El príncipe Eduardo de Inglaterra y su esposa Sophie Rhys-Jones, condes Wessex, se dieron ayer un baño de masas a su llegada a Gibraltar, donde permanecerán hasta mañana miércoles en una visita enmarcada dentro de la celebración del Jubileo de Diamantes de la reina Isabel II.

A las doce del mediodía, diez minutos después de lo previsto y bajo un fuerte calor, el hijo menor de la monarca británica y su esposa, ataviada con un sencillo traje de color claro hasta la rodilla, aterrizaron en un vuelo regular de la British Airways. A pie de escalerilla le esperaban el gobernador, el vicealmirante Sir Adrian Johns, y el ministro principal, Fabian Picardo.

Tras los saludos protocolarios, los condes se dirigieron, en coches separados, al edificio de la Real Fuerza Aérea (RAF) y después a una abarrotada plaza de John Mackintosh donde el trabajo de la prensa no fue sencillo debido a la afluencia de público, que superó las previsiones iniciales, y a la descoordinación en la organización.

Bajo fuertes medidas de seguridad, el príncipe Eduardo y Sophie Rhys-Jones accedieron a la plaza cada uno por un lateral para satisfacer a todos los asistentes, entre ellos muchos niños.

En el centro les esperaban en una carpa para protegerles del sol el alcalde, Julio Alcántara, y el ministro Steven Linares. Los condes de Wessex tomaron asiento en la primera fila, acompañados por Fabian Picardo y su esposa Justine, el viceministro principal Joseph García y su mujer y el gobernador y Lady Johns. Detrás, otras autoridades y Miss Gibraltar 2012, Jessica Baldachino.

A continuación, la Academia de Danza de Gibraltar escenificó algunos extractos de la obra Una audiencia con la reina, al ritmo de música de Los Beatles, Elton John y Cliff Richard.

Una vez finalizada la actuación, los miembros de la Casa Real británica iniciaron un multitudinario paseo por la calle Real, donde muchos gibraltareños llevaban horas esperando para verles de cerca y expresarles su cariño. Para propiciar una mayor participación de los ciudadanos, las oficinas del Gobierno cerraron sus puertas a las 11:15 horas.

Los condes de Wessex les devolvieron el gesto saludándoles de forma afectuosa y cercana, lo que provocó que el paseo hasta el Convento, residencia del gobernador, se prolongara por espacio de una hora. Agentes de la Policía tuvieron que emplearse a fondo para despejar el camino, lo que en ocasiones causó alguna que otra dificultad a la prensa.

En el Convento, donde no se permitió el acceso a los medios de comunicación, el príncipe Eduardo, que ya estuvo en el Peñón en el año 2001 para entregar unos premios de la Fundación Duque de Edimburgo, y Sophie Rhys-Jones plantaron un árbol por el Jubileo en los jardines y asistieron a una entrega de premios.

Ya por la tarde y tras un receso de dos horas, los condes de Wessex asistieron a la colocación de la primera piedra del futuro Monumento del Jubileo de Diamantes, que marca los 60 años de Isabel II en el trono, y a una recepción del Gobierno en la terraza del centro de ocio King's Bastion. Al término de este acto, el príncipe Eduardo y su esposa se dirigieron al Rock Hotel, dando así por terminada la agenda del primer día.

Hoy la actividad arrancará pronto, a las 09:00 horas, en la base naval para visitar las instalaciones de las Fuerzas Británicas de Gibraltar, cita ineludible en todas las visitas reales al Peñón.

Además, está previsto que Eduardo de Inglaterra y Sophie Rhys-Jones conozcan las instalaciones de la Autoridad Portuaria; visiten la Zona Alta y la urbanización Moorish Castle; y descubran una placa dedicada a los trabajadores marroquíes en los jardines Alameda. La jornada del martes se completará con un desfile por el cumpleaños de la reina Isabel II en la plaza de Casemates y una fiesta posterior en el Convento. Por la noche, en torno a las 22:30 horas, una imagen de la monarca será proyectada en la cara norte del Peñón. Los condes de Wessex abandonarán Gibraltar mañana tras inaugurar la nueva terminal.