Ni más ni menos

El Sevilla, séptimo con 14 puntos, tiene lo que ha merecido en las 9 jornadas disputadas más allá de una imagen demasiado contradictoria. Los de Míchel, que llegaron a ilusionar, siguen sin equilibrio.

Ni más ni menos
Ni más ni menos
Jesús Alba / Sevilla

30 de octubre 2012 - 05:02

Catorce puntos en nueve jornadas y séptimo en la tabla. Ni más ni menos. Ése es el balance que ofrece el Sevilla de Míchel, independientemente de unas sensaciones tan contradictorias como cambiantes de una semana a otra, de jugar en el Sánchez-Pizjuán al abrigo de su público a hacerlo lejos de Nervión.

Si bien en determinados momentos entre estas nueve jornadas y escaso mes y medio de competición el sevillismo se dejó llevar por la euforia y se llegó a hacer ilusiones sobre el potencial del equipo de Míchel -sobre todo tras ganar al Madrid y plantar cara al Barça-, la realidad invita a ser más comedidos. El rendimiento en campos en los que un equipo que aspira a Europa no puede fallar, como Vallecas, Balaídos o La Romareda, podía incluso llamar -y llamó incluso- al catastrofismo, aunque en esos momentos es cuando hay que ubicarse en el justo medio y analizar las cosas con mayor serenidad.

El Sevilla actual, con tres puntos menos a estas alturas que la temporada pasada, cuando era quinto con 17, es un equipo con muchas posibilidades porque las ha apuntado, pero incompleto. Es un equipo que ha necesitado ayudas externa para competir y para dar su mejor nivel. Ante los grandes esa motivación extra que ofrece la posibilidad de ir al límite, de subir la intensidad hasta el máximo y de mantener la concentración. También, por qué no, el hecho de no ser el que tiene la responsibilidad de llevar el peso del partido... cuestiones algunas futbolísticas y otras mentales que han multiplicado por diez o por veinte las posibilidades reales de un equipo que, se quiera o no, está en construcción.

Porque el Sevilla es además un equipo muy joven que arrastra muchos de los defectos que lo limitaban en las dos temporadas anteriores. Una descompensación del equilibrio defensa-ataque que parecía haberse recuperado con la entrada en el equipo de Maduro. El holandés, que llegó a hacerse clave en partidos como los citados ante Madrid y Barcelona, ha sufrido una merma física a la vuelta del parón liguero que se hizo evidente en el choque ante el Mallorca (aunque acabó en victoria) y mucho más acusada en Zaragoza. Si a ello se le une el cambio de sistema de Míchel del 4-3-3 inicial al 4-1-4-1 con Medel apretando más arriba de los últimos partidos, se llega a producir una carencia de control que acaba siendo peligrosa si el rival, como hizo el Zaragoza, acumula futbolistas superando la línea de tres cuartos sevillista.

El Sevilla se ha mantenido en algunos partidos por el excelente momento que atraviesa Rakitic y por la efectividad de Negredo, con ayudas puntuales de Jesús Navas en asociación con Cicinho en la derecha. La irrupción del brasileño ha sido una buena noticia en el fútbol de ataque por el factor sorpresa, pero también se ha convertido en una vía por la que los rivales buscan hacer daño. Y ahí, en la defensa, también ha tenido el equipo de Míchel verdaderos puntos negros. Y no es nada nuevo. En Granada en la tercera jornada de Liga, y desde el primer partido de Liga ante el Getafe, en el que ya hubo regalos.

Y todo viene muchas veces por la consigna de querer sacar el balón jugado, lo que se convierte en un verdadero problema cuando la defensa ve la línea de creación demasiado lejos y no hay un enlace que se ofrezca a pedir la pelota con autoridad. Y arriba, el Sevilla tiene demasiada dependencia de Negredo y el vallecano, siendo un gran jugador, no es infalible, como ha demostrado varias veces.

El Sevilla, si no cambia y pese a que puntualmente provoque situaciones de euforia e ilusión, es un equipo más que pierde o gana partidos por detalles aleatorios. Lejos de Atlético o Málaga, está sin plan y no es más que lo que tiene: 14 puntos en 9 jornadas. Ni más ni menos.

stats