El silencioso adiós de Javi Varas, el héroe olvidado

El meta tuvo que acudir al CMAC para acordar una indemnización antes de firmar por el Valladolid.

Javi Varas posa en el José Zorrilla como jugador del Valladolid.
Javi Varas posa en el José Zorrilla como jugador del Valladolid.
E. Florido Sevilla

27 de agosto 2014 - 05:02

Fue un 22 de octubre de 2011. En el minuto 95 de un Barcelona-Sevilla, Javi Varas le detuvo un penalti a Messi para obrar el milagro de salir indemne, 0-0, del Camp Nou. El chaval de Pino Montano que empezó como meta del equipo de la Peña Sevillista Pablo Blanco encontró por fin su gran día de gloria con su equipo de toda la vida, al que llegó en 2004. Acababa de ampliar su contrato dos semanas antes, hasta 2015, y le había ganado el puesto al mítico Palop... Marcelino había apostado por él en lugar del valenciano. Aquella noche en la Diagonal, Javi Varas le dio la razón a los que le renovaron el contrato. Poco le duró la gloria.

Javi Varas se convirtió ayer en nuevo portero del Valladolid. Inicia una nueva lucha en la sombra a sus 31 años, después de bregar muchísimo en la ciudad deportiva por intentar competir con el mejor portero de la historia del Sevilla. Cuando lo logró, una inoportuna gastroenteritis le dio a Míchel la ocasión de devolver la titularidad a Palop en su debut como técnico en Anoeta. Y el de Pino Montano perdió ya para siempre el sitio, la confianza.

Desde la misma primavera de 2012, el Sevilla intentó buscar una solución a la portería. Fichó a Diego López para que Palop o el canterano salieran del club. El valenciano aguantó el pulso y Javi fue cedido al Celta. Desde entonces, su estancia en Nervión fue a contrapelo. Ayer, por fin, vio la puerta de salida. Firmó por un año con el Valladolid, con opción a dos más si sube a Primera. Pero antes tuvo que recurrir al CMAC (Centro de Mediación, Arbitraje y Conciliación). Los abogados del club y del jugador certificaron ayer el acuerdo para la indemnización.

Javi Varas se va sin una despedida oficial, por la puerta chica, sin posar con los trofeos que ayudó a conquistar con su trabajo silencioso: una Copa del Rey y una Liga Europa. Lo despidió en su despacho el director financiero del club, que rompió unilateralmente el contrato que tenía vigente. Recibió la misma moneda con la que Fazio le ha pagado al Sevilla tantos años de convivencia.

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