Cultura

Presencias y ausencias andaluzas

  • Expone un gran número de autores de la región pese a la falta de las galerías

La diáspora de autores andaluces en Arco, que venía siendo tradicional, se acentúa en la presente edición y alterna con notorias ausencias, como resultado del rechazo de las galerías Alfredo Viñas (Málaga), Sandunga (Granada), Magda Bellotti (Madrid-Algeciras), Egam y Estampa (Madrid) entre otras. Así, las obras de Manolo Quejido, Concha Ybarra, Chico López o José Piñar han quedado fuera de la feria. Autores, como Miki Leal o Ángeles Agrela, han tenido más suerte al reincorporarse respectivamente a las galerías T-20 (Murcia) y Ad Hoc (Vigo). Otros, María José Gallardo, Simón Zabell, Jesús Zurita, Paco Pomés o Juan del Junco están en el recinto, pero no en galerías: los expone el stand de la Junta de Andalucía (Iniciarte). Algo parecido ocurre con Juan Carlos Martínez y Ruth Morán que, premiados por Abc, están en el correspondiente stand institucional.

Esto no quiere decir que la presencia de autores andaluces sea escasa. En dos galerías valencianas pueden verse sabios cuadros de Rubén Guerrero (Luis Adelantado), y lienzos de Chema Cobo y Curro González, dibujos de Antonio Sosa y sugerentes imágenes informáticas de Rafael Agredano (Tomás March). Hay que reseñar los trabajos de los Hermanos MP Rosado y de Federico Guzmán en la galería Pepe Cobo, los de Cristina Lucas y Rogelio López Cuenca en Juana de Aizpuru y los de Ignacio Tovar en Fúcares. Soledad Lorenzo ha colgado unos breves cuadros de Guillermo Pérez Villalta (anticipo de la muestra prevista para el próximo 19) y en las galerías Marlborough y Oliva Arauna las piezas de Abraham Lacalle y Juan Carlos Robles ocupan lugar destacado.

La única galería andaluza en el programa general, Rafael Ortiz, casi puede verse como resumen de lo que se ha hecho y se hace en Andalucía: Equipo 57, Luis Gordillo, José María Báez, Patricio Cabrera y dos jóvenes valores: los cuidados dibujos de José Miguel Pereñíguez y las fotografías de Manolo Bautista.

Las propuestas de esta galería hacen pensar en las posibilidades perdidas este año, en autores jóvenes que no han podido exponer ni exponerse al mercado, lo que lleva de nuevo a la peculiar selección de galerías habida en esta edición. No hay que pasear demasiado por la feria para concluir que no son pocas las galerías que están por debajo de las excluidas. Aún se podía pensar que algunas de las foráneas se han elegido por la clientela que pudieran traer consigo, una excusa que no es válida en el caso de ciertas galerías españolas que, aceptadas, apenas pueden competir con las que no lo fueron.

Al margen de esta evidencia, la progresiva desaparición de galeristas andaluces de la feria (en pocos años se ha pasado de nueve a tres, de los que dos han trasladado su sede a Madrid) despierta un sordo malestar: son hombres y mujeres que arriesgaron, apostaron por ciertos artistas y desbrozaron un camino que ahora está a punto de írsele de las manos. Todo esto hace pensar que los organizadores de la feria deberían ser más rigurosos y más transparentes a la hora de tomar sus decisiones.

Por lo demás, hay que referirse a la presencia andaluza en los programas experimentales. La galería JM ofrece una interesante reflexión sobre la luz, el espacio y los cuerpos con intervención de tres autores que trabajan la fotografía, la instalación y el vídeo. En otras propuestas experimentales realizadas por un solo artista, destaca el trabajo de Dionisio González: la breve grabación de la voladura de una favela se materializa en una potente instalación que llena por completo el stand.

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