Diálogos contra la ausencia

Rosario Lara afronta el dolor de la pérdida en 'Lola en Soledad', que estrena mañana en el Fest y en la que se acompaña de Gregor Acuña-Pohl

Rosario Lara y Gregor Acuña trabajan juntos por primera vez en esta obra.
Rosario Lara y Gregor Acuña trabajan juntos por primera vez en esta obra. / Mj López
Braulio Ortiz

19 de enero 2017 - 02:39

Sevilla/A pesar de su veteranía, la actriz Rosario Lara se subirá al escenario mañana con una vulnerabilidad especial, como si el estreno de Lola en Soledad fuera uno de los primeros de su carrera. La obra que interpreta junto a Gregor Acuña-Pohl hasta el domingo en la Sala Cero, dentro de la programación del Fest, es un proyecto personal con el que la intérprete culmina un largo proceso: el duelo por la muerte de su hermano, fallecido hace casi dos décadas. Lara lamentaba "no haber sabido estar, acompañar" a su familiar, no haberlo "comprendido", y decidió poner palabras al monstruo de la culpa, al dolor de la ausencia. Primero en un texto del que hizo una lectura dramatizada el pasado año, y ahora en un espectáculo, la sevillana procura a través de la imaginación una suerte de exorcismo de sus fantasmas: el reencuentro con esa persona con la que tantas conversaciones tenía pendientes.

En la obra, Lara se oculta tras otro personaje, Soledad, "alguien que está basado en mí, pero no soy yo", aunque por el cariz autobiográfico de la historia está aflorando en ella, en los ensayos, un sentimiento poco frecuente en interpretaciones anteriores: "El pudor. Los actores siempre trabajamos con las emociones, en ese sentido no es nada nuevo, pero aquí hay momentos en que me pregunto si no se me está viendo demasiado. La única diferencia que encuentro con anteriores obras es ésa, el pudor", confiesa.

Y frente a Soledad está Lola. Soledad, como se dice en la sinopsis del espectáculo, "es mujer por nacimiento. Lola por elección". Y para revivir a ese chaval que deseó, y conquistó a su modo, otra vida diferente a la que le impusieron, Lara pidió ayuda a un antiguo compañero del Instituto Andaluz del Teatro con el que hasta ahora no había coincidido sobre las tablas, Gregor Acuña-Pohl. Lola en Soledad recrea, a partir de las cartas reales que se escribieron los dos hermanos, el diálogo de "dos personas que no llegaron a encontrarse porque la muerte lo impidió".

Lara advierte que la mirada con la que ha construido Lola en Soledad se aparta de los criterios imperantes de "esta sociedad políticamente correcta, en la que parece que la transexualidad se acepta, pero luego te das cuenta de que no está representada en la vida cotidiana, en el ámbito laboral. Igual que en la dictadura un mariquita era el que pintaba o vestía a la virgen, hoy los transexuales tienen otro papel", argumenta. Su obra, asegura la intérprete, habla de lo difícil que es conquistar la tolerancia. "A Soledad le cuesta aceptar a Lola", dice Lara sobre un texto en el que "no quería que hubiese malos y buenos, la vida es más compleja".

Acuña-Pohl, por su parte, admite haber adquirido otra perspectiva con su transformación en Lola. "Yo me creía alguien comprensivo, tolerante, pero en este viaje me he dado cuenta de toda la gama de colores que hay, de todas las maneras de ser y de sentirse que existen. Una cosa es la identidad de género, otra tu opción sexual, hay muchas combinaciones en juego. Cada persona es un mundo", sostiene.

Lara, que ha contado con Carlos Álvarez-Ossorio como director, no ha renunciado al humor pese al voltaje emocional y el dramatismo de su historia. Parte de la comicidad está en el enfrentamiento de dos caracteres distintos. "Lola es frívola y Soledad seria y neurótica, pero irán transpasando parte de su personalidad la una a la otra", explica. Para la actriz, Lola en Soledad es "la historia de dos hermanos, la relación entre ellos, algo en lo que todos los espectadores pueden reconocerse".

stats