Vuelta al mundo en 80 objetos y en 50 estados

calle rioja

Miscelánea. Lo local y lo universal se enriquecen en los dos libros que El Paseo edita sobre Donald Trump y la historia de Sevilla en sus objetos, visiones de Reyero y Roldán.

Una joven en la exposición de objetos de yeso de la gipsoteca de la Universidad de Sevilla. / Juan Carlos Vázquez
Una joven en la exposición de objetos de yeso de la gipsoteca de la Universidad de Sevilla. / Juan Carlos Vázquez
Francisco Correal

26 de octubre 2016 - 01:00

UN paseo con el editor de El Paseo. Se llama David González Romero y en su concepto de la edición no hace distingos entre lo local y lo universal. El universo, en su banalidad galopante, se puede convertir en un sucedáneo de pedanía; el terruño, por contra, bien contado, puede ser una variante del meridiano de Greenwich. En sus dos últimos libros, se hermanan esas miradas: Francisco Reyero viajó a los Estados Unidos para retratar a uno de los personajes del año, Donald Trump, protagonista de su libro El león del circo, en la recta final de su carrera electoral. Manuel Jesús Roldán viajó a los entresijos de Sevilla. El resultado de esa inmersión es La historia de Sevilla en 80 objetos, un número-fetiche en las cuentas de Julio Verne.

El Paseo con el editor es un viaje a Cantabria que suena a retorno desde el omega sevillano al alfa de los foramontanos. Cantabria es el nombre de la calle donde vive el editor y donde en tiempos vivió el cronista. El punto de partida es el bar El Tremendo. Allí le presento al historiador y cronista Pepe Almuedo, escrutador de la grandeza de las pequeñas historias. Como el libro de Reyero va sobre Trump, le cuento al editor que Almuedo, en su estudio sobre la expansión de la Sevilla que preparó la Exposición Iberoamericana de 1929, catalogó el originario nombre de Amate como Estados Unidos de Amate. Casi un siglo después, una de las avenidas principales, paralela al parque Amate, lleva el nombre de Carlos Marx. El final de la guerra fría en el callejero. El contrapunto de la utopía de los pobres era Ciudad Jardín. Un nombre lo dice todo. Lo nombra.

Como el libro de Roldán trata de una ciudad en sus objetos, Pepe Almuedo ha vuelto a El Tremendo, junto a la librería Reguera y la iglesia de Santa Catalina, no en busca de una cerveza, sino porque perdió el paraguas. Esa amnesia paragüera sólo la curan los días de lluvia.

El paraguas del historiador y la gorra que el cronista extravió en el C2 ya forman parte del fondo inabarcable de los objetos perdidos, correspondencia de aquel salón de los libros perdidos con el que encarriló su éxito Carlos Ruiz Zafón en La sombra del viento. En el paseo con el editor de El Paseo hablamos de paseíllos: el de Pepe Luis Vázquez, que me dijo en una ocasión, en su casa de Nervión, que había toreros sevillanos que parecían de Filadelfia. Dos autores muy solventes en el mundo del toro preparan un libro sobre el diestro que va a ser una revelación. Ricardo Cadenas lo retrató en su cartel anunciador de la Maestranza. Hubo un torero de Filadelfia que parecía sevillano. Se llamaba John Fulton, vivía en Manuel Siurot y su nombre está todavía en el estudio que tuvo en el barrio de Santa Cruz y tomó la alternativa en la Maestranza con el nombre de El Yanqui.

De Astarté a Curro, la mascota de la Expo. De la espada de San Fernando a la camiseta de Silvio. Son cuatro de los ochenta objetos. La espada y la camiseta del rockero quedaron hermanados en una bellísima canción. Hay objetos de yeso que se exponen en la Universidad de Sevilla. La cola para ver los objetos sacros de la iglesia del Salvador, como siga creciendo, se va a fundir con los bares de los soportales. Las personas pueden convertirse en objetos. Es el atractivo del libro de Reyero: la vis mediática de Donalt Trump. Su apellido presidía un hotel de lujo en una de las escenas de la última entrega de Bourne. También aparece un cartel de Ana Belén y Víctor Manuel. Reyero es coleccionista de personajes fin de época: Rafael de Paula, Frank Sinatra. La música callada de Bergamín, la cantada de Ava Gardner, fetichista de toreros. No sé si en la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos habrá un apartado de libros de presidentes: el de Reyero sobre Trump acompañará al de Gore Vidal sobre Lincoln o el de Stephen King sobre JFK.

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