'El alcalde de Zalamea' llega al Lope con Carmelo Gómez al frente

Helena Pimenta dirige esta versión del clásico de Calderón que causó furor en su estreno en el Teatro de la Comedia de Madrid

Retrato 'de familia' en la puerta del Lope de Vega: miembros del elenco, con los dirigentes municipales Isabel Ojeda y Antonio Muñoz en el centro.
Retrato 'de familia' en la puerta del Lope de Vega: miembros del elenco, con los dirigentes municipales Isabel Ojeda y Antonio Muñoz en el centro.
F. Camero Sevilla

10 de febrero 2016 - 05:00

El alcalde de Zalamea, una de las joyas del teatro del Siglo de Oro español y una de las obras más representadas de Calderón de la Barca, llega estos días al Lope de Vega con uno de los elencos más numerosos de la historia de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. La agrupación inicia en Sevilla su gira nacional tras el éxito cosechado en Madrid, en el reabierto Teatro de la Comedia, donde contó sus funciones por llenos, y con similar fortuna ha empezado su andadura por las demás plazas españolas dado que, por lo pronto, para la representación de esta noche están ya las localidades agotadas.

"Es una obra de gran complejidad, llena de aristas y que permite muchas lecturas. Ésta es una versión muy personal de Helena [Pimenta], y diría que es muy orgánica y que pone mucho el acento en los personajes y sus contradicciones, que los hacen tan humanos", comentaba ayer Álex Ruiz, uno de los miembros del equipo de colaboradores de Pimenta, directora de la obra y de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Además, tercia Carmelo Gómez, uno de los protagonistas de esta obra "hiperdinámica", como un "torbellino emocional", los responsables de la misma se han "empeñado en que haya melodía, para que no sólo se disfrute de la trama, que es fascinante, sino también de los versos" con los que Calderón compuso este drama de honor que en esta lectura, firmada a medias por Pimenta y Álvaro Tato, admite otros matices.

Y es que los responsables de esta nueva incursión en el texto partieron de una premisa: a veces, el público de hoy se siente un tanto "ajeno" a los "laberintos de la honra" calderonianos. Por eso, explica Gómez, que asume el papel sobre el que pivota la historia, el de Pedro Crespo, este Alcalde de Zalamea trata del honor, sí, pero también de otras cuestiones no menos importantes como "la justicia, la dignidad y la toma del poder", o lo que es lo mismo en este caso, sobre "la manipulación de la justicia" y el modo, lícito o no, en que los hombres se afanan en saberse poderosos y temidos. Todo lo cual lleva a un dilema/paradoja fundamental que plantea esta versión, apunta otro de los intérpretes, Joaquín Notario: cómo "teniendo la razón, uno puede, por sus hechos, acabar perdiéndola toda". Por ejemplo, cuando se llega a ese punto en el que, después de explotar, alguien decide tomarse la justicia por su cuenta.

La obra, a estas alturas, precisa de pocas presentaciones, pero por si acaso un recordatorio: a su paso por Zalamea, un miembro de origen nobiliario de los heroicos y aclamados tercios de Flandes se aloja en la casa de un labrador de la villa, Pedro Crespo, y no contento con raptar a su hermosa hija, después la viola. Viendo que es imposible arreglar la terrible afrenta por las buenas, tras ver rechazado un pacto debido a su condición social inferior, Pedro Crespo, que entre tanto ha sido nombrado alcalde, decide emprender su particular camino de no retorno...

En la obra, que cuenta con música en directo (canciones populares napolitanas, fados y piezas para vihuela, desde folías a jácaras), la actriz Clara Sanchis da vida "a la escoria, a la soldadesca" que irrumpe en el pueblo imponiendo su ley: "Y es que la obra reflaja también lo que ocurre cuando el ser humano convive a diario con el hambre, la miseria y la guerra: se convierte en una rata... Aunque lo maravilloso de Calderón es que incluso en estos personajes deja entrever, a pesar de todo, una brizna de lucha por la integridad".

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