Análisis programación Femás 2017

Las líneas del festival

  • La cita necesita más atención de sus gestores, pero aun así es de un indudable interés.

En la imagen, Philippe Herreweghe.

En la imagen, Philippe Herreweghe. / Michiel Hendryckx

Se entiende muy mal que un festival de esta envergadura, en su trigésima cuarta edición y con un presupuesto como el que maneja, se presente a tres semanas de su inicio, pero lo que resulta aún más incomprensible es que la muestra no tenga una página web propia, un auténtico escarnio que revela incompetencia, desidia o ambas cosas en el cuidado de un bien público, que necesita mucha más atención de sus gestores y va precisando de un nuevo impulso. Por suerte, la vertiente artística sigue otro camino, y la oferta de este año continúa siendo copiosa (22 conciertos, un ciclo paralelo de conferencias) y presenta muchas citas de gran interés.

En la apertura podrá escucharse una de las grandes obras de la historia de la música, las Vísperas de 1610 de Claudio Monteverdi. La presencia de Rinaldo Alessandrini al frente de su Concerto Italiano garantiza la calidad de la propuesta, aunque lamentablemente el espacio escogido (la iglesia de la Magdalena) no beneficia en absoluto a un espectáculo que pedía el Maestranza a gritos. En el 450 aniversario de su nacimiento, el compositor de Cremona marca una de las líneas de la programación, menos profunda en cualquier caso de lo que podría haberse esperado. Descartada la ópera (¿hará algo el Maestranza en su próxima temporada? El olvido de Monteverdi en el principal teatro de la ciudad bordea ya lo ignominioso), se han previsto dos conciertos con obras profanas a voz sola, que traerán dos grandes sopranos europeas arropadas por dos estupendos conjuntos, Raquel Andueza con La Galanía y Emõke Baráth con la Cappella Mediterranea, pero sus programas se parecen demasiado. Un grupo coral sevillano (Jeu D'harmonie) hará un recital con madrigales tempranos, música que hoy es preferiblemente interpretada por conjuntos de solistas, mientras que los madrileños de Los Afectos Diversos presentarán una de las misas a cappella del compositor. Sabe a demasiado poco.

En mi opinión, la segunda línea de interés del festival es la de la música para violín y piano de la Viena clásica, que traerá a Sevilla a cuatro grandes figuras mundiales, las violinistas Midori Seiler y Rachel Podger y los teclistas (han hecho su carrera como intérpretes de clave, pianos antiguos y modernos) Andreas Staier y Kristian Bezuidenhout. Por supuesto se utilizarán instrumentos de época. Habida cuenta de que en la ciudad no hay un solo fortepiano operativo, la posibilidad de escuchar música de Mozart, Beethoven y Schubert en dos de estos sugerentes instrumentos (alquilados a una empresa madrileña) y en las manos de dos de los mayores especialistas del momento tardará en repetirse.

Bach genera cada año una línea de programación propia, este año algo corta. Para el primer domingo se han preparado dos interesantes citas solísticas (violonchelo por la mañana, clave por la noche), pero el plato fuerte será el cierre del festival, que se anticipa grandioso con la monumental Pasión según San Mateo ofrecida por uno de los mayores especialistas del último medio siglo, Philippe Herreweghe, esta vez, sí, en el Maestranza.

La cuarta línea del festival que merece destacarse es la de creación española, que reúne hasta cinco conciertos, si consideramos a Scarlatti un español más: bien traído el recital de Andrés A. Gómez, porque la música de Scarlatti no ha tenido nunca gran presencia en el festival sevillano. Además, la Accademia del Piacere hará un recorrido por la figura de Sebastián Durón; la Acadèmia 1750 ofrecerá, de la mano de Aarón Zapico, el rescate de un oratorio dieciochesco de José Lidón, compositor que llegó a ser maestro de la Capilla Real ya en el siglo XIX, y La Real Cámara contrastará la música para violín de un jesuita sevillano, Francisco José de Castro, con la del gran referente de su época, Arcangelo Corelli. Mención aparte merece el homenaje a Alonso Lobo que el grupo sevillano Bach Accademia, fundado no hace aún dos años, ofrece en el coro de la catedral para la que el músico de Osuna trabajó como maestro de capilla justo el día en que se cumplen los 400 años de su muerte.

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