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Con rango de acontecimiento

  • Motivación La creciente rivalidad con el Atlético y la condición de grande ganada a pulso por éste deben servir de trampolín al Sevilla para rendir como en sus mejores días Regreso Reyes, gran protagonista en el Calderón, donde Babá suple a Negredo

Está visto y comprobado que como no sea en grandes acontecimientos este Sevilla no aparece ni da la cara de verdad. Parece que los protagonistas han captado el mensaje crítico que la semana posderbi ha deparado para un grupo que quizá esperaba una lluvia de elogios, pero esta tarde Embajadores abajo desde Atocha está otra prueba más para demostrar si esto es así de verdad o se queda en un mero propósito de enmienda. Si es por Reyes, un jugador que hoy es protagonista en su vuelta al Calderón tras erigirse en el héroe del derbi, va en serio.

El 5-1 ante el Betis ha desenmascarado definitivamente a una plantilla que competía la mayor parte de las veces por debajo de sus posibilidades reales y resulta además que éstas, las verdaderas posibilidades del Sevilla, pueden situarse mucho más arriba de lo que pensaban propios y extraños, pero sobre todo los propios, que sabían que había buenos mimbres en el cesto, pero que no se imaginaban que el canasto podía lucir tanto en momentos puntuales.

Porque las noches de oropel ante Real Madrid, Barcelona y Betis han dejado en evidencia el comportamiento de otras citas más de diario como Vigo, Zaragoza o Bilbao y eso ha enfurecido en vez de enorgullecer -que también- a quienes disfrutaron con las exhibiciones de los suyos. Desde estas mismas páginas al día siguiente del derbi se reflexionaba sobre que la Liga no son sólo tres partidos, sino treinta y ocho, y el presidente tardaba poco en pedir a los que tienen que correr y dejarse el alma en el campo que si ellos quisieran, si pusieran siempre esa tensión, al Sevilla no le ganaba "nadie".

La suerte para el Sevilla y para esos profesionales que un día son carne y otro día pescado es que la cita inmediatamente posterior al histórico 5-1 al Betis puede considerarse de igual rango a los choques en los que la motivación dio alas a los de Míchel. Porque el Atlético de Madrid es un oponente que en los últimos años ha adquirido un nivel de rivalidad, pique y revanchismo que puede compararse, sin llegar por supuesto a los mismos niveles, con las sensaciones de afrontar un derbi. Muchos, por ejemplo, han recordado esta semana los cánticos de pésimo gusto que un sector de la afición colchonera ha dedicado a la memoria de Antonio Puerta alguna que otra vez.

Pero también porque el nivel de competitividad de los rojiblancos desde la llegada de Simeone al banquillo ha subido tanto que hoy día, superado ya el primer tercio de Liga, el Atlético es el único equipo que ha demostrado ser capaz de aguantar el ritmo del Barcelona, por delante incluso de su rival capitalino, el Real. De hecho, con el Cholo está firmando el mejor arranque liguero de su historia. Es, por tanto, el Atlético, un grande y un rival encarnizado, las dos cosas a la vez. Entonces, sin necesidad de ser mentalizados de forma extraordinaria, ¿qué excusa tienen los de Míchel para no salir hoy igual en cuanto a intensidad y ganas que en esas tres citas en las que han demostrado estar a un nivel de campeones?

La verdad es que si el fútbol no fuera tan complicado todo el mundo saldría ganando antes que el balón empezara a rodar. A los jugadores del Sevilla no se les exige que arrollen a sus rivales como lo hicieron contra el Betis, pero sí que pongan más interés del mostrado en choques como el de Bilbao, donde el entrenador colmó el vaso de la paciencia a tenor de sus palabras posteriores.

El ejemplo y modelo a seguir esta vez está muy a la mano, pues el Atlético está mostrando el camino de lo que es competir y llevar al máximo nivel aspectos fundamentales en el juego y que dan un plus extra en el fútbol como Son concentración, motivación, entrega, intensidad, ambición... Quizá son virtudes que se le recuerdan precisamente a Simeone en su etapa de jugador y que ahora inculca a sus discípulos hasta el momento con bastante éxito.

Míchel ha tocado las teclas oportunas -o ha debido tocarlas- para que su equipo no vuelva a desconectarse y no acuse dos bajas importantes, sobre todo una, la del hombre gol de la plantilla, Álvaro Negredo. La ausencia del vallecano por una dolencia muscular ha abierto el debate en torno a Babá, un jugador del que si Míchel hace sólo una semana afirmaba que salía demasiado tensionado por sustituir a Negredo, qué habría que pensar sobre el control de sus nervios ante una cita como la de hoy. El senegalés, que curiosamente se estrenó en un partido ante el Atlético en Nervión, va a tener cuatro oportunidades (las tres semanas de baja de su compañero más la Copa) para dejar en buen lugar a la secretaría técnica. Porque en sus últimas apariciones ha dejado muchas dudas sobre su resolución ante ocasiones claras de gol.

La otra baja en el once sevillista es la de Medel, por sanción, aunque con quien quizá no contaban muchos sevillistas es con Reyes, que jugará en su puesto de interior y, además, por la presencia de Rakitic lo hará acostado algo a la derecha, donde tiene mejor perspectiva. La figura emergente del utrerano ilustra como nadie el talante con que el Sevilla acude a una cita que tiene rango de gran acontecimiento. El Atlético es un grande y hay rivalidad. ¿No es lo que necesitan los futbolistas del Sevilla para motivarse?

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