Después del golpe súbito

Médicos del Virgen del Rocío estudian tratar con células madre las secuelas del ictus El SAS activa protocolos para reducir los daños del paciente

Después del golpe súbito
Después del golpe súbito
Cristina Díaz

07 de julio 2014 - 05:03

El cinturón del ictus. Así definen los neurólogos a Sevilla, la provincia con el índice de incidencia más alto de España: 54 casos de ictus por cada 100.000 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística. La hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol alto y la obesidad son los principales factores de riesgos de una hemorragia cerebral. "Por lo general, en el sur de España, hay un peor control del paciente. Éste no hace bien las dietas y no cumple correctamente con los tratamientos prescritos. Esto aumenta el riesgo de una apoplejía", señala Francisco Moniche, neurólogo de la Unidad de Ictus del Hospital Virgen del Rocío. "Aunque no está comprobado, el aspecto socioeconómico y cultural de la zona influye en el mal control de las enfermedades por parte del ciudadano". En 2013, el Hospital Virgen Macarena atendió 412 casos de embolia cerebral, seguido por los 400 de Valme y los 327 del Virgen del Rocío.

El ictus isquémico es la segunda causa de muerte en España y el principal motivo de discapacidad grave, lo que acarrea un alto coste socio-sanitario. "Uno de cada tres pacientes que sobrevive a una embolia cerebral tiene una discapacidad de por vida", anota el doctor. Aunque hay un descenso de la mortalidad, el aumento de la esperanza de vida y el hecho de que esta patología afecta sobre todo a personas mayores de 65 años hace prever un incremento de pacientes con problemas neurológicos. Y, más allá de la rehabilitación, no hay fármacos ni métodos eficaces para tratar estas secuelas.

Este campo es el objeto de estudio del grupo neurovascular de la Sociedad Andaluza de Neurología, coordinado por Francisco Moniche y Joan Montaner, al frente del equipo del laboratorio de neurovascular del Instituto de Biomedicina de Sevilla. Estos profesionales investigan desde 2012 el tratamiento con células madres de pacientes que han sufrido un ictus, un proyecto financiado hasta ahora por la Junta de Andalucía. El proceso consiste en la extracción de células madres de la médula ósea del propio paciente. Posteriormente, éstas se insertan en la arteria responsable de la embolia cerebral, permitiendo la recuperación de aquellas personas en las que los tratamientos convencionales no han tenido éxito: "Estas células madre estimulan la capacidad de recuperación del cerebro", explica Moniche. "Éste tiene por sí solo cierta capacidad de recuperación tras una lesión. Lo que hacemos nosotros es potenciar lo máximo posible dicha capacidad".

El equipo sevillano ya ha llevado a cabo un ensayo clínico con 20 pacientes que ha demostrado que el tratamiento es seguro y que puede ser eficaz. Además de en Sevilla, estas investigaciones sólo se han realizado en Estados Unidos, Brasil y Japón, pero aún no existen datos de eficacia. Los neurólogos del Hospital Virgen del Rocío quieren ir más allá y preparan un proyecto multidisciplinar con otros hospitales andaluces para aplicar esta técnica a 76 pacientes que hayan sufrido un ictus grave y sus informes indiquen secuelas neurológicas a largo plazo. Para desarrollarlo, el equipo ha pedido una subvención de 40.000 euros al Instituto de Salud Carlos III. "Se trata de uno de los ensayos más grande que se han planificado hasta ahora sobre esta patología", señala el doctor Francisco Moniche. "Tenemos muchas esperanzas en esta investigación. A día de hoy, no hay ningún tratamiento para revertir estas secuelas. Por tanto, lo poco que esto consiga hacer será un gran avance".

Con el fin de reducir los 13.000 nuevos casos al año de derrame cerebral que se producen en Andalucía, este equipo de profesionales, con el respaldo de la Sociedad Andaluza de Neurología, también pretende crear un registro interhospitalario único de pacientes con ictus a nivel andaluz. "Uno de los principales problemas que tenemos los médicos es la falta de datos sobre enfermos que han sido atendidos previamente en otros centros, como los tratamientos y fármacos que ya han recibido", anota Moniche. "Este registro permitirá al facultativo tener una visión más global del paciente y actuar con mayor precisión".

Las primeras cuatro horas son claves para la supervivencia y mayor recuperación del paciente. En este periodo de tiempo, el facultativo puede aplicar una fibrinolisis y evitar así la formación de trombos. En esta línea, la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales dispone de un programa especial denominado Código Ictus, un protocolo de actuación dirigido principalmente a los sanitarios del 061 que permite identificar con rapidez un ataque cerebrovascular. Además, también está en marcha el proyecto Teleictus en Movilidad que permite la transmisión de imágenes y bioseñales desde los equipos del 061 (en el domicilio del paciente) hasta el servicio de Neurología del hospital de referencia. Esto permite identificar mejor las necesidades del enfermo antes incluso de llegar al centro sanitario.

En Sevilla existen dos Unidades de Ictus, una en el Virgen Macarena y otra en el Virgen del Rocío. Estos servicios cuentan con cuatro camas especiales cada uno, además de neurólogos, radiólogos y enfermeros especializados. En Andalucía sólo hay una unidad más, en Málaga, lo que se traduce en una cama por cada 680.000 andaluces. En este sentido, la Sociedad Andaluza de Neurología manifiesta la necesidad de una unidad por provincia.

Pero los médicos hablan de un problema mayor: el desconocimiento de la enfermedad por parte de la población. "Pocas personas conocen los síntomas de un infarto cerebral, así como qué hacer", comenta Francisco Moniche. La pérdida de sensibilidad en la mitad del cuerpo, dificultad para hablar o la pérdida de visión de manera brusca son los principales indicios de esta patología. "En estos casos hay que llamar de manera inmediata a los servicios de emergencia. Existen tratamientos muy eficaces para revertir esos primeros síntomas". El neurólogo señala que muchos pacientes se acuestan pensando que se les pasará esta anomalía y que cuando se levantan, después de 12 horas, ya no hay tratamientos eficaces. Aquí, el tiempo es cerebro.

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