Vivir en Sevilla

De dónde viene la expresión sevillana "miarma" y cuál es su relación con la religión

Imagen de archivo del Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla.

Imagen de archivo del Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla. / Redacción Sevilla

En Sevilla, al igual que en otras provincias andaluzas, existen palabras que forman parte de la idiosincrasia y la tradición de la ciudad. Algunas de ellas son más utilizadas en la capital y en la mayoría de zonas de la provincia, como "miarma", y otras solo se emplean en algunos pueblos, como "penqueo" que es propia de la zona de Los Alcores, más concretamente de Carmona.

En el caso de "miarma" parece haberse convertido en la expresión por antonomasia para determinar si alguien es de Sevilla y, de hecho, muchas personas de fuera de la provincia la usan para imitar a los sevillanos. 

La Real Academia Española define este apelativo como "el reflejo gráfico de la pronunciación andaluza popular de la expresión 'mi alma". Pero lo cierto es que esta palabra tiene una historia detrás que está íntimamente relacionada con la religión y que muy pocas personas conocen. 

Origen de la expresión

Para conocer de dónde proviene esta palabra hay que remontarse al momento histórico ocurrido entre los siglos XIV y XVII, cuando la ciudad Sevilla acogía a multitud de órdenes religiosas. Entre estas órdenes se encontraban los conocidos como Mercedarios (la Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos), que se fundó en 1218 y que vivían en comunidad en el antiguo convento de la 'Casa Grande de Santa María de la Merced de Sevilla' y que hoy acoge el Museo de Bellas Artes. 

En aquella época era común que cuando un viandante se encontraba con un sacerdote se realizara una oración breve, a modo de invocación, para que éste lo bendijera. 

Encomiende a Dios mi alma

Por aquel entonces los Mercedarios se caracterizaban por practicar la caridad y asistir a los pobres y enférmos de la ciudad. En su labor hacia el prójimo, los consagrados solían saludar mediante la oración: "Commendo Deo animam meam", que significaba "encomiende a Dios mi alma". Era una expresión que le decían a quienes menos tenían, siendo una manera evangélica de humillarse y ponerse a los pies de los asistidos y viéndolos como superiores suyos.

Con el paso del tiempo comenzaron a utilizar esta expresión en otras órdenes que también asistían a los pobres, de forma que el particular "encomiende a Dios mi alma"se convirtió en un saludo frecuente en multitud de espacios. 

Según algunos historiadores ésta se fue transformando con el devenir natural del andaluz en "mi arma" y atrás quedaría el carácter religioso que tenía, aunque no su tono cariñoso, que nació de posicionarse al lado, e incluso por debajo de los más desfavorecidos para prestarles ayuda. 

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