ME gustaría no tener que conmemorar este domingo, 25 de noviembre, el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Me gustaría que la Junta de Andalucía no tuviese que lanzar, un año más, una campaña de concienciación contra el maltrato. Me gustaría que el Gobierno andaluz no hubiese tenido la necesidad de invertir el pasado año 24,6 millones de euros en el desarrollo de la Ley de Medidas de Prevención y Protección Integral contra la Violencia de Género, ni que nuestra red de atención integral y acogida a víctimas de violencia de género hubiese atendido desde su creación en 1998 a un total de 38.895 mujeres víctimas y menores a su cargo. Ni que contásemos con una amplia red de recursos para víctimas, en el que se incluyen ayudas económicas, atención psicológica a mujeres y menores, formación e inserción laboral, asistencia jurídica y legal, teléfono gratuito y confidencial de información... Ni que dispusiésemos de un amplio abanico de iniciativas de prevención, como la formación, las campañas de concienciación o los programas de coeducación. Me gustaría que nada de ello fuera imprescindible, porque eso significaría que habríamos erradicado la lacra social de la violencia de género. Pero, desgraciadamente, ese terrorismo de género sigue vigente y, lo que más nos alarma, muy presente en la juventud, ésa que ha nacido en Democracia y que tendría que tener interiorizada la plena igualdad entre hombres y mujeres. Por ello, con el objetivo de que esa utopía se torne realidad, el Gobierno andaluz sigue trabajando, ofreciendo y ampliando sus recursos, y haciendo una llamada a la ciudadanía y, sobre todo, a las víctimas, para que se atrevan a dar el paso y pedir ayuda. Cada mujer, cada víctima, debe saber que, como reza el lema de la campaña de este año, Ante la violencia, no estás sola.

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