Resurgir de sus cenizas para subir al podio

Nadador del CN Mairena

Resurgir de sus cenizas para subir al podio
Resurgir de sus cenizas para subir al podio
Macarena Lozano

15 de enero 2018 - 02:31

Dicen que lo bueno se hace esperar. A veces, demasiado. Bien lo sabe Álvaro López, que hubo de pasar por una gris estancia en Asturias, un amago de retirada y tres cuartos puestos para volver a subir a un podio nacional. Y por partida doble.

Fue el pasado noviembre cuando este sevillano del CN Mairena se proclamó subcampeón de España de invierno en la prueba de los 400 estilos -con nuevo récord de Andalucía (4.12,80) incluido-, y también en los 200 estilos, convirtiéndose además en el primer nadador andaluz en bajar de los dos minutos (1.59,34). "Podría decirse que resurgí de mis cenizas", adelanta el joven, de 25 años.

Porque Álvaro, que ahora vive un momento dulce y disfruta de su deporte como hacía tiempo que no lo hacía, ha tenido que sortear bastantes obstáculos y cambiar de estilo -cuando empezó a competir lo hizo como espaldista- para poder seguir considerándose nadador profesional, con todo lo que ello conlleva.

"De niño quería ser nadador como mi hermano mayor, que llegó a ser campeón de España. Pero la verdad es que no destacaba. La selección andaluza nunca me llamó", recuerda. "Empecé en el Trastamara, luego pasé al Sevilla 2004 de San Pablo, más tarde al Náutico y por último fui al Mairena. Dejé a mi grupo de amigos atrás, pero necesitaba saber si podía dar un paso más", añade.

Y lo hizo, aunque no fue fácil. "De primeras no salieron los resultados, pero me dije que esto era una carrera de fondo, que al final llegarían", apunta el hispalense. No le faltaba razón, pues en su tercera temporada en el club aljarafeño y con los 21 años ya cumplidos se colgó la plata en los 200 espalda. "Nunca había conseguido una medalla de España en las categorías inferiores y la primera que logré fue como absoluto. Estaba en una nube", rememora.

Tras años de esfuerzos sin recompensa, Álvaro ya tenía un metal que lo avalase. Y en la montaña rusa de sensaciones, justo cuando se encontraba en el punto más alto, tomó una decisión que muy pronto se volvería en su contra: probar suerte en el CN Santa Olalla de Asturias.

De primeras, era una oportunidad perfecta. "Me ofrecían dar un paso más como profesional y poder dedicarme exclusivamente a nadar. Pero aquel cambio tan brusco me afectó. No sólo era la distancia o el clima, aunque tampoco ayudaba que estuviese lloviendo todo el tiempo… Era que allí sólo tenía que nadar y nadar, así que la presión por hacerlo bien pudo conmigo", explica.

Y es que Álvaro siempre había compatibilizado deporte y estudios -terminó la carrera de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte-, por lo que la total dedicación que le permitieron, y que a otro bien le hubiera resultado un punto a favor, lo superó: "No hacía nada que no fuera estar en la piscina, y para colmo los resultados no llegaban. Me trataron estupendamente, pero aquello no era para mí". Así que hizo las maletas, regresó a casa y retomó el contacto con su entonces ex club. Volvió a estudiar, en esta ocasión un máster, y retomó la natación, pero sin mayores pretensiones.

Para su sorpresa, regresaron las marcas que le habían sido esquivas durante la temporada anterior. Las hubo incluso mejores. El cambio de estilo tuvo mucho que ver. Nadar sin presión, aún más. "Sin darme cuenta llegaban buenos resultados. Alcancé tres finales y en las tres acabé cuarto. Eso me dio el coraje necesario para intentarlo de nuevo", se sincera el hispalense.

Y el coraje se tornó en éxito, porque el podio que un año antes casi había rozado ahora se adivinaba bajo sus pies. Porque llegó una medalla. Y dos. Y la sonrisa de Álvaro se agrandó como nunca había imaginado que volvería a hacerlo. Más si cabe que cuando fue subcampeón de España por primera vez, pues había experimentado en carne propia el lado más amargo del deporte y eso lo convirtió en el nadador que es hoy. "Ahora sólo espero que la presión no me vuelva a comer", concluye.

Un éxito compartido con su incansable entrenador

Álvaro López se colgó dos medallas nacionales a finales de año, pues él fue quien nadó las pruebas de 200 y 400 estilos. Pero buena parte del éxito que representan sendos metales lo compartió con su entrenador del CN Mairena, Eloy Cornejo. "Él ha sido una pieza fundamental a la hora de engancharme otra vez a la natación. Gracias a él encontré la motivación que había perdido, incluso después de ser tres veces cuarto. Allí estaba Eloy para animarme y decirme que con lo competitivo que era debía seguir, que tarde o temprano llegaría al podio. Lo que él consigue conmigo y con otros nadadores en el Mairena tiene un mérito increíble", cuenta Álvaro.

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