Arte con pasaporte iberoamericano

La galería Rafael Ortiz será, del 4 al 7 de junio, la única representante andaluza en la feria Pinta de Londres La sala sevillana acoge estos días la muestra colectiva 'Modulares'

Arte con pasaporte iberoamericano
Arte con pasaporte iberoamericano
Charo Ramos Sevilla

29 de mayo 2013 - 05:00

Del 4 al 7 de junio la galería Rafael Ortiz volverá a ser la única representante andaluza en la cuarta edición de la feria Pinta de Londres, donde mostrará una potente selección de artistas de la comunidad como Guillermo Pérez Villalta, Luis Gordillo, Equipo 57 o el recordado Manuel Barbadillo, de quien mostrará tres piezas muy primitivas, correspondientes a sus inicios en el Centro de Cálculo de Madrid.

Pinta, que comenzó en Nueva York en 2007, decidió hace cuatro años duplicarse en Londres para atender desde ahí el interés creciente de instituciones y coleccionistas europeos por el arte contemporáneo latinoamericano. La cita subraya ahora esa pujanza tanto como la influencia de los artistas de la Península en la formación de la identidad iberoamericana. Por ambos motivos, cada vez son más los museos que han enriquecido sus fondos comprando en esta feria, como sucedió en las tres pasadas ediciones con la Tate Modern, el Centro Pompidou de París y el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.

Sus adquisiciones constataron además el aprecio y la cotización de artistas como Matías Goeritz y Demian Flores (México), Tanya Brughera (Cuba), Rivane Neuenschwander, Lygia Pape y Paulo Brusky (Brasil), Marta Minujin, Horacio Zabala, Ana Sacerdote y David Lamelas (Argentina), el venezolano Claudio Perna y el uruguayo Gaston Olalde.

La presencia de galerías españolas y portuguesas es cada vez más relevante entre las más de 50 firmas internacionales que exhiben y venden en Pinta. Entre las más activas volverá a estar la madrileña Ivory Press, la galería de Elena Ochoa Foster, que apuesta por el lisboeta Pedro Cabrita Reis, el dúo cubano Los Carpinteros y los españoles Cristina Iglesias, Juan Uslé, Victoria Civera y Jerónimo Elespe.

Esa idea de integrar en el mismo expositor obras de artistas de un lado y otro del Atlántico la concreta Rafael Ortiz, que ha elegido El misterio como hilo conductor de su apuesta, llevando también a la capital británica trabajos de José María Yturralde y Dorothea Von Elbe así como del uruguayo Yamandú Canosa y de la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, el buque insignia de sus artistas iberoamericanos y a la que la Tate Modern dedica una retrospectiva esta primavera.

Mientras, en Sevilla, la galería Rafael Ortiz ofrece hasta el 7 de junio, justo el día que se clausura la feria londinense, su exposición colectiva Modulares, dedicada a las formas seriadas y su influencia en los creadores del siglo XX. Esta didáctica muestra rastrea la relevancia del trabajo con módulos en campos tan diversos como el diseño industrial, la artesanía y por supuesto, la creación artística. Para ello, reúne piezas de 18 artistas internacionales procedentes de diversas colecciones privadas -sólo la mitad está a la venta- entre las que el visitante puede admirar una pequeña vidriera del arquitecto americano Frank Lloyd Wright, un dibujo en tinta china de Max Bill, varios lienzos de Manuel Barbadillo del período comprendido entre 1968 y 1979 así como una creación en escayola del tarifeño Guillermo Pérez Villalta donde unos moldes se suceden y entrelazan a la manera de un friso.

El portugués José Lourenço abre la exposición con un colorista y vibrante lienzo, Sem título (2013), exponente de la serie sobre bloques de viviendas y oficinas de este lisboeta del 75 que siempre introduce vetas de humor en sus trabajos. Aunque su obra no está marcada por el módulo, sí la singulariza la repetición de formas, como cúpulas o, en este caso, ventanas que se suceden y entre las que surge de pronto un elemento de sorpresa.

Sin duda, entre las creaciones que mejor recogen el espíritu de la cita se cuentan los trabajos del Equipo 57, al que Rafael Ortiz dedicó el año pasado un expositor en exclusiva en la feria Pinta. Destaca el sillón modular de madera, reflejo del interés de este colectivo por la arquitectura, el diseño y el interiorismo. Icono de su producción de mobiliario junto al banco en madera de haya y acero inoxidable, está realizado en madera curvada y tensada con cables de acero, sin clavos, y sobresale por su perfección formal: la tensión le confiere rigidez pero también elasticidad, asemejándose la pieza a una obra de ingeniería.

No menos importante es la serie en acero pintado del escultor mexicano de origen alemán Matías Goeritz Puertas a la nada (1971), cuyo prototipo compró recientemente la Tate Modern. Goeritz, autor con Luis Barragán de las Torres Satélite, uno de los iconos de la modernidad mexicana, es un nombre esencial del arte contemporáneo y el Reina Sofía también acaba de incorporar nuevas obras suyas a sus fondos.

La pieza más cara de Modulares (en torno a 16.000 euros) es la de Cruz Novillo, artista de Cuenca que llegó a participar en la Bienal de Venecia y del que vemos aquí una obra en metacrilato de dos colores (plata y negro) datada en los 70 y que tiene cierta proximidad de forma con las de Barbadillo. De Adolfo Schlosser se ha seleccionado una pieza muy geométrica y conceptual de principios de los 70 en la que emplea material acrílico e hilos de goma.

Modulares incluye también obras de Gerardo Rueda, Isabel Garay, Yturralde, Juan Suárez, José Miguel Pereñíguez y Gerardo Delgado, entre otros artistas, que nos hablan de combinatorias y orden. A partir de materiales sencillos como plástico, óleo, madera, rotulador o tinta china, la muestra invita también a valorar los objetos cotidianos y esa capacidad poética que, desde los tiempos de Vitruvio y más allá, provocan en el espectador los juegos modulares.

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