Deuda con el gran rey de Sevilla

El Cabildo de Alfonso X el Sabio celebró ayer la onomástica del monarca según la tradición medieval

Un grupo de miembros del Cabildo de Alfonso X el Sabio, en la puerta de la Real Parroquia de Nuestra Señora de Santa Ana, tras celebrar la onomástica del rey.
Un grupo de miembros del Cabildo de Alfonso X el Sabio, en la puerta de la Real Parroquia de Nuestra Señora de Santa Ana, tras celebrar la onomástica del rey.
Manuel Conradi

21 de enero 2008 - 05:00

La Real Parroquia de la Señora Santa Ana, explicaba ayer Eugenio Martínez, canónigo de la Catedral y rector del Seminario Metropolitano, fue edificada por un deseo votivo del Rey Alfonso X el Sabio: "por una promesa". Como la que le llevó a ofrecer grandes privilegios al cabildo sevillano a cambio de que cada año, en su onomástica, se celebrara una misa en la capilla de la Torre del Oro.

Muchos siglos después, la capilla ha desaparecido, pero un nuevo cabildo, el del Rey Alfonso X El Sabio (cabildoalfonsoxsabio@terra.com), nacido en 1995, ha recuperado la tradición de la misa por el santo del rey, presidida, un año más, el propio Eugenio Martínez y en la que se recordó al añorado Juan Garrido Mesa, asiduo colaborador de este grupo.

Es una de las actividades que el Cabildo, un grupo de amigos "aficionados a la historia y a las tradiciones de Sevilla", como apunta su presidente, Pedro Rodríguez Bueno, organiza durante el año. Una especie de tributo al que fue "el gran rey de Sevilla" aunque muchos, "en esta ciudad olvidadiza", no lo sepan.

Porque no sólo la iglesia trianera, "sino casi todo en Sevilla", añade Pedro Rodríguez, se debe al rey sabio. "Su padre, Fernando III, fue quien la conquistó, pero como murió tres años después no tuvo tiempo para transformarla. Alfonso se encontró con una ciudad mahometana y la rehizo de nuevo: creo sus edificios, sus instituciones como el Consejo de Sevilla (ahora Ayuntamiento) o las estructuras eclesiásticas....".

Aunque a Alfonso X el Sabio se le asocia a Toledo, donde nació y creó la famosa Escuela de Traductores, fue en Sevilla, matiza el presidente del Cabildo que lleva su nombre, "donde pasó la mayor parte de su vida, viviendo en el Alcázar, y aquí murió y yace enterrado en la catedral junto a sus padres, Fernando y Beatriz".

Incluso respecto a su producción cultural e intelectual no se puede olvidar el papel de Sevilla , donde creó, explica Pedro Rodríguez, "el escritorium, un grupo de sabios de distintas religiones. Aquí escribió también parte de las Cántigas de Santa María o el Código de las Siete Partidas".

La tolerancia de este rey que fomentó las tres culturas en su gabinete de sabios que permitió "que musulmanes y judíos practicasen sus religiones en sus mezquitas y sinagogas", afirma el presidente del Cabildo, impregna los premios que lleva su nombre y que la asociación entrega en un acto celebrado en la Capilla Real de la Catedral cada 23 de noviembre, "el día de su nacimiento y el de la capitulación de Sevilla, que fue como un regalo de su padre por su 27 cumpleaños".

También celebran otro acto en el Alcázar cada 4 de abril, fecha del fallecimiento del rey, y en el que entregan el premio Beatriz de Suabia al mejor expediente académico de este año en la Facultad de Historia. Como novedad desde el año pasado, se ha ampliado el programa de actos del día de San Fernando, a propuesta del cabildo, con una procesión por el Barrio de Santa Cruz en la que el rey es acompañado por la Virgen de las Aguas, "que está en El Salvador y es también medieval".

Y e s que este grupo que cuenta con unos ochenta socios -entre ellos, varios catedráticos de universidad entre sus miembros de honor- organiza numerosas actividades durante el año, viajes por las tierras alfonsinas -el antiguo reino de Sevilla- o conferencias, caso de la que se celebró ayer en el Colegio Cristo Rey tras la misa.

Carmen Gómez-Bastero Comas-Matas, licenciada en historia, miembro del Cabildo y "especialista en Pedro I el Cruel o el Justiciero", fue ayer la ponente ante un público que incluía a su nieto casi recién nacido. Se remontó a Alfonso X para hablar de la familia de su tataranieto, sin poder obviar que Sevilla fue la ciudad "a la que más amó", la que junto a Murcia nunca le abandonó, y que por ello figura su anagrama (Nodo) en el escudo de la ciudad y en las medallas que llevan los socios del Cabildo.

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