Satandar de Lieja - Sevilla · la crónica

El experimento Iborra (0-0)

  • El Sevilla juega uno de sus peores partidos del curso y debe dar las gracias por el empate a cero. Los blancos mutaron a equipo menor ante un rival tan discreto como el Standard.

Empate a nada del Sevilla en su visita al mediocre Standard de Lieja. El conjunto de Unai Emery, con experimento fallido incluido en la posición de Iborra como delantero, tal vez jugó su peor partido del presente curso, más o menos al mismo nivel del desastre del Vicente Calderón. Habrá quien pueda tildar semejante aseveración de exagerada, pero no lo es, en absoluto, pues la diferencia estuvo en que el rival que estaba enfrente era infinitamente peor y aun así los nervionenses no retornan con una derrota por la sencilla razón de que Vinicius no fue capaz de empujar la pelota en la última jugada con toda la portería para él. Tal vez el marcador sí hiciera justicia dándole un punto a cada uno de los equipos, entre otras cosas porque ninguno de ellos puso de su parte para hacerse acreedor a todo el botín que se litigaba.

En el caso del Standard de Lieja el análisis corresponderá a ellos mismos e incluso se darán por satisfechos por no caer ante el actual campeón de la competición, pero en el rincón de los sevillistas este partido deja un poso que se acerca muchísimo a la frustración. Está claro que no siempre salen las cosas bien, pero las distancias entre el Sevilla y el Standard, a día de hoy, son siderales y es incomprensible que los hombres de Emery no hicieran muchísimo más para haber sumado los tres puntos. El grupo llega a su ecuador demasiado igualado y, a la vista del pobre nivel de los adversarios, hasta puede ser una situación peligrosa si hubiera alguna situación inesperada en la segunda vuelta.

Pero eso ya llegara en el futuro y, de momento, corresponde analizar lo acaecido ayer. Unai Emery no oculta en sus círculos más cercanos que él ve a Iborra mucho más arriba de lo que juega en el Sevilla y de lo que lo hacía en la última etapa en el Levante. Y es verdad que el valenciano se inició como delantero, pero el experimento de ayer no pudo salirle peor al técnico vasco. Emery, como ya es habitual en él, optó por refrescar el once respecto al que venciera el domingo en Elche. Sólo repetían en el mismo Beto, Carriço, Krychowiak y Aleix Vidal para que entraran siete futbolistas nuevos y no será hasta que eche a rodar el balón cuando surja la gran sorpresa para quien no pueda entrar en los entrenamientos a puerta cerrada de la carretera de Utrera.

Porque en la primera jugada del partido ya se observa que Iborra parte como delantero. ¿Delantero? Pues sí. Pese a que todos esperaban que fuera Banega quien se moviera más cerca de Gameiro, es el valenciano el que incluso ocupa muchas veces posiciones más adelantadas que el francés. Cierto que en alguna acción defensiva sí retrasa Iborra su posición, aunque esto se justifica en los movimientos lógicos de un futbolista, que lógicamente no están estáticos como si se tratara de la barra de un futbolín. La realidad es que Gameiro se mueve de un lado para otro para tratar de originar espacios, mientras que Iborra se coloca en una posición de pivote de balonmano para pelear con los centrales y tratar de tocar los balones aéreos en pos de provocar segundas jugadas. Con el paso de los minutos, sin embargo, no sería ni una cosa ni la otra.

El Sevilla, incluso con semejante experimento, no arranca mal en el juego. A los 20 segundos ya penetra Figueiras por su banda para recibir un buen pase de Aleix Vidal y parece que las diferencias entre unos y otros son tan nítidas que aquello puede convertirse en un paseo para el Sevilla. Mejor así. Pero esa sensación de dominio cada vez comienza a ser más ficticia, pues rara vez se concreta en una oportunidad de gol clara. Es verdad que Aleix Vidal tiene una llegada, también que Gameiro puede cabecear con ventaja y que se interpone en su testarazo la mano de Milec, incluso que Reyes dispone de una buena opción para disparar y le pega alto desde la frontal del área.

Opciones varias, aunque menores, conforme el Sevilla se va diluyendo dentro de ese experimento Iborra en el que el equipo no sabe muy bien a qué está jugando. Porque si el valenciano se sitúa arriba es teóricamente para que le lleguen balones aéreos y eso lo que provoca es que el nivel de los dos equipos se vaya igualando, sobre todo porque la pelota está más veces de las deseadas por los aires y sin dueño. Arribas no tiene el menor rubor en pegar pelotazos y eso conduce al contagio de todos sus compañeros, pero tal vez no sea ni siquiera eso lo peor de todo. ¿Y qué es lo que más se puede echar de menos? Bien sencillo, que todos los futbolistas remen al mismo tiempo, algo que en el caso de Reyes y de Banega es evidente que no sucede. Ni el utrerano ni el argentino se remangan para tirar del Sevilla y el resultado es un fútbol ramplón, carente de sentido y que permite al Standard comenzar a creer en que ya no es un cadáver como en su anterior cita doméstica ante el colista de la liga belga.

Al intermedio se llega con una frustración cada vez más acentuada y con muchas preguntas en la cabeza sobre las intenciones de Emery. Por ejemplo, si su deseo es jugar con dos delanteros, como realmente hizo con Iborra y Gameiro, ¿por qué esa obstinación en olvidarse de un Iago Aspas al que no duda en elogiar por su trabajo? La última participación del gallego, aparte de los minutos que jugó contra el Deportivo, fue precisamente en la visita del Sevilla al Rijeka y ese día, gol incluido, su rendimiento se acercó al notable. Pero no, el experimento es con Iborra como segundo, o primer, delantero.

Emery, sin embargo, no va a cambiar nada en el arranque del segundo periodo y el primer susto serio para los suyos llegaría en una falta rematada por Faty completamente en solitario. Después llegaría una oportunidad clara de Gameiro en un excelente pase de Krychowiak, otro remate de Mpoku que se va por muy poco y un disparo de Gameiro que se va al poste tras tocar en Figueiras. Fueron los minutos más divertidos del encuentro, sin duda alguna los que antecedieron al carrusel de cambios.

El técnico sevillista se da cuenta de que aquello no puede esperar más si de verdad quiere llevarse los tres puntos de Lieja e introduce en el campo al mismo tiempo a Bacca y Denis Suárez. Gameiro se va a la ducha después de un esfuerzo de más de una hora y Reyes..., pues Reyes no se sabe siquiera si necesitará asearse con el agua, ya que su nivel de sudoración no sería demasiado elevado a la vista de su pasotismo sobre el terreno de juego.

El Sevilla tuvo entonces algunas opciones para haberse adelantado en el marcador, incluso en tres contras en las que Bacca siempre eligió la opción peor. Eso sí, el experimento Iborra seguía presente con el valenciano tratando de tirar desmarques para que Bacca se la diera a él. El mundo al revés, está claro. Lo más lógico en este caos del gigante como delantero se confirmaba y ni siquiera la última internada de Deulofeu lo evitaba. Lo que sí pudo llegar fue el gol del Standard, hubiera sido el colmo.

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