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Andalucía

La izquierda resiste... de momento

  • l Un estudio poselectoral de las elecciones andaluzas y el próximo sondeo del IESA aseguran una mayoría PSOE-IU, al menos mientras la gestión del PP de la crisis sea infructuosa

SEIS meses después de que se celebrasen las últimas elecciones andaluzas, de la que resultó el Gobierno de coalición entre el PSOE e IU, el Instituto de Estudios Sociológicos Avanzados (IESA) publicará esta semana entrante su habitual sondeo electoral de diciembre, el más completo de los que se realizan en Andalucía. A falta de conocerlo en su amplitud -el estudio está guardado bajo unas cuantas llaves en la sede cordobesa de este centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)-, la primera gran encuesta que se realiza después de estos comicios indican un cambio: el PSOE volvería a ser el partido más votado en Andalucía, a una escasa distancia del PP, que durante estos meses ha seguido encajando de modo muy negativo las reformas emprendidas por el Gobierno de Rajoy. Por su parte, IU seguiría rentabilizando el apoyo del electorado de izquierdas y más descontento, por lo que las tesis de los críticos con su líder, Diego Valderas, y su participación en el Ejecutivo no se verían respaldadas.

La primera observación -ya muchos la habrán hecho- es obvia: un sondeo electoral que se realiza a tres años de unos comicios carece de importancia. Sin embargo, esta aseveración no es del todo correcta. Si de lo que se trata es de hacer un pronóstico sobre qué ocurrirá de aquí a 2016, en efecto, la encuesta no sirve; pero si se utiliza para leer el ambiente político en este justo momento, cobra todo su sentido, y más si, como parece, hay un cambio. Las elecciones del 25 de marzo pasado las ganó el PP de Javier Arenas con 50 diputados, insuficientes para gobernar ante la suma de 59 que aporta la coalición del socialista José Antonio Griñán (47) y de Diego Valderas (12).

Si esto se ve así, diríamos que hay un Gobierno de izquierdas para rato en Andalucía y que el PSOE habría logrado superar otro gran bache para seguir gobernando en una comunidad que ha presidido desde su misma constitución como autonomía en 1982. Sin embargo, esto no es del todo cierto por cuanto es posible que el PSOE andaluz se esté beneficiando más de la caída del PP que de sus propios méritos ante el electorado, algo que no le ocurre a IU. De algún modo la tesis es la siguiente: entre las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011, cuando Rajoy ganó por mayoría absoluta y logró una amplia victoria en Andalucía, hasta el 25 de marzo siguiente, cuando Arenas se desgastó por su amigo el presidente del Gobierno, el voto popular no fue tanto hacia el PSOE como hacia la abstención, una suerte de limbo donde el elector se queda anclado en un proceso que no es irreversible.

Me explico. El sociólogo Manuel Pérez Yruela, anterior director del IESA y durante algo menos de un año portavoz del primer Gobierno de Griñán, acaba de terminar un aclaratorio estudio sobre las elecciones andaluzas de 2012. Lo hace junto a Manuel Trujillo Carmona, coordinador de la Unidad de Estadística del mismo centro, y formará parte de un volumen con más artículos que está a punto de publicar el Centro de Estudios Andaluces. Yruela, cuyo trabajo se llama Elecciones andaluzas 2012: el peso de la inercia del voto ideológico, analiza de modo certero qué pasó en la comunidad entre el 20 de noviembre y el 25 de marzo, cuando Griñán logró sortear la marea popular gracias a las primeras medidas que tomó Mariano Rajoy en esos tres meses; entre éstas, la reforma laboral y la primera subida de impuestos.

La tesis de Yruela es la siguiente. Andalucía se sitúa, por razones históricas, un poco más a la izquierda que el conjunto de España, y aunque aún hay un componente ideológico muy importante en el voto, es una tendencia que, no obstante, ha ido mermando con el tiempo. Fue en noviembre de 2011, cuando Rajoy consiguió su amplia mayoría absoluta, el momento en que, por primera vez en Andalucía, los votos de izquierdas -esto es, los de IU y del PSOE- no superaron a los del PP. Aunque los populares ya habían ganado las elecciones municipales, el conjunto de votos de izquierda siempre superaba a los del PP. Esto ocurrió hasta noviembre de 2011, pero desde esa fecha a marzo de 2012 la situación volvió a recorrer el camino inverso. ¿Para siempre, lo que aventuraría un largo período de Gobierno de coalición, o esto también es irreversible?

Lo que Yruela sostiene en su análisis poselectoral es que la mayor parte de los votos que perdió el PP fueron a la abstención, y esto fue notable en las ciudades, las áreas litorales y los grandes pueblos del interior, mientras que en las zonas rurales el voto popular del 20-N sí volvió al PSOE. Es decir, que hubo poco trasvase de votos, aunque IU sí consiguió ascender por cuenta propia. Digamos, que el PSOE mantuvo el tipo por las políticas de Rajoy, las que enfrenta Griñán, mientras que IU lo hizo por cuenta propia. El PP se hundió por las primeras reformas y, posiblemente, porque el rechazo hacia el modo de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se fue agotando a medida que se alejaba su derrota del 20 de noviembre.

"Está por ver -explica Yruela en su estudio- adónde acabarán yendo los votos que, tras ir del PSOE al PP, se han bajado en 2012 en la parada de la abstención después de una experiencia de cambio que les ha defraudado o que hicieron más por irritación que por convicción. Si no volvieran al PSOE, puede decirse que la prevalencia del voto ideológico de izquierda está amenazada. Y el hecho de que en la primera ocasión no haya retornado indica, cuando menos, que no está del todo garantizado en el futuro".

A la izquierda, tanto al PSOE como a IU, se vota por identificación, por cercanía, por ese peso ideológico al que se refiere Yruela, mientras en el elector del PP pesa más la competencia; se supone que por la gestión. En la medida en que el Gobierno de Rajoy siga anclado en la crisis económica y el número de parados siga en ascenso, poco voto popular se podrá recuperar en Andalucía, puesto que todo queda lejos de la gestión brillante que se le presuponía a este partido, mientras que el malestar social por las reformas en la sanidad y en la educación públicas -especialmente importante en la comunidad por su escoramiento hacia la izquierda- beneficiará al voto ideológico, aunque posiblemente más a IU que al PSOE.

El distanciamiento de Griñán hacia las políticas de Rajoy trataría de conjurar el peligro de verse confundido en el rechazo generalizado hacia los gobiernos, si bien IU podría siempre aprovechar ese descontento mientras, como en Cataluña, no irrumpan nuevas fuerzas en el Parlamento. Por su parte, el PP andaluz, sumido en una crisis de liderazgo desde la dimisión de Javier Arenas, se muestra más incapaz aún de reconducir o aplacar el descontento generalizado con el Gobierno central.

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