Crítica de Música

Desdenes y desamores

mariví blasco/ j.c. rivera

Ciclo Otoño Barroco. Programa: Obras de H. Purcell, J. Hidalgo y J. Marín. Soprano: Mariví Blasco. Tiorba y guitarra barroca: Juan C. Rivera. Fecha: Martes, 10 de noviembre. Lugar: Sala Joaquín Turina. Aforo: Casi lleno.

No hay repertorio barroco más delicado y peligroso que el de las canciones de Purcell o los tonos humanos españoles del siglo XVII, porque su estructura estrófica, con una unidad mínima melódica repetida sucesivas veces y el fundamento de textos de fuerte carga poética, densidad alegórica considerable y arriesgados juegos de contrastes semánticos, ponen en liza todos los recursos expresivos de los intérpretes. Cualquier defecto, error o caída de tensión expresiva quedan al descubierto dada la ligereza y transparencia de los acompañamientos.

Todo esto le otorga más valor aún a lo que Blasco y Rivera ofrecieron en la segunda entrega del ciclo otoñal de los Amigos de la OBS, centrado en esta ocasión por las explicaciones de Paula Brieba en los escenarios ingleses y españoles del siglo XVII. No es fácil arrancar en frío un recital con Fairest isle de Purcell, que fuerza a la cantante a poner todos sus recursos en liza desde la primera nota, pero Blasco lo logró sobradamente, con finas ornamentaciones en la segunda estrofa y un canto ligado de absoluta frescura en una línea suavemente hilada en la que se podían apreciar acentuaciones y matizaciones que dotaban de sentido semántico al canto. Maravillosas las vocalizaciones sobre la palabra Halleluia!, como conmovedor por su contención dramática fue el famoso lamento de Dido, momento en que la tiorba de Rivera arropó con suavidad y ligereza a la voz. Aún mayor era el reto en los tonos barrocos españoles de Hidalgo y Marín, que se beneficiaron de la capacidad de Blasco para hacer comprensible los textos, con lo que la íntima relación entre canto y palabra quedó aún más en evidencia. Seguir su línea de canto y comprobar los ligeros pero pertinentes acentos e inflexiones sobre ciertas palabras suponía adentrarse en la profunda carga retórica de estas músicas que interpretadas por artistas menos atentos a los pequeños detalles sonarían monótonas. Con una guitarra aún más delicada y poética, en acompañamientos muy elaborados, piezas como La noche tenebrosa u Ojos, pues me desdeñáis se erigieron en los vórtices anímicos de la noche.

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