Corpus con desmesura de Madrugada

Corpus 2015

El ambiente bullicioso no es sólo el de la tarde de víspera Aumenta la sensación de que todo el tiempo es poco, como en la Semana Santa.

Corpus con desmesura de Madrugada
Corpus con desmesura de Madrugada
José Joaquín León

05 de junio 2015 - 01:00

FUE el Corpus más multitudinario y largo de los últimos años. En 2014, cuando coincidió con la coronación del rey Felipe VI, la procesión tardó en pasar 140 minutos. Ayer, desde los carráncanos hasta los soldados transcurrieron 157 minutos. Esto significa que tardó un cuarto de hora más en pasar. En ese intervalo medió incluso un corte de tres minutos, que dejó descolgado a San Fernando y a los últimos pasos con respecto a los primeros, en la zona de Cuna y Salvador. Da la sensación de que el Corpus empieza a ser tan ingobernable como la Madrugada en la Semana Santa.

Antes las bullas se centraban sobre todo en la víspera, lo que no deja de ser curioso, porque lo importante es la procesión con Jesús Sacramentado. Pero ya hay gente para todo. En la tarde y la noche del miércoles (tuvimos luz hasta las 22:00, que esa es otra), las calles del centro estuvieron abarrotadas. Y no sólo para el tradicional paseo por las calles de la carrera, que permite apreciar con detalle los altares, algunos tan curiosos como el de la Sed, o el del Amor; o para ver balcones como el de Casa Rodríguez en la calle Francos, o los que se colocan en Sierpes. Este año, además del paseo, teníamos procesiones, faltaría más. A la de la Hiniesta Gloriosa la precedió la salida extraordinaria que organizó la comunidad carmelita desde el Santo Ángel con Santa Teresa de Jesús, con motivo del V Centenario. En el paso no sólo iba la santa, sino que era un misterio alegórico, que incluía un Ecce Homo realizado por el imaginero cordobés Romero Zafra, junto a un ángel. Un misticismo difícil de explicar a los niños, pero más que suficiente para abarrotar la calle Sierpes.

La procesión del Corpus sólo tuvo reposo y mesura en las primeras horas. Cuando va la primera parte del cortejo por la Avenida, incluso por la plaza de San Francisco, la mayor parte del público sigue durmiendo. Pero, a partir de las 11:00, se notó que ya se habían despertado. La plaza del Salvador estaba llena, lo que nos recordó también a la Semana Santa. Lo mismo sucedió en las últimas calles de la carrera y los aledaños de la Catedral cuando la procesión entraba.

Es sabido que este cortejo (denominación impropia de usar, por su largura) tiene una tendencia a ser insufrible de soportar para el fiel espectador. La duración de la procesión ya ha superado las dos horas y media. Probablemente, si la tendencia se mantiene, llegará a las tres horas en breve. Salen ocho pasitos, de todos los estilos, y la Custodia. Pero el problema está en lo que hay por medio. Las representaciones de las hermandades y cofradías, salvo excepciones mínimas, siguen creciendo a unos niveles pintorescos.

Otra vez la influencia de la Madrugada, que se apodera de todo el tiempo del mundo. Y todo lo que se disponga le parece poco y breve. Ayer la Macarena rondó los 140 hermanos en su representación. La Esperanza de Triana llevó unos 120 hermanos. El Gran Poder salió con unos 110 hermanos y Los Gitanos también iba en torno a 100. Con menos hermanos, aunque no con pocos, el Silencio y el Calvario. En total, las representaciones de las seis cofradías de la Madrugada salieron con más de 550 hermanos, entre los que había bastantes jóvenes y niños.

Ya la hermandad que participe con menos de 50 hermanos parece que está en crisis. En general, salvo excepciones como el Cachorro que va contenida, hay bastante correlación entre el número de nazarenos y el número de hermanos en el Corpus. Una cofradía con más de 1.000 nazarenos no suele ir con menos de 70 hermanos en el Corpus. Y si la participación sigue creciendo puede llegar a unos límites memorables. Algunas salen con varias insignias, para dividir tramos, y unas presidencias repletas de varas.

Lejanos quedan los tiempos en que la Quinta Angustia salía con 50 hermanos en el Corpus y el pueblo se impresionaba. Eso hoy lo puede llevar incluso una hermandad de vísperas. ¿Y las de gloria? Antes hasta daba pena verlas, pero ayer algunas iban con más hermanos que cuando salen por sus barrios. No sé a dónde vamos a llegar, pero será muy lejos.

En el barroco cortejo se nos pierden los detalles. Las representaciones en las zonas glamurosas también están creciendo. No sólo las academias, cónsules y doctas instituciones en general, sino que nadie sabe que sobreviven esas curiosas órdenes medievales hasta que ven a los de siempre en la mañana del Corpus. Ahí da gusto salir, pues no se oculta el carisma entre el mogollón de los cofrades.

La verdadera presidencia de la procesión es religiosa. El arzobispo, Juan José Asenjo; y el obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra, iban tras la Custodia, mientras los canónigos, párrocos, frailes, diáconos, seminaristas y diocesanos laicos de cierto rango iban delante. Pero la expectación se palpaba a continuación, en la representación municipal. Están José Ignacio Zoido y Juan Espadas jugándose la Alcaldía a la cara y la cruz de los pactos. Ayer iban los dos en la procesión, como de costumbre y cada uno en su sitio. A Zoido le dedicaron bastantes ovaciones, que él agradecía con sonrisas y sin lágrimas (de momento).

Ya puestos, ahí empezaba el modo aplausos, que una vez iniciado continuaba al pasar los soldados de la compañía de honores, y la bandera de España que iba en su sitio, y que también se llevó sus merecidas ovaciones. El Corpus no tiene nada que ver con una final de Copa del Rey, ni el centro de Sevilla es como una reunión de nacionalistas vascos y catalanes en el estadio del Barcelona.

Por fortuna, la gran mayoría del público del Corpus sabe que lo más importante que pasa en esas dos horas y media largas es el discurrir del Santísimo en la maravillosa Custodia de plata. Mientras no se pierda el rumbo de eso, todo lo demás es materia opinable. A veces es lamentable que esa sucesión de pasitos, con esos exornos florales tan cuidados, que nos evocan los mejores siglos del arte y le religiosidad de Sevilla, se queden poco reconocidos entre la marabunta que los acompaña.

La mañana fue muy calurosa y espléndida, digna de ser vivida para disfrutarla. En esta ciudad, incluso con calor, hay sed de procesiones. Terminaba de entrar la Custodia en la Catedral, apenas cerrada la Puerta de los Palos, cuando ya se estaban organizando dos procesiones, con los regresos del Señor de la Sagrada Cena a los Terceros y de Santa Teresa con el Ecce Homo al Santo Ángel. Con razón dicen algunos partidos que no las quieren prohibir.

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