Los proyectos zombis de Huelva

La crisis y los procesos electorales dejan en el olvido diversos planes urbanos en la provincia onubense Algunas obras ya contaban con financiación europea

Los proyectos zombis de Huelva
Los proyectos zombis de Huelva
Óscar Lezameta Huelva

16 de agosto 2016 - 05:04

El 27 de julio, el pleno de la Cámara de Comercio de Huelva demandó la implicación "de manera urgente a los representantes políticos, para que sean capaces de recuperar dos proyectos esenciales para el futuro inmediato de Huelva: el acelerador de partículas y el Centro de Aviones No Tripulados (CEUS)". Se trata de dos de los muchos que vivieron las mieles de presentaciones, infografías, fotografías con responsables políticos e incluso gozaron de financiación que, bien hubo de devolver porque procedía de fondos europeos, o cayó en el saco roto donde terminan muchos de estos faraónicos proyectos.

Por empezar con aquellos que fueron tratados en el pleno de la institución cameral, el 5 de noviembre de 2013 se presentó CEUS en un acto que contó con la presencia del consejero de Economía, José Sánchez Maldonado, y con los más altos representantes del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). Los números eran lo suficientemente contundentes: 40 millones de euros de inversión, principalmente europeos, para un complejo de 75 hectáreas que albergarían una pista de aterrizaje y despegue de 2.000 metros de longitud y crearía 250 empleos directos.

El dinero adelantado por la Unión Europea -21 millones- obligaba a finalizar los trabajos a finales de 2015, tiempo que se dieron las administraciones para concluir los trámites burocráticos para su ejecución, ya que según se dijo entonces "el 90% del trabajo está hecho". Ese montante económico tuvo que ser devuelto al haber finalizado los plazos para su puesta en funcionamiento, por lo que incluso llegaron a pensar en organizar conferencias, un foro de debate para atraer a las grandes firmas del sector e incluso la Universidad de Huelva (UHU) pensó en poner en marcha un máster de vuelos no tripulados. Huelva dejó pasar la oportunidad de marcar tendencia en un sector con un futuro espléndido.

El siguiente proyecto fue el acelerador lineal. Una apuesta científica que, situaría a Huelva a la cabeza de la investigación europea, concluyó con una deuda de tres millones de euros. El plan inicial requería una inversión de más de 30 millones de euros, de los que 25 provenían de fondos del Gobierno central, aunque nuevamente Bruselas estaba detrás de los mismos. La decisión comenzó a fraguarse, a finales de 2011, y conllevó el diseño y planificación de un Centro de Investigación de la Energía.

Apenas un año después, se detectaron graves deficiencias en el proyecto que provocaron que el Ministerio de Economía cuestionara su viabilidad, por lo que se redactó uno nuevo. Esto sacudió a la UHU que optó por abandonar.

En 2009, el entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, anunció con todos los honores el proyecto de construir no uno, sino tres puentes sobre el Odiel que unirían Huelva con la localidad de Punta Umbría. Hasta en 266 millones de euros se estimó el coste global de la Conexión Sur Metropolitana. Su diseño fue elaborado por Javier Manterola, uno de los más prestigiosos proyectantes de puentes y viaductos convertiría a Huelva en la ciudad con el puente arco más grande de Europa por su luz.

La Junta se gastó más de tres millones en los estudios previos para una construcción que ni por entonces existía, ni existe hoy, como tampoco hay rastro de los 4.600 puestos de trabajo.

Lo que sí queda son los problemas de circulación que se incrementan en época estival en Punta Umbría y en los accesos a las playas de El Portil y El Rompido. Los problemas para circular afectan al puente del Odiel y tienen como origen o destino Huelva y los municipios de Aljaraque, Corrales y Bellavista.

Durante una etapa en la que la crisis económica comenzó a mostrar, con toda su crudeza, lo duro de una caída en la construcción que aún no ha recuperado los niveles previos a la misma, la Torre Odiel sobresalió entre todos ellos. Sería el edificio más alto de la ciudad y sus 33 plantas, más un observatorio que ofrecería unas vistas privilegiadas, estaban asentadas sobre una estructura de pilotes a 30 metros de profundidad.

La primera fase, la única para la que hubo al menos un estudio previo, suponía una inversión de nueve millones. La financiación incluía la urbanización del entorno, la reestructuración del tráfico y la construcción de bulevares o pantalanes. Se aseguró que, detrás de la misma, había un grupo de promotores que sostendrían una inversión de carácter público privado. Si entonces estaba en el aire, aún permanece ahí.

Si de edificios faraónicos se trata, la futura -y aún en obras- estación del AVE, es quien se lleva la planta. Ya por 2007, se presentó uno de los más espectaculares y controvertidos diseños de Santiago Calatrava para dicha estación, que incluía un disparatado hotel de 353 metros de alto en medio de un pinar, junto con un imponente edificio para pasajeros.

La maqueta impresionó por su diseño y asustó por su astronómico coste, por lo que fue descartado. Poco después, se pasó al otro extremo, un apeadero que buscaba -y encontraba- la funcionalidad en espera de tiempos mejores para el tan ansiado edifico emblemático.

En el término medio suele estar la virtud, y por ella apostó el proyecto de Rafael De La Hoz, que iba supondría una inversión de 50 millones y se alzó con el triunfo en un concurso en el que compitió con 33 proyectos más.

La proximidad electoral persiguió la original idea, cuyo valor estimado rondaba los 50 millones, muy alejados de los 870.000 euros que se estimó el coste de un apeadero. Aunque cercanos a los 44,4 millones que finalmente se gastarán en construir dos andenes, cuatro vías, un edificio de viajeros, comercios y aparcamientos.

Habrán más, muchos más a poco que se rastree una hemeroteca especialmente prolífica en cuanto se aproxima una cita electoral. Son cinco ejemplos de manos rotas de las administraciones, de planes megalómanos que aún siguen y seguirán surgiendo. Unos resucitan y otros parecen definitivamente enterrados. Al menos, parecen.

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