Metamorfosis del hombre común

Rusell Crowe, en la película.
Rusell Crowe, en la película.
Carlos Colón

13 de enero 2011 - 05:00

Los próximos tres días. EEUU, 2010, thriller, 122 minutos. Dirección: Paul Haggis. Guión: P. H. (remake de la original de Fred Cavayé, Guillaume Lemans) Intérpretes: Russell Crowe, Elizabeth Banks, Liam Neeson, Olivia Wilde, Jonathan Tucker, Brian Dennehy, Sean Huze, Lennie James, Jason Beghe, Moran Atias, Ty Simpkins. Música: Danny Elfman. Fotografía: Stéphane Fontaine. Cines: Ábaco, Al-Ándalus Bormujos, Al-Ándalus Utrera, Arcos, Cineápolis, Cineápolis Montequinto, Cinesa Plaza de Armas 3D, Cinesur Los Alcores, Metromar.

Excelente guionista de Eastwood (Million Dollar Baby, Banderas de nuestros padres, Cartas desde Iwo Jima) y útil guionista al servicio del neo-Bond (Quantum of Solace, Casino Royale), Paul Haggis ha dirigido además algunas buenas (El valle de Elah) o hábiles (Crash) películas. Los próximos tres días está a caballo entre las buenas, porque es un policíaco eficazmente filmado, y las hábiles, porque toda la estructura argumental descansa sobre una base tan frágil que obliga a forzar caracteres y situaciones hasta incurrir en la trampa.

En su revisión de una insulsa película francesa -¿por qué este buen guionista ha de inspirarse en una propuesta argumental tan débil y trillada?- Haggis presenta a un hombre enamorado (demasiado enamorado: hasta extremos patológicos) de su esposa, que se convierte en un héroe (demasiado heroico: hasta extremos de superhéroe) para librarla de la cárcel al estar convencido de su inocencia.

No deja de ser curioso que el escritor de esa gran tragedia tejida con los mimbres de la cotidianidad (Million Dollar Baby) y esas dos intesas visiones antiépicas y humanizadoras de la guerra (Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima) incurra en el pecado de la facilonería que convierte en superhéroes a seres corrientes que se ven metidos en situaciones extremas. Eso es lo propio del más fácil cine de acción. La inteligencia en el guión y la sensibilidad en la dirección buscan siempre mantener la humanidad y la normalidad de los personajes, por excepcionales que sean las situaciones en las que se vean inmersos. Lo contrario tiene más que ver con Superman o Spiderman que con las tragedias que a veces se ciernen sobre las corriente vidas de comunes ciudadanos.

Haggis intenta mantener esta humanidad y credibilidad, pese a las inverosimilitudes del guión, a través de una puesta en imagen sobria y una concentrada actuación de Russel Crowe. Estos recursos no le bastan para evitar que lo que pretende ser una cinta intensa, humana y emocionante quede sólo en una pasable película de acción.

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