El Betis se echa a un lado (0-2)

Betis-barcelona

Cómodo triunfo del Barcelona ante un rival con diez casi una hora y que encima regaló el gol que mantenía a los azulgrana líderes.

Foto: Antonio Pizarro
Foto: Antonio Pizarro
J. Ollero, Sevilla

30 de abril 2016 - 20:12

Pésimo es un calificativo que resumiría adecuadamente al Betis que tuvieron que soportar ayer los 44.000 fieles que acudieron al Villamarín. No sólo no tuvo la menor opción de competir y cedió gentilmente el paso al Barcelona, que mantiene el liderato a dos jornadas del final, sino que no hizo lo mínimo para poder presionar a un equipo que ganó jugado a un ritmo sorprendentemente bajo a pesar de conocer los triunfos de Atlético y Real Madrid.

Con nulo espíritu ofensivo, el Betis sí se defendió con orden y sin dejar espacios a los múltiples y conocidos peligros del Barcelona, pero cometió dos pecados lamentables a este nivel. Cuando el líder se estrellaba una y otra vez contra su defensa, Westermann, que ya había visto una tarjetita por ir haciendo una falta tras otra a Messi en la misma jugada en lugar de hacer una falta táctica sin más, cazó a Rakitic y se quedó el Betis con diez casi una hora de juego. Merino recompuso con Cejudo (única novedad respecto al equipo del derbi, por Musonda) en el lateral y Bruno en lugar del alemán hacia un 4-4-1 en el que Joaquín dejaba el centro y recuperaba (es un decir) su sitio en la banda.

Y el Barça, a decir verdad, mandaba de forma incontestable pero sin opciones reales de gol porque jugaba a un ritmo que no le permitía superar a una defensa ordenada. Pero hete ahí que Messi buscó la espalda de los centrales, Adán fue a huscar el balón, Pezzella intentó despejar de chilena fallando con estrépito y despistando al portero, y Rakitic sólo tuvo que empujarla para adelantar al Barcelona y convertir las opciones béticas en nulas.

Como un frontón, el Betis se agarró al resultado digno y a las circunstancias adversas para no ofrecer nada más que entrega, esa que tanto gusta a Merino y que quizás dio puntos contra rivales del montón pero que chirría en cuanto un rival exige a este Betis. Casi lo consigue, porque el Barça se limitó a controlar a un rival inexistente en ataque y ausente con el balón. Ni Rubén Castro, cuyo cambio por Van Wolfswinkel fue mayoritariamente protestado, ofreció un hilo de esperanza.

Que Messi encontrara, esta vez en largo y por abajo, a Luis Suárez a la espalda de Pezzella y que el uruguayo sentenciara con clase era ya poco relevante en tanto en cuanto sólo una hecatombe brutal o un gol en propia puerta podía ya privar al Barcelo a de un triunfo necesario pero que el Betis convirtió en extrañamente frío.

stats