"Es el momento en Sevilla para deshacerse de los arcaísmos"

Son y están · Luis Robles Macías

Es un ingeniero sevillano que destaca en la investigación para producir carburante de automoción y de aviación a partir del azúcar y a precio competitivo respecto al petróleo. Desde San Francisco comanda un equipo con ese fin y a la vez satisfacer tanto los criterios de sostenibilidad como las exigencias de los fabricantes de motores.

Luis Robles, en una central energética de la Mongolia china que evaluó.
Luis Robles, en una central energética de la Mongolia china que evaluó.
Juan Luis Pavón

26 de agosto 2012 - 05:03

DE Los Remedios a París, y después a California. Geografía básica en el itinerario vital de este ingeniero sevillano de 36 años, casado con una arquitecta que no ejerce, pareja que tiene dos niñas. Su padre ha sido profesor de Tecnología, y su madre, también jubilada, administrativa en la sanidad pública. Tiene un hermano, que es profesor de Matemáticas en la enseñanza pública. Luis Robles, estudiante de expediente brillantísimo, después de concluir la carrera de Ingenieros hizo becado en Francia un máster en el Instituto Francés del Petróleo (IFP). "Uno de mis profesores en el IFP era a la vez directivo de la rama química de Total. Le gustó mi perfil y me propuso trabajar allí. Fue una coincidencia en aquel año 2002 que un puesto interesante quedase libre justo cuando yo acababa de terminar el máster".

Lleva diez años en la multinacional francesa del petróleo y otras fuentes de energía, en una carrera ascendente dentro de las áreas dedicadas a la investigación y la innovación. Ha sido cinco años, desde París, jefe de proyectos de I+D para la conversión química del carbón y la biomasa. Desde agosto de 2011 reside en San Francisco (California) al ser nombrado Process Development Manager de la filial Total Gas & Power Biotech.

-¿Cuál es su cometido actual?

-Estamos trabajando en un laboratorio junto con la empresa Amyris, especializada en la aplicación industrial de la biología sintética, para desarrollar, ensayar e implementar a escala industrial, carburantes de automoción (gasoil) y de aviación (jetfuel) a partir de azúcar y a precios competitivos con el petróleo. Total está realizando un fuerte esfuerzo de investigación y desarrollo para la producción de biocarburantes avanzados que satisfagan a la vez tanto los criterios de sostenibilidad como las exigencias de los fabricantes de motores. No puedo decir mucho más debido a la confidencialidad. [En Estados Unidos se ha anunciado hace escasos días que Total invierte 82 millones de dólares para esa investigación conjunta con Amyris]

-¿Cómo se encaminó su trayectoria profesional hacia las energías?

-En junio de 1997 aprobé todas las asignaturas de tercero por parciales, así que me encontré con un verano libre por delante. Fui a hablar con el catedrático Valeriano Ruiz, para ofrecerme a trabajar en su departamento en algo relacionado con las energías renovables. Me aceptó y pasé el verano haciendo cálculos para uno de los primeros proyectos de planta termosolar de torre de España. El que me enseñó a hacerlos fue Valerio Fernández, actual director de Explotación en Abengoa Solar. El verano siguiente volví a trabajar sobre este tema pero en la Plataforma Solar de Almería, una experiencia muy interesante porque era un centro de investigación mixto hispano-alemán puntero en su campo. Y además era la primera vez que salía a vivir fuera de casa de mis padres.

-¿Cuál fue su primer trabajo?

-Los tres últimos años de carrera estuve trabajando como becario a tiempo parcial en Inerco, una empresa sevillana de ingeniería muy vinculada al departamento de Ingeniería Química (es la especialidad de Ingeniería Industrial que yo elegí). Me incorporé a un programa de I+D que buscaba mejorar el impacto ambiental de la producción de electricidad a partir de carbón y de gas natural.

-¿Quedarse en Sevilla le hubiera limitado su carrera profesional?

-La mayoría de mis amigos prefirieron quedarse en Sevilla al terminar los estudios. No sé hasta qué punto eran conscientes de que eso podía limitar su carrera profesional. Hasta que no sales al extranjero no te das cuenta de lo que otros países pueden ofrecer. Tampoco es que fuese ilógico quedarse porque es verdad que la vida en Andalucía tiene muchos lados buenos y que el boom inmobiliario hizo bastante fácil el encontrar empleo. Yo tenía claro que quería salir de Sevilla, ir al extranjero y ver cosas nuevas.

-¿Cómo fueron sus comienzos en la multinacional Total?

-Empecé a trabajar en un pueblecito llamado Lacq, en el suroestefrancés, bastante cerca de la frontera española. Desde allí dábamos apoyo técnico a plantas de producción repartidas por Europa (Francia, Gran Bretaña, España), Asia (Singapur, China) y Estados Unidos. Nunca he viajado tanto en mi vida, hubo años en que llegué a coger más de 100 aviones. Pero aprendí mucho porque mi puesto tenía una parte de investigación y de diseño de procesos y otra mucho más práctica, de estar con el casco puesto en una fábrica resolviendo problemas concretos. En 2006, me incorporé a un equipo que Total había creado para desarrollar la producción de carburantes y productos químicos a partir de fuentes alternativas al petróleo, como el carbón o la biomasa. Me vino bien la experiencia de haber trabajado sobre el carbón en Inerco.

-En esos años se intensificó el debate sobre el cambio climático por el uso de energías contaminantes.

-Sí, se desplegó un gran esfuerzo internacional, del que Total forma parte, para desarrollar tecnología para la captura y almacenamiento de CO2. Si bien la tecnología ha avanzado mucho, el almacenamiento todavía no se practica a escala industrial y ello ha supuesto un freno al desarrollo de la conversión del carbón en carburantes y productos químicos en Occidente; no así en China, donde la industria química basada en el carbón ha crecido mucho.

-¿Cómo es una jornada típica de su actividad laboral?

-Tanto en Total como en Amyris, la jornada laboral es muy flexible. No se ficha. La mayoría de la gente llega entre las 8 y las 9 de la mañana y se marcha entre las 5 y las 6 de la tarde, pero hay horarios para todos los gustos. A menudo, la jornada continúa en casa por la noche, gracias al ordenador portátil o al teléfono móvil. Yo hago eso para poder salir por la tarde a tiempo de pasar un rato con mis hijas. Lo que determina cuánto trabaja cada empleado es su propia motivación. Yo admiro el esfuerzo que ponen mis compañeros en cumplir sus tareas incluso cuando ello implica ir a atender un experimento un domingo o levantarse a las cuatro de la mañana para una conferencia telefónica con Europa.

-Investigaciones como las que impulsa, ¿sería posible desarrollarlas desde Andalucía?

-Varios ingredientes le dan a la bahía de San Francisco una capacidad excepcional de desarrollar nuevas tecnologías. Uno es tener dos universidades punteras, Stanford y Berkeley, que atraen a alumnos y profesores excelentes de todo el mundo. El segundo es una gran cantidad de firmas de capital riesgo que canalizan el ahorro de inversores de todo el planeta en busca del próximo Google o Facebook. Y el tercero es el acceso a un mercado gigantesco de más de 300 millones de consumidores, bastante abiertos a la innovación tecnológica.

-¿China está ya en primera línea de la innovación energética o sólo es el gran consumidor?

-Tiende a olvidarse es que el gran recurso energético de China es el carbón. El 75% de la electricidad del país se produce a partir de él, así como muchos productos químicos como por ejemplo los fertilizantes. Hoy día China dispone de una enorme experiencia en la utilización más sofisticada del carbón y su tecnología no tiene nada que envidiar a las occidentales.

-¿Qué se opina desde los mentideros internacionales sobre el impulso de la energía termosolar, en la que se está apostando mucho desde Andalucía?

-En esto no soy objetivo porque la energía termosolar fue mi amor de juventud. Me alegré mucho de que Total y Abengoa Solar se asociasen para construir en Abu Dhabi una de las mayores plantas termosolares del mundo. Sigo con mucho interés ese proyecto, va a ser un referente para todo el Golfo Pérsico.

-¿Cuando está en Sevilla, qué le llama más la atención?

-Lo apegados que están los sevillanos a su ciudad. En París y en San Francisco hay mucha población de paso pero en Sevilla la gran mayoría tiene la firme intención de vivir en ella hasta el final de sus días. Me gusta el cambio a mejor que han supuesto los carriles bici. Tardaron tantos años en hacerse realidad pero ahí están. Ahora, a cuidarlos, desarrollarlos y fomentar su uso.

-¿Qué cambios sugiere para un futuro mejor en Sevilla?

-Recuerdo que en 1992 teníamos la ilusión de ver a Sevilla como uno de los centros más pujantes de España. Hoy, me da la sensación de que Sevilla se ha quedado descolgada. Veo que Madrid ha centralizado más poder económico que nunca y que Barcelona se ha consolidado como su único contrapeso. Sevilla forma parte del pelotón de ciudades medianas españolas con escasa relevancia en Europa y casi nula en el mundo. Creo que la crisis actual es una oportunidad para reinventarse, pensar a mayor escala, y deshacerse de arcaísmos que ya no sirven. Por ejemplo ¿tienen que seguir existiendo las provincias y con los mismos límites que en el siglo XIX? ¿Tendría sentido incorporar municipios del área metropolitana al de Sevilla? ¿Cómo podría Sevilla colaborar con las otras ciudades andaluzas para superar rivalidades localistas y beneficiarse mutuamente?¿Qué proyección internacional construir? Para las universidades sevillanas, no tengo ideas nuevas, sólo les pediría que sigan los consejos que otros muchos han dado ya: potenciar la excelencia, dando prioridad real a los grupos de investigación que sean líderes en su campo; y acabar con la endogamia en los departamentos.

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