"En esta pieza estoy como en mi casa; por eso cambio los muebles"

Diez años después de su estreno, el bailaor sevillano Israel Galván vuelve en el Lope de Vega a 'La edad de oro', en una nueva versión que comparte con los hermanos David y Alfredo Lagos

Israel Galván, ayer, dando la bienvenida en la puerta del Teatro Lope de Vega
Israel Galván, ayer, dando la bienvenida en la puerta del Teatro Lope de Vega
Rosalía Gómez Sevilla

26 de noviembre 2015 - 05:00

Hace diez años, cuando se estrenaba en Madrid La edad de oro, muchos pensaban que el camino heterodoxo de Israel Galván tenía sus días contados; tal vez porque escuchar al jerezano Fernando Terremoto -el primero de sus cantaores, fallecido tempranamente en 2010- era una experiencia digna en verdad de la Edad de Oro del Flamenco.

"Esta vuelta a la esencia -explica Galván- fue algo intencionado, una necesidad espiritual y también económica, por qué no, de volver al formato clásico con un bailaor, un cantaor y un guitarrista, sin cajón, porque era impensable pensar en un cajón después de la muerte de Manolo Soler, sin palmeros, sin nada más. Me gustaba la idea de bailarle al cante, por eso elegí un cantaor como Terremoto, que no solía cantar para el baile y al que no podía pedirle ciertas cosas. Yo tenía que adaptarme a su cante y eso me parecía bonito".

El camino empredido tiempo atrás por Galván, sin embargo, forjándose año tras año un lenguje que hoy es admirado y respetado por todos, flamencos y no flamencos, no obedecía a ninguna moda ni a ninguna crisis pasajera. Ahí están para demostrarlo sus últimos trabajos La curva, Lo real o FlaCoMen.

Y no debe resultar nada fácil mantener la organicidad con un lenguaje tan peculiar como el del bailaor sevillano, de ahí la importancia de alternar trabajos más ambiciosos -en cuanto a formato o a dramaturgia se refiere- con piezas como La edad de oro, cuya estructura flexible ha permitido casi tantos cambios como representaciones se han hecho, nada menos que 260 si se incluyen las que se celebrarán en Sevilla este fin de semana.

Desde su estreno, no sólo han entrado en la terna cantaores tan diferentes como Tomás de Perrate, Arcángel, Segundo Falcón o Niño de Elche, algún que otro guitarrista como Pedro Sierra o incluso el bailaor David Morales, que sustituyó a Galván en una ocasión, sino que se han producido cambios coreográficos de gran relevancia. "Es que La edad de oro ha sido siempre un laboratorio permanente para Israel -dice Pedro G. Romero, responsable de la dirección artística del espectáculo- y lo ha cambiado mil veces porque le permite ensayar ante el público una serie de movimientos y de ideas que en realidad son las cosas que le preocupan en ese momento, casi siempre en relación con algo nuevo que esté preparando" .

Para Galván, es algo más sencillo: "En La edad de oro me encuentro como en mi casa así que, como si estuviera en ella, un día cambio el sofá de sitio y otro pongo la cocina en el otro extremo. Me gustan mucho los cambios porque yo me aburro mucho de mí mismo y cada cierto tiempo me tengo que reinventar, intentar ser un bailaor nuevo; aunque conserve siempre algunas marcas, como las de mi padre, las de Mario [Maya, en cuya compañía se acabó de formar] o las de Akram Khan, con quien he compartido el espectáculo Torobaka. En cualquier caso, cuando bailo nunca me propongo hacer cosas raras sino expresar lo que siento y lo que mi físico me permite; aquí, sobre todo, intento mantener siempre la atmósfera de la obra".

En la última versión de La edad de oro, la que verán los aficionados el viernes y el sábado en el Lope de Vega, el bailaor estará acompañado del cantaor David Lagos y el guitarrista Alfredo Lagos, dos hermanos jerezanos que han demostrado conocer los ritmos del periodo aureo al que se alude y, al mismo tiempo, poseer una mente abierta para los experimentos musicales y coreográficos del sevillano. Muy rica musicalmente, la obra contiene, junto a un aurresku y una pieza de Albéniz (Granada), ritmos tan flamencos como la soleá, la seguiriya, el fandango, la farruca, los tientos o la bulería. "En La edad de oro intento que salga el Israel más bailaor", dice el artista, que ya está enfrascado en un nuevo proyecto, o mejor dicho en dos nuevos proyectos, uno como autor, que tendrá como protagonista a la bailaora sevillana Isabel Bayón, y otro, de mayor formato, en el que quiere formar parte de un grupo de siete bailaores.

Respecto a este último proyecto especifica Galván "que no es lo mismo compartir escenario, como hago en Lo real, que ser uno más entre otros bailaores. A mí me daba pánico tocar a la gente, no lo hacía ni en las sevillanas. Pero Khan y Sol Picó, entre otros me han quitado ese miedo y ahora quisiera compartir de verdad mi baile con otros".

Solicitado y aclamado en todo el mundo y con reconocimientos como el Premio Nacional de Danza, Israel Galván es artista residente del Teatro de la Ville de París o el Mercat de les Flors de Barcelona y de ningún teatro andaluz. Ante esta situación, extensible a otros muchos artistas cada vez más reconocidos internacionalmente, la directora del ICAS, Isabel Ojeda, que asistió ayer a la presentación, reafirmó la intención del Ayuntamiento de complementar los espacios de exhibición con otros dedicados a la producción, señalando entre los más probables el del Centro de las Artes de Sevilla (CAS) y la Fábrica de Artillería para la que se está elaborando ya un plan de uso.

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