El líder de su manada (0-1)

Levante-Betis

El Betis, en un partido con altibajos, despacha a un Levante nefando que disparó tres veces a los palos Rubén Castro y Joaquín, con unas pinceladas de Dani Ceballos, marcan la diferencia

Dani Ceballos controla el balón con la punta de su bota derecha ante el acoso de Simao y de Verza, quien sigue la jugada.
Dani Ceballos controla el balón con la punta de su bota derecha ante el acoso de Simao y de Verza, quien sigue la jugada.
Javier Mérida

28 de noviembre 2015 - 05:02

Más allá de los infinitos debates establecidos y aún calientes por esas dos caras que, como el dios romano Jano, tiene el Betis, la que asoma y enfada en Heliópolis y la que no seduce pero alegra conforme se aleja del Guadalquivir, es axiomático que el equipo verdiblanco es el rey de los modestos, ese tuerto en el país de los ciegos que devora a los rivales de medio pelo como él aunque, en la mayoría de las ocasiones, lo haga con un fútbol ramplón, sin excesiva hilazón y, por qué no, acabando normalmente en deuda en este caso con una diosa, Fortuna, que en pleno corazón de Orriols, anoche, tuvo la maestría de desviar tres remates francos a la madera de Adán.

Sea como fuere, el equipo de Pepe Mel, sin bordarlo ni muchísimo menos, demostró más fútbol que el Levante, un equipo en el que, quizá salvando a Camarasa y David Navarro, cuesta hallar un solo futbolista capaz de ser incluido en la plantilla verdiblanca, por mucho que Morales, un extremo rapidito que amaga mucho y da poco, vista algo entre tanto zote que puebla habitualmente el césped del Ciutat de València.

El técnico verdiblanco viajó hasta el recinto del conjunto granota con la idea de recuperar el mejor Betis del curso, que, sin duda, fue el que venció por 0-2 en Vallecas. Y, de hecho, los siete hombres que se alinearon por detrás del balón fueron los mismos. Sólo Dani Ceballos y Joaquín entraron en ese equipo por Rennella y Portillo; es decir, sobre el papel, incluso quedaba fortalecida la apuesta, que, encima, recibió el notabilísimo empujón de un gol temprano, seguramente porque el equipo de Rubi sale desconcentrado en los minutos iniciales...

Ironías al margen, ese tanto de Rubén Castro en el minuto 4 sirve perfectamente para retratar el partido e incluso el porqué de la trayectoria del Betis, la causa por la que es, consumido un tercio de la Liga, el jefe de su manada. O sea, el mejor entre los recién ascendidos y los que militan en Primera División porque ésta la componen veinte equipos y de todo tiene que haber, léase Levante o Granada e inclúyase también si se quiere al Rayo Vallecano, la otra víctima de los heliopolitanos a domicilio.

Ninguno de estos equipos y alguno más cuenta en sus filas con futbolistas de la talla de Joaquín y Rubén Castro. Anoche, entre los dos parieron un saque de esquina en corto que, tras dos paredes y un desmarque hacia atrás imperioso del canario, finalizó con una rosca rasa de éste al segundo palo.

Únansele a los dos abuelos de la plantilla la solvencia de un guardameta como Adán, sin duda el mejor de la Liga si se exceptúan los de los tres grandes, y la ecuación da un resultado exacto que, pese a dimes y diretes, tiene situado al Betis en su sitio desde que el balón echara a rodar en agosto.

La cuestión a resolver sería, marcador al margen, por qué el Betis no se desenvolvió ante el Levante con la misma solvencia de Vallecas pese a disponer de mejores futbolistas que aquella mañana de octubre y estar los granotas un escalón por debajo de los hombres de Paco Jémez aunque ello pueda resultar algo complicado.

Quizá la explicación habría que empezar a buscarla en ese gol temprano que destrozó las pizarras y abrió el partido para sorpresa de ambos contendientes. Al Betis, que había salido con la intención de presionar arriba y mandar en el partido, lo atemperó una pizca, aunque quizá fuera porque el Levante fortaleció también el músculo en el mediocampo y le otorgó más bravura y empuje a sus acciones.

Se encontró con la acción pintiparada para el empate enseguida en un error de Bruno que Verza primero y Deyverson después llevaron a los palos. Y el Betis, durante casi media hora, se mostró incapaz de agarrar el partido, darle una velocidad menos y llevarlo a su terreno.

Se había encomendado Mel a Dani Ceballos y el utrerano no lo defraudó. Tiró del equipo y, junto con Joaquín, besó los terrenos próximos al área granota, pero el Betis finalizó pocas jugadas y no anduvo excesivamente fino en el repliegue. Sufrió por su impericia para juntar líneas. Petros presiona sin desmayo, roba balones y acude a muchos sitios, pero tácticamente no es un futbolista para sujetar el equipo. N'Diaye, menos aún. Y, para colmo, los dos laterales obligan a éstos y a los centrales a un plus que acaba por estirar al equipo, cuando no abrirlo y, en definitiva, descompensarlo. Cualquier fotograma cenital que pudiese hacerse con el balón en poder del Levante mostraría a un Betis mal situado, siempre cojo de alguna pata. Por eso sufrió y mantuvo el triunfo en tenguerengue hasta los estertores.

Aunque, llegado este punto, habría que rebobinar y recordar que el Betis es el alumno aventajado de su clase. Y que jugó frente a un equipo con un delantero, Deyverson, que falló un gol que jamás malograría Rubén Castro y con otros que se adoban de una extraña contumacia en centrar defectuosamente y regalar balones al rival al borde de su propia área. Salvando otro disparo al larguero de Deyverson en el minuto 55, ni cuando el Betis se quedó con diez osó con inquietar a Adán. Todo su fútbol moría en el barullo, enredado en las piernas del que fuese...

Ante rivales así, al Betis le basta con competir y con los dos o tres fuoriclassi que tiene. A ver si se suma alguno de los nuevos...

stats