Son y están

"La izquierda se ha topado con su última oportunidad"

  • Las causas y las consecuencias de una semana de elecciones que pueden dar pie a un pacto PSOE-IU, de huelga contra la reforma laboral y de políticas económicas con presupuestos exiguos forman parte de la historia del capitalismo en Andalucía que escribe quien se ha esforzado en analizar sus estructuras empresariales y laborales.

SE ha jubilado de la Universidad de Sevilla con 62 años para dedicar más tiempo a trabajar en su gran proyecto como investigador: escribir la historia del capitalismo en Andalucía hasta nuestros días. Son muy escasas las publicaciones que profundicen en la Sevilla empresarial y la laboral. Algunas de los más destacadas llevan la firma de Carlos Arenas Posadas, autor de libros como Historia Económica del Trabajo; Industria y clases trabajadoras en la Sevilla del siglo XX; Sevilla y el Estado: una perspectiva local de formación del capitalismo en España; y trabajos como La modernización de las relaciones laborales en Andalucía en el siglo XX o Sevilla, el difícil despegue de una sociedad provinciana.

Nunca ha disimulado su condición de hombre de izquierdas. Funcionario desde 1977, siempre ha estado dedicado a la enseñanza. Fue director de centros de EGB en barrios tan conflictivos como Ibarburu y Cerro Blanco, en Dos Hermanas, donde afrontó la escolarización de los niños gitanos. El catedrático de Historia Económica Antonio Miguel Bernal le reclamó para la universidad en 1984. Llegó a ser decano de la Facultad de Ciencias del Trabajo.

-¿Cómo ha sido históricamente el capitalismo andaluz?

-Es el más antiguo, porque aquí casi no hubo feudalismo. Tiene resabios medievales y aristocratizantes. Es un capitalismo que así se coció durante siglos y todavía lo vivimos para conformar una sociedad clasista, gregaria, fatalista.

-En 30 años en el poder, ¿qué ha cambiado o qué ha reforzado el PSOE de esas tendencias?

-En poco. Se han hecho muchas cosas, pero sobre todo se ha gastado dinero en mejorar la fachada de la sociedad. Visualmente, nuestras ciudades y pueblos han mejorado bastante, pero si se analiza la estructura de su capitalismo, el cambio es escaso. En los años 60 del siglo XX había un 60% de jornaleros prácticamente analfabetos. Hoy tenemos un 60% de jornaleros del sector de la construcción en paro o en precario. Es una economía de servicios, pero de qué tipo de servicios: Hostelería, pequeño comercio, función pública hinchada por todas partes... Hemos traspasado mano de obra poco cualificada de la agricultura a una mano de obra poco cualificada en los servicios, en una economía donde tanto hace sesenta años como ahora necesita del paro y del subempleo para abaratar costes y rentabilizar la escasa productividad. El Gobierno autonómico ha sido una oportunidad histórica malograda. Para hallar el por qué, hay que analizar qué era el PSOE en los años setenta y cómo se nutre de gente de aluvión, sin bagaje intelectual. El caso de los ERE es el ejemplo de quienes llegan al poder para aprovecharse. En una Andalucía de pocas empresas, hay jóvenes que para vivir optan por formar parte de la clase política. Y lo han hecho a costa del cambio que se pedía.

-¿Qué debe retomarse del espíritu de la Transición?

-Fomentar la horizontalidad para los grandes cambios. El trabajar en común, compartir colectivamente los objetivos. La horizontalidad que galvanizó Andalucía con las manifestaciones del 4 de diciembre de 1977 se fue perdiendo. La movilización ciudadana fue sustituida por la relación clientelar. El PSOE asumió la verticalidad del clientelismo de raíces históricas y lo incorporó a la forma de gobernar desde la Junta.

-¿Qué opina del resultado electoral del pasado domingo?

-Da a la izquierda una oportunidad histórica inesperada. Puede ser la última oportunidad. Andalucía sigue 20 puntos por debajo en renta respecto a otras regiones españoles, y 30 respecto al promedio europeo. El contexto ahora es mucho más difícil, porque es pequeño el margen de maniobra que se permite en la Unión Europea, y porque es predominante un modelo de pensamiento único. Lo que no debe suceder es que el pacto de la izquierda se limite a un reparto de cargos, a que entre las cúpulas de ambos partidos se lo guisen y se lo coman todo.

-¿La izquierda puede tener éxito en relanzar la economía?

-Es muy importante que PSOE e IU sean capaces de potenciar la creación de capital social, el desarrollo de la economía social, extender la idea de que todos trabajemos juntos, que haya un compromiso de los empresarios y de los trabajadores por sacar adelante a esta tierra. No pueden tomarse sólo medidas de corto plazo, sino sentar las bases de un cambio de modelo productivo. Los partidos deben incorporar a economistas, sociólogos, antropólogos, etcétera, para plantear soluciones imaginativas, no sólo cocinarlo todo desde los comités de cada partido. Hay que mirar con lupa la gestión de la Administración autonómica, se ha dilapidado mucho dinero mediante el reparto de subvenciones y por otras vías.

-¿Qué debe hacer en materia financiera?

-Con la desaparición de la mayoría de las cajas andaluzas, hay que plantearse una banca pública andaluza, y atar en corto a las entidades que se han quedado con cajas andaluzas para que ese capital se invierta en Andalucía.

-¿Por qué no tienen peso específico en la sociedad sevillana las empresas nuevas vinculadas a la tecnología y a lo digital?

-Son el software que necesitamos para el cambio de mentalidad. Necesitan ser un grupo de presión para que su voz se oiga ante el poder, y comunicar su dinámica a la sociedad. Están mediatizados por una clase empresarial que se ha hecho fuerte como propietaria del suelo, igual que antes mandaban las élites oligárquicas de la tierra agraria.

-¿Ha sido positivo el modelo económico del PSOE vía concertación con la patronal y los sindicatos?

-Ha servido para dar estabilidad política a la comunidad autónoma. Se inició en los años ochenta, cuando había mucha conflictividad laboral. Económicamente no ha aportado gran cosa ni al desarrollo ni al empleo. Hay concertaciones y concertaciones, porque Andalucía está en el 30% de paro y Navarra en el 5%. El fracaso es rotundo.

-¿Los historiadores de la economía y el trabajo tienen facilidades para manejar documentación de las empresas?

-La opacidad es la norma general. Hay archivos de empresas importantes que ni están organizados o están destruidos, o se los comen las ratas en algún rincón olvidado. Y también son patrimonio de nuestra historia. He tenido que conseguir documentación fragmentaria entrando por la puerta de atrás.

-¿La economía social está jugando un papel importante?

-Sí, pero debería serlo aún más. A pesar de su esfuerzo por hacerse visible, aún tiene que crecer la capacidad de cooperación y de creación de capital social colectivo. Por poner un punto crítico, le pasa como a otro tipo de asociacionismo. Ha sido subsumido en la órbita del poder político andaluz. Y es básico que tenga su propia dinámica, y se convierta en grupo de presión desde la independencia.

-¿Qué va a deparar la política de recortes y reformas laborales?

-Las perspectivas no son buenas. Estamos en riesgo de vivir nuevas formas de autoritarismo para imponer recortes de los derechos sociales. Por eso ha calado el mensaje del PSOE en la campaña electoral, para defender lo que se tiene y no servir en bandeja la cabeza.

-¿Por qué temporalidad es sinónimo de precariedad, mientras que en los mejores países europeos es ejemplo de trabajo bien pagado?

-En Escandinavia o Alemania, quien tiene alta formación, vende su capital humano al mejor postor. Eso le da independencia. Sin embargo, en una economía tan estacionada y dependiente de las coyunturas económicas como la andaluza, lo temporal conduce a abaratar a la fuerza el trabajo, y el empresario, de tanto ahorrar, se acaba autodestruyendo porque no ofrece calidad. Si ahora hay menos temporalidad, es porque los temporales están parados.

-¿Cómo crear más capital social?

-Captando y dándole reconocimiento desde las entidades públicas y privadas a los mejores estudiantes de los colegios de los barrios pobres. En Sevilla se favorece a los colegios privados y a los concertados, los pagamos todos y están concentrados en los barrios burgueses. Ahí se crea lo que Aznar llamó los amigos del pupitre, se generan las futuras clases dirigentes y los contactos que traman la red de influencias. Mientras, los jóvenes con talento de otros barrios quedan marginados y se frustran porque no se les tiene en cuenta.

-Durante 30 años, buena parte de los 'ilustrados' de la sociedad andaluza ha callado ante los excesos y los fracasos del poder.

-Se han dicho cosas, pero en ámbitos reservados. Pero también hay que plantearse si realmente en Andalucía hay intelectuales de prestigio por su nivel. ¿Dónde están? Es que abunda la mediocridad.

-El silencio ha sido clamoroso ante la corrupción.

-Sí, y es de dos tipos, ambos absolutamente condenables. Por un lado, la corruptela que hace gente de medio pelo desde los partidos políticos o con cómplices dentro. Y, por otro lado, la corrupción que se consagra mediante leyes. Porque la gran derecha consigue una fuerte transferencia de renta de pobres en favor de ricos metiéndole la mano al bolsillo de clases medias y trabajadores a través del Boletín Oficial del Estado. Por ejemplo, con la reforma laboral. Es como en el siglo XIX, se le hacía pagar al campesino las deudas fiscales y no al terrateniente, que ocultaba su riqueza.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios