Una apuesta nacida hace cinco campañas

La filosofía por los jóvenes fue planteada por Ollero y Llaneza, un lustro antes de la eclosión con Aíto al mando, previendo la paulatina reducción presupuestaria

La última plantilla del Cajasol se prepara para posar ante los medios en el centro del pabellón de San Pablo antes del inicio del 'play off' de la Liga Endesa.
La última plantilla del Cajasol se prepara para posar ante los medios en el centro del pabellón de San Pablo antes del inicio del 'play off' de la Liga Endesa.
Juan De La Huerga Sevilla

16 de junio 2014 - 05:02

No había llegado aún Caixabank al baloncesto sevillano, ni siquiera el conglomerado de cajas de ahorro que formó Banca Cívica. El Club Baloncesto Sevilla seguía por entonces, en 2009, dependiendo de su matriz, Cajasol, previamente Caja San Fernando, cuando el sensato y prudente presidente, Juan Carlos Ollero, le planteó al director deportivo, Juan Llaneza, alguna fórmula para abaratar costes en la primera plantilla. Entre ellos pergeñaron la política de incorporaciones de jóvenes que ha vivido su eclosión esta temporada con todo el baloncesto europeo rendido a los pies del juego de los niños del equipo sevillano.

Con Aíto al frente, el mejor técnico español de la historia y el formador más reputado en el alto nivel de este deporte, este curso ha servido para demostrar que el modelo de apostar el talento joven, sobre todo procedente de Europa, ha dado sus frutos, a pesar de que se ha ido reduciendo el presupuesto paulatinamente del club hasta pasar a ser alrededor de un tercio de lo que era hace seis campañas.

En este proceso de fichar a críos con virtudes para convertirse en futuras estrellas -unos llegan y otros muchos se quedan por el camino-, el Cajasol empezó a peinar Europa, consciente de la problemática que había en su día para que un sudamericano o un africano consiguieran el pasaporte, luego suavizada por la normativa respecto a los jugadores con pasaporte cotonou.

A finales de 2008, antes de la idea revolucionaria de hacer de San Pablo una factoría de chavales muy bien dotados para jugar al baloncesto, el Cajasol hizo un precontrato con Tomas Satoransky, que siguió en Praga hasta que concluyó aquella temporada 08-09 y que vino justo después para ejercitarse en Sevilla con Pedro Martínez. Al checo le echó el ojo Pablo Camacho, antiguo técnico de cantera del club. En verano fue contratado Joan Sastre por cinco cursos, la misma duración que Satoransky.

Desde entonces hubo un goteo incesante de jugadores imberbes que fueron aterrizando en Kansas City -o más bien en la residencia de Pino Montano- para probar suerte, aunque muchos de ellos habían sido seguidos en torneos de selecciones inferiores por toda Europa.

Vino Beka Burjanadze desde Georgia con 16 años para forjarse en este modelo; luego llegó Ondrej Balvin para apuntalar la zona con un pívot gigante para intimidar, rebotear y defender; más adelante apareció por aquí Kristaps Porzingis, con sólo 15 primaveras y muy delgado por un problema nutricional resuelto con el tiempo; hace dos temporadas el club incorporó a Nikola Radicevic, uno de los mejores bases jóvenes de Europa y que en Serbia tiene un cartel relevante por su tremendo talento... No fueron los únicos. En el filial se destapó hace uno meses un jugadorazo como el ala-pívot Max Salash, quien ya está en los mentideros del baloncesto como un proyecto interesantísimo. Más sangre nueva, también española, hay en la cantera cajista y no todos alcanzarán la cima, pero la decidida apuesta por este método ha obtenido recompensa a la larga con un coste mucho menor a los dinerales que se gastaban antaño.

En Caixabank, según apuntaban en el acto de compraventa del club al fondo de inversión Jefferson Capital Funding el pasado viernes, hicieron hincapié en mantener esta fórmula de fichajes de jóvenes talentos, pero fue planteado como si dicha planificación hubiera partido de ellos, cuando a todas luces se ha comprobado que este riesgo de mirar al futuro pensando también en el presente estaba planteado desde mucho antes de que llegara el banco a la vida del club.

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