Cultura

Mahler doméstico y monocromo

XXIV Ciclo de Música de Cámara de la ROSS. Pedro Halffter y Óscar Martín, pianos. Programa: Sinfonía nº1 en re mayor 'Titán' de Mahler en versión para dos pianos de Bruno Walter. Lugar: Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza. Fecha: Domingo 27 de abril. Aforo: Casi lleno.

Hasta que bien entrado el siglo XX la electricidad favoreció el desarrollo de sistemas que permitían llevar la música directamente al hogar, el repertorio sinfónico y lírico se difundía básicamente a través de arreglos pianísticos o camerísticos, que hacían posible el consumo doméstico de las grandes obras a miles de aficionados alejados de los centros de producción orquestal o escénica. En este contexto se encuadran los arreglos para dos pianos que el gran director Bruno Walter hizo de las sinfonías de quien fuera su mentor y amigo, Gustav Mahler.

Pedro Halffter, director artístico de la ROSS, y Óscar Martín, el gran pianista sevillano del momento, unieron esfuerzos para ofrecer la del corpus mahleriano, la popular Titán, lo que congregó un lleno casi completo de la sala pequeña del Maestranza. Versión de extraordinaria concentración, pero que adoleció de una excesiva morosidad, lo que hizo la sesión notablemente monótona. Ya dejó dicho Mahler que una sinfonía tiene que contenerlo todo, pero Halffter y Martín parecieron marginar los aspectos más vulgares, grotescos e irónicos de su música, redondeando todas las aristas e igualando constantemente el sonido. Todo resultó demasiado grave, lento, como congelado en el tiempo, como si la marcha fúnebre del tercer tiempo se hubiera extendido a lo largo de los más de 50 minutos que les duró la partitura. El oyente tiene en la cabeza el sonido de la orquesta del gran maestro bohemio, y eso influye a la hora de apreciar esta versión, más intimista y recogida de la obra, pero la interpretación mantuvo permanentemente un tono demasiado monocromo; no era obligado: dos pianos dan para recrear el color de la partitura con más generosidad. La falta de incisividad y variedad se extendió a la propina: un Adagietto de la de una parsimonia, un edulcoramiento y un estatismo que acabó haciendo la pieza más aburrida que trascendente.

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