"El humor es una forma decente de abordar la Guerra Civil"

Lombilla gana el Premio de Novela Casino de Mieres con 'El hombre que mató a Queipo de Llano'

José Luis Castro Lombilla.
José Luis Castro Lombilla.
Alfredo Valenzuela (Efe) / Sevilla

20 de agosto 2012 - 05:00

El humorista gráfico José Luis Castro Lombilla (Sevilla, 1966), más conocido como Lombilla a secas, confiesa que ha pasado "tanto tiempo" que el humor es "una de las pocas formas decentes de abordar la Guerra Civil". El hombre que mató a Queipo de Llano es el título de su primera novela, donde retrata con desenfado, pero no sin crítica, al conocido militar. La obra será publicada en noviembre tras haber obtenido en junio el Premio Casino de Mieres, dotado con 6.600 euros y a cuya última edición concurrieron 73 obras de España y América.

El autor, que aclara que la suya no es una "novela típica" sobre la Guerra Civil, defiende que el humor no implica equidistancia. "Queipo es lo que es y no necesita que se le carguen las tintas, como tal malvado villano de la Historia", afirma. Lombilla lamenta que la mayoría de los libros que se publican sobre el general que gobernó Sevilla y buena parte de Andalucía durante la Guerra Civil sean "hagiografías" y que también sean "bastante vulgares" las novelas que no toman partido.

El hombre que mató a Queipo de Llano, explica el autor, cuenta la historia de tres republicanos bastante torpes que quieren matar al destacado militar, de modo que toda la acción transcurre dentro de un bar de la Sevilla de 1936 en el que conspiran estos tres pintorescos personajes "inspirados en los hermanos Marx": un zapatero remendón, un limpiabotas y un pícaro sin oficio. Esa situación está, a su vez, basada en el relato de Max Aub La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco, en el que se cuenta cómo unos exiliados españoles en México se reúnen todos los días en un bar para hablar de la necesidad de eliminar a Franco, hasta que el camarero, harto de escucharlos, viaja a España y acaba con la vida del dictador.

De todos estos guiños y referencias se va dejando rastro en esta "novela de paredes transparentes". "La acción se divide en el pasado, la época de la Guerra Civil, y en el presente, el de un escritor tan torpe como sus personajes, que soy yo, y que va señalando todas las claves, toda la tramoya y de dónde surgen los recursos narrativos", explica Lombilla. "Queipo no aparece como personaje. Sabemos de él a través de un personaje simbólico, una mosca que liba en su bigote los restos de licor y va contando todo lo que ve y dice el general; aunque cuando da sus famosas charlas por la radio tiene que apartarse, porque el bigote se mueve demasiado", agrega el humorista y escritor sevillano.

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