La década que le cambió la faz al club

J. A. Solís Sevilla

18 de septiembre 2014 - 05:02

Cuando Julio Baptista metió al Sevilla en la Copa de la UEFA con aquel gol ante Osasuna, el 23 de mayo de 2004, ni el más iluso de los aficionados que llenaron la Puerta de Jerez esa noche soñó con lo que el destino le tenía deparado al club de sus amores en la década posterior. Diez años se cumplen de esa vuelta a los torneos europeos, de ese reingreso que, ya de por sí, colmaba las expectativas del aficionado sevillista por entonces.

Una década después, el Sevilla se ha convertido golpe a golpe, temporada a temporada, en todo un clásico del fútbol europeo. Su toma de contacto fue digna, aunque no pionera: los octavos de final de esa UEFA 2004-05, en la que el verdugo del cuadro de Caparrós fue un vulgar Parma, ya era la frontera marcada para aquel Sevilla que sucumbió ante el Kaiserslautern (1983-84) o el que perdió ante el Barcelona (1995-96).

La explosión que le cambió la faz al club llegaría un año después, con el gol de Puerta al Schalke y la final de Eindhoven. Ya nada fue igual por Nervión. Ese título terminó de disparar hasta el primer estrato europeo a un equipo, el que se encontró Juande Ramos, plagado de jugadores de primer nivel internacional: Palop, Daniel, Escudé, Maresca, Jesús Navas, Puerta, Poulsen, Adriano, Renato, Luis Fabiano o Kanoute.

Ese equipo, que muchos sevillistas ven irrepetible, logró otra UEFA más en 2007 y metió al club en el bombo de cabezas de serie de la Champions, competición que jugó dos veces -en ambas, en 2008 y 2010, cayó en octavos.

La decandencia de esa época quedó patente en la derrota ante el Sporting de Braga en la previa de Champions de 2010: esa temporada cayó ante el Oporto en dieciseisavos de la UEFA. El año siguiente, el revés ante el Hannover 96 en la previa de la Liga Europa prolongó la línea descendente, culminada con la ausencia de cualquier torneo continental en la campaña 2012-13.

Esa temporada fue la única, en estos diez años, en que el Sevilla no cruzó la frontera española para jugar. Y su vuelta a Europa no pudo ser más dichosa, con la tercera UEFA/Liga Europa y el cuarto título continental en una década. Pocos de los grandes del balompié continental pueden vanagloriarse de haber conquistado tanta plata en este periodo.

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