El espíritu de la colmena musical

La experiencia del canto coral tiene algo de inefable, algo que conecta al individuo no sólo con el colectivo, sino con una pulsión ancestral, la de participar con un recurso tan íntimo como la propia voz en una celebración que puede llegar a resultar grandiosa.

La Sociedad Musical de Sevilla se creó en 2003 para lograr esa satisfacción personal compartida. El conjunto ha trabajado bajo la dirección de notables profesionales y sacado adelante proyectos de indudable interés, aunque posiblemente el de este fin de semana sea su reto más ambicioso, un programa dedicado al maestro inglés del XVI Thomas Tallis que incluye su monumental motete a 40 voces Spem in alium.

Dirigidos por el contratenor sevillano Gabriel Díaz, el grupo interpretó antes una serie de piezas de las Cantiones sacrae de 1575 así como una imponente Lamentación, en la que dominó un oscuro tono de gravedad que no fue ajeno al resto del programa. Alejadas del brillo de los célebres conjuntos británicos, las interpretaciones se apoyaron en una masa sonora bien conjuntada y en un trabajo con los matices dinámicos que resultaron especialmente relevantes en el Spem in alium, que, como era de esperar, se interpretó dos veces. Hubo desajustes y voces desiguales, pero la obra resonó con fuerza en un espacio de acústica resonante que hizo partícipe de la experiencia de majestuosidad a un público generoso en el aplauso.

La Escolanía de María Auxiliadora se sumó con éxito al conjunto en un himno homofónico, también bisado, famoso porque fue usado por Vaughan Williams en una de sus más célebres obras.