno. Eso le llevó a desempeñar varios trabajos: desde coctelero en Matalascañas a mozo de almacén en Decathlon. Mientras, estudiaba Técnico Superior en Actividades Físicas y Animación Deportiva (TAFAD) y seguía ligado al mundo del fútbol como formador de porteros en campus. "El primero fue en 2012 en Costa Ballena", revela.
El sueño de ser futbolista profesional, poco a poco, fue perdiendo fuerza en su mente. Y lo sustituyó el de crear una empresa de guantes de portero, la cual llevó a cabo como trabajo de fin de estudios. Una idea que le comentó a su compañero Juan Manuel Moreno, más conocido como Juani dentro del Nervión. "Él me dejó 200 euros para hacer los primeros 20 pares", detalla Bruno, que él mismo los diseñó con el Paint de su ordenador. Le puso N1 en referencia al número que suelen llevar los porteros en sus camisetas. Progresivamente, Bruno daba forma a su proyecto, que tuvo su primer punto de inflexión en una lesión: "Me partí la clavícula y estuve meses sin trabajar, pero empecé a desarrollar la marca". Y pasó de hacer unos pocos pares de guantes para los niños de sus campus a venderlos a decenas en tiendas como Soccer Factory. Siempre con la idea de "fabricar el mejor guante al precio más asequible".
N1, la marca de Bruno von Mann, fue comenzando a vender más y más guantes y a enviarlos a porteros profesionales. Aunque tuvo que seguir buscando ayuda donde fuera: "En el Centro Andaluz de Emprendimiento (CADE) me ayudaron muchísimo y conseguí un préstamo de 25.000 euros". Y a volver a los orígenes, pues en Brasil comenzó a multiplicar sus ventas a partir de 2015, otro momento clave para la marca sevillana. "En 2013 vendí 21 pares, en 2014 697 y en 2015 1.786", enumera. Un crecimiento que no se ha detenido en el último lustro y que le ha hecho tener en 2021 un volumen de negocio superior al millón de euros. Actualmente, sus productos llegan a 20 países de los cinco continentes y son más de un centenar de porteros profesionales los que visten su marca.
Este camino Bruno no lo ha recorrido sólo. "Mi madre Rita y mi mujer Vivi han sido mis pilares para llegar hasta aquí", cuenta este ya empresario carioca. Precisamente, Rita forma parte del proyecto junto con Álex Carmona, portero del Tomares. Junto a ellos ha conseguido rebasar la cifra de 100.000 pares de guantes vendidos. Un hito que no le hace acomodarse: "Esto es sólo el principio de todo lo que queda por llegar. La ambición de Bruno le hace querer expandirse y ha provocado que su oficina del Edificio Vilaser, en el Polígono Calonge, se le quede pequeña. Ya mira hacia otros mercados gracias al comercio electrónico, que le ha permitido llevar sus guantes desde Sevilla a miles de porteros de todo el mundo.
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