En pos de la armonía de Handel

Rosalía Gómez

17 de mayo 2009 - 05:00

Les Ballets C. de la B. (los Ballets Contemporáneos de Bélgica), una de las compañías más prestigiosas y dinámicas de la danza actual, ha vuelto este fin de semana al Teatro Central. Y no lo ha hecho con ninguno de los últimos trabajos de su director y fundador, Alain Platel, sino con una pieza del coreógrafo Koen Augustijnen, el mismo que firmaba el Import/Export que vimos hace dos temporadas en este mismo teatro y que estos días ha tenido también que subir al escenario en sustitución de uno de los bailarines, recientemente lesionado.

Como es habitual en el grupo, Ashes reúne en un ambicioso espacio escénico a ocho bailarines completamente diferentes, procedentes algunos de ellos de otras compañías, con seis músicos y dos cantantes líricos que interpretan, sobre todo, piezas de Handel.

Con un movimiento lleno de violencia e incluso de riesgo físico, el coreógrafo deja un gran espacio para la improvisación de cada uno de los bailarines, de distintos puntos del planeta -Corea, Martinica...- y de una energía corporal muy distinta de unos a otros, para intentar hacer un discurso sobre lo efímero y lo permanente que, por lo mismo, se convierte en un discurso sobre los deseos y, en ocasiones, sobre la danza misma.

En una especie de vivienda de suburbio que les permite trabajar hasta en siete niveles de altura diferentes, y esta vez sin pretender -como es habitual en la compañía- involucrar demasido a los músicos en la escena, los solos y dúos de Handel constituyen el mayor ejemplo de armonía. Una armonía que calma de cuando en cuando la violencia o la dureza de las historias personales y logra algunas secuencias bailadas en conjunto constituyen un agradable contrapunt.

Aunque siempre es un placer ver una compañía de este nivel, Ashes no logra convertirse en un trabajo compacto. De él recordaremos por tanto, más que su empaste coreográfico o su ritmo global (que se alarga demasiado al final) algunas estupendas escenas: la imposibilidad de la unión entre un hombre y una mujer, expresada de forma humorística, o de forma metafórica con un elemento material de separación, la genialidad del bailarín-acróbata en la cama elástica y algunos guiños al teatro danza, como esos pasos a dos tan creativos e imposibles que inaugurara Pina Baush.

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