"Después de un año es hora de pedir responsabilidades...

Antonio del Castillo y Eva Casanueva. Padres de Marta del Castillo (I)

...porque estamos como al principio, buscando a Marta"

"Después de un año es hora de pedir responsabilidades...
"Después de un año es hora de pedir responsabilidades...
Jorge Muñoz · Fernando Pérez Ávila, Sevilla

24 de enero 2010 - 07:00

Eva Casanueva ha cambiado mucho en unos meses. De asentir a lo que decía su marido en las entrevistas ha pasado a llevar el peso de las respuestas. Si antes lloraba cada vez que pronunciaba una palabra, ahora participa, habla sin interrupciones. “Estoy mucho más recuperada, me ha servido el tratamiento. Yo siempre fui muy charlatana, pero he estado unos meses como un zombi”, dice. La pareja atiende a este periódico en el salón de su casa, repleto de fotos de Marta. Antonio no para sentado. Se levanta, se sienta, vuelve a levantarse, mira el móvil, pide permiso para fumar y consume un cigarrillo tras otro. Los dos coinciden en que, un año después, ha llegado a la hora de exigir responsabilidades.

–¿Con qué ánimos afronta la familia este aniversario?

–Con pena, con mucha tristeza y a la vez con un sentimiento de rabia y de impotencia por todo lo que ha estado pasando y la incertidumbre de lo que pueda pasar.

– ¿Qué es lo que han llevado peor, al margen de la ausencia de Marta?

–Lo peor es pensar que se iba a solucionar cuando la Policía nos dijo que ya los tenían, que se habían inculpado. Al día siguiente pillaron a otro y luego a los demás. Cuando te dicen que ha habido un asesinato, dentro de lo malo, piensas que ya la vas a tener. Te quedas esperando y luego vienen los cambios de versión, otra versión, una búsqueda del cuerpo y otra búsqueda, y te sientes impotentes preguntándote qué pasa aquí.

–Porque pensaban que el cuerpo iba a aparecer pronto...

–Efectivamente. Una vez que la Policía los detuvo dimos por hecho que la iban a encontrar. Lo que nos sorprende es el juego que han tenido ellos con la Policía y que ésta no fuera capaz de sacarles nada en 72 horas ni a uno ni a otro. Después vino la declaración de una niña de 14 años y esto ya parecía un pitorreo.

–La Policía se ha defendido de las críticas y asegura que no cometieron errores durante la investigación...

–El primer error ha sido, y eso lo tienen que reconocer ellos, pensar que cualquier adolescente de 17 años se queda dos días por ahí y luego vuelve a casa. Eso lo hicieron mal. No estamos acusando a un estamento, sino a un funcionario que en ese momento no hizo su trabajo bien. Ese fue el gran fallo y por ese fallo nosotros pensamos que esto está ahora mismo como está. En el momento en que fuimos a la comisaría por segunda vez para ampliar la denuncia tendrían que haber mandado un coche patrulla a León XIII y llamar a la puerta. Simplemente llamar a la puerta.

–La Policía no fue al piso hasta el día siguiente. Prueba de que algo falló es que luego han elaborado un protocolo para desapariciones de menores, ¿no creen?

–A las seis de la tarde estuvo un inspector, que habló con Miguel, se fue y ya nadie movió un dedo más. Esas 24 primeras horas fueron cruciales. Luego le han dado mucho bombo al famoso protocolo de actuación en la desaparición de menores, pero sabemos que hay un protocolo del año 2007, en cuyo artículo 9.1, se dice que a una menor en el momento de la denuncia hay que ir a buscarla inmediatamente. Pero ese protocolo no lo conocen los ciudadanos. Y después sale el ministro diciendo que han aprobado un protocolo... Pero si eso ya existía.

–¿Les gustaría que alguien reconociera estos errores?

–No esperamos que la Policía diga nunca si ha cometido un error o no. Sé que ha habido muchos policías que se han partido la cara, que han hecho muchas horas extras. Al que habría que poner una medalla es al que ha estado buscando en el vertedero, al que se ha metido en el río, no a otros. Eso hay que reconocerlo, pero los policías hacen lo que le dicen de arriba y si el de arriba está equivocado... algo ha fallado.

–Porque sigue faltando el cuerpo de su hija.

–Viendo los resultados, tendría que venir alguien e investigar cómo se han hecho las cosas. Y pedir responsabilidades ya de una vez por todas porque están pasando aquí cosas que no son normales. No nos queremos meter en otro tipo de asuntos que hayan ocurrido en la comisaría. Ahí no entramos ni nos importa, pero en el caso de nuestra hija esto no es normal y no tiene nombre.

–¿Habría que depurar responsabilidades, por tanto?

–Algo ha fallado, ya sea por las leyes que hay, por el trabajo policial a nivel de interrogatorios, o por lo que sea. Ahí tendría que venir alguien de más arriba e investigar cómo se ha llevado el caso. Y si se ha llevado mal que se reconozca. Yo me puedo equivocar en mi trabajo y además estoy obligado a reconocerlo [dice Antonio]. Si meto una gamba en un avión y no llamo al departamento de Calidad para reparar eso, no sé las consecuencias que puede tener el día de mañana. Ahí tenía que haber alguien que pida responsabilidades, porque en este país nos cuesta mucho trabajo dejar el asiento, y porque después de un año estamos como al principio, buscando a Marta.

–En el plano judicial, ¿cómo han visto la investigación?

–El juez se ha partido la cara y de hecho ha rozado incluso los límites de su trabajo, como demostró el problema de las escuchas [en referencia a las escuchas a los abogados en las entrevistas con sus clientes en prisión]. Estamos agradecidos en el alma a ese hombre porque ahí se ha mojado y somos conscientes de que el caso le ha tenido que quitar mucho el sueño. Eso es lo que también nos duele. No solamente el que te hayan matado a tu hija, que no puedas recuperar su cuerpo o lo que quede de él, sino la impotencia de ver cómo a lo mejor este sistema está equivocado y es demasiado garantista con estos individuos.

–¿Siempre sospecharon de Miguel Carcaño?

–No teníamos ninguna duda. Pero no porque pensáramos que este individuo era un asesino nato ni mucho menos, simplemente por los acontecimientos de aquella noche. Porque intentamos comunicarnos con él y no cogía el móvil, sólo se lo cogió a Samuel y no sé lo que éste le diría que lo convenció para que hablara con nosotros. Si eres amigo de Marta lo normal es que hiciera lo que hicieron el resto de sus amigos: buscarla esa misma noche. No se preocupó ni de llamar.

–De su hermano qué piensan. Ha dado varias entrevistas proclamando su inocencia, ¿lo creen?

–Tampoco se le ha visto ninguna actitud de colaborar. Cuando ves que te pregunta qué horas son éstas para llamar, te dice que no conoce a ninguna Marta, y luego se comporta de manera fría y chulesca cuando un grupo de personas adultas van a su casa, pues sospechas. En las entrevistas no dijo nada nuevo, era un lavado de imagen de cara al jurado popular. Es un mentiroso y un cínico, porque dijo que no fue capaz de mirarnos a la cara en el juzgado por respeto y la madre de Marta del Castillo dice que respeto ninguno porque nos clavó la mirada y nos la mantuvo. Qué cara más dura y qué poca vergüenza.

–¿Cómo pasaron la Navidad?

–Fue una época muy triste. La celebramos con familiaridad y alegría porque tampoco podíamos quitarle eso a nuestras otras dos hijas. Hemos montado el árbol y el belén, pero ellas han notado que había algo distinto.

–¿Son conscientes del resultado que puede darse en el juicio?

–La Policía ese tema lo ha vendido muy bien. Dice que hay muchas pruebas de ADN, pero tenemos dudas porque hay cuatro que están en la calle y una señorita que no ha pisado ni la cárcel. A estas alturas cómo no vamos a tener dudas de lo que pueda pasar.

–¿Están preparados para que la sentencia pueda dejar libre a alguno de los implicados?

–Preparados para eso no estamos, porque queremos que cada uno tenga su condena en la justa medida de lo que se merezca. La ley dice que el encubrimiento de un robo es lo mismo que el de un asesinato, pero para nosotros no es así. Así que la condena que le pongan a los que están acusados de encubrimiento no va a ser justa. Pero esa es la ley que tenemos y nos tenemos que aguantar, ¿no?. En relación a Miguel Carcaño, él le ha quitado la vida a nuestra hija y para nosotros todos los años que se lleve en la cárcel serán pocos. Tanto él como el Cuco.

–La puesta en libertad de Samuel fue otro jarro de agua fría, ¿lo esperaban?

–Nos preparamos para que saliera en el mes de febrero. Se cumplía un año y era la fecha tope para que estuviera en prisión preventiva. Sabíamos que llegaría ese día y lo pasaríamos mal, pero no estábamos preparados para pensar que hay gente a la que les invade el espíritu navideño y que permitan a este individuo pasar las Navidades con su familia.

–¿La conducta de Samuel es quizás la más cínica de todos los imputados?

–Nos acompañó a la Policía, después fue a las manifestaciones. Nos sorprendió más por eso. Lo que más duele es la traición. Realmente no era del grupo cerrado de amigos de Marta, hacía poco tiempo que nuestra hija lo conocía. Duele más porque dejó su fiesta para unirse a la búsqueda y luego nos enteramos de que era uno de los implicados. No se puede llegar a ser más cínico [dice Eva]. ¿Cómo te puedes presentar con esa cara tan dura y esa frialdad a la casa de una persona? Y nos vio esa noche tan derrumbados a mi marido y a mí. Me abracé a la madre de Alejandra y le dije que a mi hija le había pasado algo malo, ¿cómo podía estar él ahí aguantando?

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